Sabes que yo también me cuestioné si un amigo, alguien con quien creciste y quien te conoce prácticamente de toda la vida podría convertirse en tu acosador, pero la respuesta es SÍ y hasta que vi la realidad es que empecé a poner límites tajantes sin sentirme mal.
Es triste pensar que me pasó pero agradezco que solamente terminara en un acoso incómodo; sin embargo, la mayoría de las mujeres que han sufrido violencia sexual ha sido por abuso y perpetuado por depredadores a los que llaman: papá, abuelo, tío, primo, esposo o novio.
Y precisamente por conocerlos, por tener un vínculo con ellos es que hace más complicado aceptar que estás siendo víctima de acoso o de abuso sexual. Hoy quiero contarte mi historia y lo que he hecho para frenar este tipo de violencia de género.
A mi acosador lo conocí hace años en el colegio, literalmente nos conocimos siendo niños y nos vimos pasar por la pubertad hasta convertirnos en adolescentes, fueron años de compartir no sólo salones de clases, sino recuerdos y momentos inolvidables.
Como siempre, se arman grupos en las escuelas y al que yo pertenecía era mixto, de mujeres y de hombres, de personas tranquilas, que fuimos comenzando a madurar de la mejor manera posible.
Cuando crecimos pasó lo evidente, comenzaron a hacerse parejas, cada amiga se hizo novia de un amigo del grupo, al igual que yo.
En ese tiempo, mi amigo que ahora es mi acosador, estaba de novio de otra amiga y duraron años, todos pensábamos que iban a terminar casados hasta viejitos pero no fue así, después de unos 10 años juntos, ella lo dejó y así terminó su historia.
Pese a que terminamos el colegio e ingresamos a preparatorias distintas, seguíamos en contacto por redes sociales y, a veces, hacíamos reuniones para ponernos al corriente.
Y cuando pasé una racha larga de soltería retomé mi contacto con ellos, incluido este amigo que también estaba soltero, y nos veíamos cada fin de semana y en ese momento fue cuando él cambio su conducta conmigo.
Sí aceptaba que pasara por mí o me regresara a casa, a veces nos echábamos un café para hablar de nuestros corazones rotos, hasta que un día comenzó a tirarme la onda directo, a decirme que siempre le había gustado y que tenía que confesarlo. Obviamente yo le dije que éramos amigos, que no había manera de verlo de otra forma.
Aunque insistía en que le diera un chance, siempre le dejé claro que no había manera que él y yo pudiéramos tener algo romántico. Y así es como empezó la historia de terror, pues “como amigo” me escribía todos los días para desearme buen día e invitarme a salir.
Incluso comenzó a mandarme detalles a mi trabajo, como cafés o flores. Todo esto me incomodaba mucho porque sabía que estaba intentando cortejarme, pero yo claramente le había dicho que NO.
Después de volver a hablar con él para que parara este comportamiento, frenó las insinuaciones por un tiempo. Volví a verlo en un funeral, se ofreció a llevarme a casa a mí y a otra amiga, acepté y fue lo peor que pude haber hecho pues comenzó a volver a insistir en que le diera una oportunidad de salir.
A partir de ese día comenzó a decirme que andaba cerca de mi casa, incluso me mandaba su ubicación, y me invitaba a cenar. Eso ya me dio pánico y hasta lo amenacé con contarle a mi hermano para que lo pusiera en su lugar.
Decidí bloquearlo de todos lados, sabía que nuestra amistad había terminado, pues no podía darse cuenta que se estaba convirtiendo en un acosador.
¿Y qué hizo? Abrir otra cuenta de Instagram y desde allí me comenzó a stalkear, hasta que un día, en una foto que subí en la playa me comentó que le gustaba mucho y me confesó que había hecho eso para volver a estar en contacto conmigo.
Pero eso no fue lo peor, sino que me empezó a decir cosas sexuales, fantasías que tenía conmigo y a mandarme nudes, mientras escribía yo le bloqueé esa nueva cuenta pero antes le advertí que me sentía acosada, era la primera vez que se lo decía tal cual.
Ese día me sentía muy confundida de que él estuviera diciéndome todas esas cosas y que no respetara los límites y no entendiera que NO es NO, al contrario, que cada vez fuera subiendo de tono el acoso.
Luego me escribió desde otro número de teléfono para pedirme una disculpa y decirme que él tenía mamá y hermanas y que no era un acosador ni un machista, ni violentaría nunca a ninguna mujer, que lo conocía perfectamente; que simplemente creía que podíamos ser una gran pareja porque habíamos crecido juntos y éramos buenos amigos y sólo pedía que le diera una oportunidad.
Le contesté que sí era violento estarme proponiendo una y otra vez tener algo romántico, pasar por mi casa, abrir nuevas cuentas, decirme cosas sexuales y no respetar ni entender que yo no quería nada con él, que incluso hacerlo ya era un delito.
Le aclaré que ya ni su amiga quería ser, que me dejara en paz. Le bloqueé ese segundo número de celular y tuve un tiempo de paz luego de eso, pero hace un par de meses mi WhatsApp se murió, tuve que reiniciarlo y se descargó como nuevo, sin respetarme nada, ni mis contactos bloqueados.
No me había dado cuenta de eso hasta que un día llegó un mensaje de él para desearme buen día, lo dejé en leído y en ese momento no lo volví a bloquear porque pensé que todo ya estaba más que claro, pero no, la semana pasada que estuve de vacaciones, cambié mi foto de perfil y ese mismo día volvió a mandarme su mensaje de buenos días y a decirme que me veía muy bien.
Volví a bloquearlo y nuevamente se removió en mí el sentimiento de incomodidad porque transgredió todos mis límites.
Antes sentía incomodidad mezclada con culpa de estar exagerando o de acusarlo de acosador por ser alguien que me conocía tan bien, pero hoy sé que eso no importa, que si sigue escalando su insistencia y no entiende, tendré que tomar otras medidas, incluso legales.
Y también entendí que un acosador y violentador no solamente es aquél que te toca o hace algo físico, sino también quien no respeta tus límites.
Es muy fuerte darse cuenta cómo un indicativo del machismo es que un hombre no pueda aceptar que una mujer le diga que NO y se sienta con el derecho de insistir.
El acoso y hostigamiento sexual sí son considerados violencia de género y pueden provocar daños tanto físicos como mentales.
Según datos de la ONU Mujeres, 736 millones de mujeres han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, es decir, una de cada 3 mujeres son violentadas por alguien que las conoce perfectamente.
Un acosador puede disfrazarse ante ti por el vínculo o parentesco que comparten, pero eso no le quita ser un violentador.
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