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Cuando solté una vieja amistad, llegaron nuevas amigas 

Se acerca el fin de año y como buena tía, ya me puse nostálgica al hacer recuento de lo que me ha dejado este 2024. Definitivamente la mejor sorpresa que me dio son mis nuevas amigas, a las que les quiero dedicar esta columna.  

La primera gran lección que me ha dejado este año es que al soltar permites que nuevas cosas lleguen a tu vida, y no, no es magia, es ciencia: “A toda acción, le corresponde una reacción de igual magnitud y sentido opuesto”.

No les había hablado sobre este tema pues le huía porque dolía, pero también creo que es porque no tenemos normalizados los duelos sobre las amistades que dejan de funcionar. 

Pero en este espacio entre NOSOTRAS también nos aventamos a hablar de temas que nos incomodan, así que es mi turno de contarles cómo es que perdí a una de mis mejores amigas tras 20 años de complicidad. 

Nuestra historia comenzó en la universidad. Yo me cambié de grupo y llegué una semana después a clases; en mi nuevo salón había un par de chicas que estudiaron conmigo la preparatoria, pero solamente una de ellas era mi amiga, así que me uní al team que ya había conformado con otros chicos que igualmente habían estudiado juntos la prepa.

Para el siguiente semestre hicimos un viaje, de esas supuestas prácticas que son puras borracheras y diversión, y allí es donde conocí a una chica muy divertida, que también se vestía de rosa, como yo, y que traía la fiesta por dentro.

Recuerdo haberle dicho que la quería de amiga por siempre, reía todo el tiempo con ella. Al volver de ese viaje la comencé a invitar a nuestras salidas e incluirla en nuestro grupo, aunque algunas ya la conocían porque tomaban clases juntas.

Foto: shelley_shang / Pixabay

Así fue como se terminó de completar nuestro team de amigos, teníamos apenas 18 años y una vida por escribir y así lo hicimos durante 20 años. Dos décadas de amistad marcaron mi vida y es por eso que me dolió muchísimo la separación.

¿Qué sucedió?, ¿qué fue tan grave para dejar de ser amigas?, ¿qué le hiciste? Son preguntas que me hice una y otra vez hasta que me di cuenta que no iba a tener las respuestas y la verdad es que no estuve dispuesta a buscarlas debido a cómo sucedió todo. 

Haciendo un mapa mental creo que las incomodidades comenzaron justo por su boda. Ella me pidió ser su dama, lo hizo de una manera hermosa que me conmovió mucho y pese a que a mí todas esas cosas no me gustan, claro que le dije que sí. 

Estaba feliz porque me diera la oportunidad de presenciar en primera fila cómo cumplía el mayor sueño de su vida y además siendo su dama. 

Cuando llegó la hora del vestido, era normal que no todas íbamos a estar felices con la elección, pero lo importante era que ella decidiera qué quería para su gran día. Pero ese día reconozco que sí me pasé con mis quejas sobre la tela, los cortes y demás, no supe ser prudente y al llegar a casa le escribí para disculparme.

Recuerdo que mi mejor amigo me dijo que me tenía que aguantar todo si ya le había dicho que sí aceptaba ser su dama y le di la razón.

Foto: Alexas_Fotos / Pixabay

Luego me entregaron un vestido mal hecho, no sólo a mí, también a otra dama. Teníamos el tiempo encima, no estaba segura de si los iban a tener a tiempo y como eran vestidos que vimos en otras tiendas más, pensé en comprarlo en otro lado o buscarlo en línea. 

Creo que allí le di otro dolor de cabeza al proponerle eso, pero me dijo que regresara al lugar, que ella ya había hablado con la encargada de la tienda para que rehicieran el par de vestidos y los tuvieran listos en una semana, así que seguí las instrucciones y recordé mi compromiso de no darle más lata. 

Al final sirvió la presión en la tienda y el enojo porque me entregaron un vestido bien hecho y justo una semana después, a tiempo para la boda. 

Llegó el día de la boda y ella fue clara con la hora de llegada porque tenían que tomarnos las fotos antes de la ceremonia, pero llegué 20 minutos tarde. Eso no fue a propósito, resulta que ese día hubo un desfile navideño en Reforma y estaban todas las calles cerradas de la redonda, justo donde yo vivía. 

Pedí mi Uber una hora antes de la cita, mi tiempo estimado era de 25 minutos, así que iba a llegar holgada pero debido al cierre, mi taxi tuvo que dar muchas vueltas para poder simplemente salir de Reforma.

Por supuesto que llegué súper estresada, muriendo de miedo y pena por no cumplir con lo que me pidió. Ella y las demás damas ya habían comenzado las fotos, así que no salí en las primeras.

No me atreví a pedirle perdón, admito que debí hacerlo, de eso sí me arrepiento. 

Foto: Moroznaya_Photo / Pixabay

Siento que estas cosas fueron los primeros detonantes de que algo cambiara entre NOSOTRAS, no tengo certeza, pero mi intuición me lo dice. 

Luego de eso, otro amigo de la universidad anunció que se iba a casar, nos invitó con mucha anticipación y en su momento acepté, pese a que me percaté que la boda era el fin de semana de mi cumpleaños.

Lo que pensé es que podía recorrer mi viaje de cumpleaños, que hago con mi familia y es mi tradición, al siguiente fin para que no se empalmaran los festejos.

Mi amigo mandó una invitación muy completa y al final venía un apartado que se titulaba: “looks sugeridos para ellas y ellos” y venían colores para ropa y accesorios. Admito que genuinamente pensé que eran sugerencias.

Una noche de sushi que solíamos hacer cada semana, en manera de lo posible, ella preguntó qué color usaríamos para la boda del amigo y todos mencionaron uno de los colores sugeridos. Yo dije que rosa, mi color de siempre, me vio con ojos de enojada y todos me dijeron que eran los tonos que se indicaban en la invitación. 

Les dije que creía que eran sugerencias, no el código de vestimenta literal, que le preguntaría a mi amigo (el novio) para aclarar y ella me respondió muy molesta que hiciera lo que él pedía, que era su boda y no tenía por qué estresarlo con esas cosas. 

En ese momento sentí que no hablaba de ese asunto, sino de algo que le había molestado de mí sobre su boda.

Le escribí a mi amigo para preguntarle si los colores que había puesto en su invitación eran sugerencia o los que se tenían que usar y me confirmó que era la paleta obligatoria. 

En el grupo de WhatsApp que teníamos de amigos les escribí para contarles que efectivamente tenían razón, que no eran colores sugerencia, y que entonces iría de negro. Y uno de mis amigos me respondió que por eso habían puesto qué debíamos usar exactamente, que era una boda y teníamos que ir elegantes.

La verdad es que su comentario sí me molestó, así que le respondí que la elegancia iba más allá de los colores, pero no me enfrasqué más en eso. Aunque sí sentí que estaban pesados conmigo. 

Los meses pasaron y las veces que la vi después de eso fueron pocas y la sentía molesta, claro que la conocía perfecto tras 20 años, no podía negarme que algo traía; sin embargo, ni ella me decía qué le molestaba de mí, ni yo le preguntaba qué tenía. 

Foto: Saydung89 / Pixabay

Incluso durante una comida, les platiqué que había decidido tener un bebé con mi novio, una decisión muy importante e inesperada para mí. Ella comentó que su esposo y ella no querían hijos, que incluso sus suegros les habían preguntado por los nietos y les habían dicho que no. Fue la única que comentó algo así, las demás se sorprendieron pero luego me felicitaron por mi certeza.

En otra ocasión les conté que uno de mis cantantes favoritos anunció que iba a estar dando concierto en Acapulco justo el día de la boda de nuestro amigo y un día antes de mi cumpleaños, que lo había comentado con mi mamá y ella me dijo que me daba de regalo las entradas. Que había decidido sí hacerlo pero entonces tenía que avisar que ya no iría a la boda. 

Creo fielmente que en ese momento ella me quitó su amistad, aunque ya había comenzado a alejarse de a poco.

Hablé con mi amigo para contarle del concierto, de que mi mamá me iba a dar eso de regalo y que entonces iba a tener que cancelar mi asistencia a su boda, él me dijo que entendía y que me agradecía que le dijera con tiempo. Nunca sentí un enojo de su parte hasta el día de hoy. 

El día de la boda le grabé a mi amigo y a su esposo un video en el mar para desearles lo mejor en la etapa que estaban por comenzar. Ellos me respondieron deseándome un feliz cumpleaños. 

Después de eso yo disfruté mucho mi concierto, mi viaje con mi mamá y el mar, me desconecté como siempre hago cuando me voy de vacaciones. 

Me dolió mucho que por primera vez desde que éramos amigas, ella no me felicitara en mi cumple. En ese momento supe que esa amistad había terminado por completo.

Al volver a la ciudad les escribí en nuestro grupo de WhatsApp para que me contaran cómo les había ido en la boda y que me enseñaran las fotos, ella jamás volvió a hablarme en ese grupo. 

Luego de eso, las agendas se apretaron, lo cual me ayudó a calmarme y comenzar a tomar distancia para proteger mi corazón. 

Foto: Alexas_Fotos / Pixabay

Y cuando se acercó la fecha de su cumpleaños decidí salirme del grupo de WhatsApp para evitar incomodidades de no ser invitada a su festejo. El último mensaje que le mandé fue justo para felicitarla deseándole lo mejor. Me respondió que me agradecía los buenos deseos.

No quise hacer lo mismo que ella de ignorar su cumpleaños y para mí fue la mejor forma de cerrar esa amistad.

Me hubiera encantado no alejarme de ese grupo de amigas, que fueron como mis hermanas de corazón; sin embargo, yo no me iba a sentir cómoda con lo que había pasado, no quería poner a las demás entre la espada y la pared; además de que para mí lo mejor siempre es alejarme cuando me siento triste o incómoda.

Me dolió que tantos años de amistad no fueran suficientes para decirme, aunque sea por mensaje, por qué no quería ser más mi amiga y por eso es que yo tampoco hice nada por buscar esas respuestas. 

El duelo del rompimiento de ese vínculo fue duro, incómodo y raro, como si hubiera tronado con un ex. Claro que iba a doler y mucho, era una de mis mejores amigas, alguien con quien compartí un montón de momentos que cambiaron mi existencia. 

Además ese duelo lo estaba viviendo a la par del de la muerte de mi papá, por lo que fue todavía más complicado. Hoy estoy del otro lado gracias a la terapia y a mi poder de dejar ir y aprender a transformar el amor.

El tiempo me sirvió para darme cuenta que no quería verla, incluso una vez asistí a la inauguración de la cafetería de otra amiga en común, pero salí corriendo en cuanto pude, me sentí muy incómoda.

Actualmente no he tenido una invitación tan importante en la que podría reencontrarme con ese grupo, pero hoy ya me daría lo mismo si está ella o no, ya sané esa parte en mi vida. 

Foto: StockSnap / Pixabay

Y fue justo cuando dejé ir esa amistad tan importante que un día el universo me sorprendió con una invitación a comer, que marcaría el inicio de una amistad con un grupo de mujeres de mi trabajo. 

Aunque trabajamos en el mismo lugar y teníamos juntas a diario, no nos conocíamos en lo personal, así que comenzamos a convivir y hoy estamos coleccionando recuerdos y construyendo nuestra tribu de mujeres bonitas. 

Me sorprende que todo sucediera justo cuando había cerrado mi ciclo con mis otras amigas, por lo que creo que cada cosa que nos sucede es porque estaba destinada. 

Hay amistades que terminan y muchas otras que deben terminarse, en esta COLUMNA te digo cuáles, pero siempre habrá nuevas por comenzar. 

Gabs, gracias por haberme invitado ese día a comer y por presentarme a Sel y Xim, ustedes 3 son mi sorpresa más bonita de este año y no puedo esperar a seguir escribiendo nuestra historia día a día.

Gracias por permitirme conocerlas, por dejarme ser parte de su vida y por comenzar una complicidad tan auténtica. Las quiero, amigas

Foto: Craig Hellier / Unsplash

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Vanessa Pérez Vanessa Pérez

Subdirectora digital y experta en periodismo rosa, apasionada de contar historias, del futbol y del cine de terror. Durante los años que ha ejercido el oficio periodístico, ha coleccionado historias tuyas, suyas y NUESTRAS. Ahora... llegó el momento de contarlas. 

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