Y tú, ¿cómo cierras el año?

cómo cierras el año

Empieza la cuenta regresiva de este 2023, que fue un año lleno de energía, sacudidas y mucho movimiento. Antes de que llegue a su final me gustaría preguntarte, ¿cómo cierras el año?

¿Cómo cierras el año?

¿Cuáles son tus logros esperados? ¿Cuáles son tus logros no esperados? ¿Quién eres tú diferente a la persona que comenzó el año? ¿Qué deseas manifestar para el 2024? ¿Cómo has evolucionado? ¿Qué creencias han cambiado?

Algunas preguntas para reflexionar, vaciar la mente y voltear a ver lo maravillosa que eres.

Haciendo ese ejercicio te quiero contar de cómo se me salieron las lágrimas de dolor, de felicidad, de orgullo, de todo junto. Este 2023 emprendí un proyecto enorme, un sueño que al mismo tiempo no sabía ni para dónde, a dónde me llevaría, me llenaba de emoción y de nervio. Un proyecto que me ha permitido crecer de una manera inimaginable: “Encalma Healing Studio”, un espacio en medio del caos para meditar, relajar, conectar y transformar.

Recuerdo ir a estudios de yoga y pensar, “wow, quién ha logrado esto, me encantaría algo así”. De una manera inesperada, llegó ese momento para mí. Un estudio de ‘sound healing’, único en México, especial y retador. “Encalma” ha sido un proyecto hermoso que ha crecido de una manera que nunca soñé. Me ha retado, hecho reír y llorar.

Hoy cierro el año diferente, con un proyecto que se transforma de una manera que no imaginé el día que lo empecé. Se transforma para llegar a más personas de manera virtual y presencial. Evoluciona igual que yo he evolucionado en el año, pasamos a otra etapa que me llena otra vez de nervio y de felicidad, emoción y nostalgia. Yo no soy la misma y mis proyectos no son los mismos.

Lo que más me ha costado es el “qué dirán”, contestar preguntas del tipo “¿por qué, si te va muy bien?”, explicarle a algunos por qué lo hago y de cierta manera decepcionar a otros.

Te lo platico porque en mi reflexión me he cuestionado lo normal que hemos vuelto la acción de incomodar a otros, juzgarlos y en meternos en temas que no nos importan.

También te lo platico porque quiero que sepas y te reafirmes lo bien que es ser tú, tomar las decisiones para ti y solo para ti, para tu crecimiento, para reconocer que si tú estás bien entonces puedes compartir ese amor y felicidad con otros. La idea es que te muevas a decidir y transformar si eso es lo que quieres, porque no estás sola.

También aprendí que soltar duele y al mismo tiempo es increíble, nos permite crecer, movernos y crear. Dejar ir es parte de crecer y de ser, además de que todo se transforma, nada es para siempre.

Hoy se transforma Encalma Healing Studio por Paulina Landa para crecer y llegar a ti, para juntas brillar desde el corazón y permitirte encontrar esa calma en todo momento. Entra a www.paulinalanda.com y comienza a transformar para, sin miedo, ser tú misma.

Una carta para ti misma

carta

Nota: lee la siguiente carta cambiando el “Paulina” por tu nombre.

Querida Paulina,

Estamos a 33 días de terminar el 2023 y te escribo esta carta desde mi corazón.

Quisiera empezar por pedirte perdón por las veces que no te escuché, por no priorizar el cuidado de tu cuerpo y por no priorizar las citas contigo. Perdón, Paulina, si alguna vez dije “mañana empiezo a hacer ejercicio” u “hoy no comeré azúcar” y aun así lo hice. Perdón por la falta de compromiso contigo Paulina y por hablarte como no lo mereces, siendo en ocasiones tu peor enemigo o no permitiéndote crear. Te pido perdón si al ser la voz que más te acompaña no he estado de tu lado.

También te escribo para decirte lo mucho que te admiro, Paulina. Reconozco tu esfuerzo por despertarte temprano para que la casa esté lista antes de irte a trabajar. Te admiro el esfuerzo diario y dedicación en el trabajo. Felicidades por cada esfuerzo, cada día, por este año más que está por acabar y tú aquí estás.

Foto: Unsplash. Aaron Burden

Paulina, te doy gracias por estar conmigo siempre, acompañarme en la tristeza y en la felicidad. Gracias por levantarte cada día, por estar viva y conmigo, gracias.

Gracias Paulina, por ayudarme a crecer, a entender, esforzarme y perseverar por más y mejores oportunidades de crecimiento. Te agradezco por creer en mí, en mis proyectos y en guiarme en todo momento. Gracias por estar aquí, por levantarte en la mañana, vestirte, por leer esta carta y escucharme.

Hoy me comprometo contigo, Paulina, con un cierre de año de amor y felicidad, en hacer el máximo de estos 33 días. Porque, ¿qué más es posible en estos días? ¿Qué puedo crear y recibir estos días para un año más grandioso?

Paulina, te quiero decir qué orgullosa estoy de ti, de tu amor, y te invito a reflexionar sobre cada logro de este año, por más pequeño que sea. Hoy es el día de reconocerlo, de valorarlo y permitir brillar siendo tú. Me comprometo contigo, Paulina, a ayudarte a ser tu mejor versión y ayudarte a construir cada escalón con esfuerzo y sostén para ser tú, así como destruir todo eso que ya no te contribuye a ser tú o que te frena para brillar.

Repite 10 veces antes de dormir: “yo, Paulina, soy valor, me reconozco y me permito brillar.”

Te quiero Paulina, caminemos juntas.

Abrazos de amor,
Paulina

¿Fracaso o aprendizaje? Todo depende de ti

fracaso

Cerca de que acabe el 2023 he estado muy pensativa del año, de las metas que se lograron, de las que se transformaron y también de los aprendizajes y proyectos que tomaron un camino distinto al que se pensaba. Todo eso me llevó a pensar en la palabra “fracaso”, una que saque hace varios años de mi vocabulario.

En la reflexión busqué la definición en el diccionario y es “resultado adverso en una cosa que se esperaba sucediese bien”. Sin embargo, me sonó muy fuerte empezando por el qué es “bien”, para quién, bajo qué…

Todo ‘fracaso’ tiene un valor

¿Por qué dejé de usar esta palabra? Elegí cambiarla por aprendizaje, me parece que el fracaso suena a que nada salió de la situación, como experiencias, aprendizajes y conocimientos. Sin embargo, de cada elección y proyecto podemos encontrar valor, por más que no salga como esperamos.

Cuando elegimos un trabajo, salir con una persona, ver a una amiga, ir a un viaje lo hacemos con la búsqueda de un resultado esperado, una expectativa de la acción. Cuando eso no sucede muchas veces la mente se pone creativa siendo nuestro peor enemigo: “claro, me dejó porque mi cuerpo…”, “me corrieron porque x es más inteligente que yo”, “nunca debí empezar ese negocio, mejor quedarme en una empresa” o “por esto a nadie le interesa lo que digo”.

Esas decisiones las hacemos con un “para qué” en mente. ¿Y si a pesar de no obtener el resultado deseado viéramos el aprendizaje? Con preguntas como “qué cambiaría”, “cómo hacerlo distinto”, “qué descubrí de mí en x situación”. Con dichas reflexiones nos abrimos a la abundancia, a ver lo que sí somos y tenemos, a no perdernos en el fracaso perfeccionista ni en las expectativas de otros en nosotras o creadas por nosotras con base en otras personas.

Por qué es importante equivocarte

Este año por primera vez saqué un curso presencial al que nadie se inscribió, después de 3 años de dar cursos con hasta 50 inscritos ese día llegó. Un día antes en la noche seguía sin entender por qué nadie estaba inscrito y con la esperanza de que despertara y alguien llegara. No pasó, y aun así me presenté a ese curso que había quedado con el universo que daría. ¿Fracaso? Todo lo contrario.

Aprendí que saqué el curso por complacer a otros y no a mí. Ese día daría una versión presencial de un programa online porque “la gente lo pide” y ni siquiera ellos que lo piden lo tomaron. Aprendí a escuchar a mi corazón e intuición; yo misma lo había creado desde la energía de no recibir y algo que iba contra de lo que más cómodo me resulta. Todo ello por cumplir las expectativas ajenas a mí.

Hoy te digo: prueba, equivócate y aprende, reflexiona de cada elección porque todo es información que te acerca a tu fuente, a ser tú. La incomodidad es parte del crecimiento y el fracaso es el aprendizaje más grande, porque lo intentaste, te moviste y es ahí donde más nos conocemos.

La mujer perfecta sí existe, eres tú

mujer perfecta

Llevo varias semanas pensando en la mujer perfecta del siglo XXI. Esta mujer que trabaja con un alto puesto ejecutivo, financieramente independiente. También es esposa con una casa que funciona al 100, está presente en eventos, vive en una casa acomodada y limpia. Tiene 3 hijos chiquitos y los lleva a la escuela, los recoge, los acompaña a las clases de la tarde, los baña y duerme todas las noches. Es una mujer que hace ejercicio y come saludable de acuerdo a lo que su cuerpo requiere.

También es una influencer en las redes sociales, miles de miles de seguidores, tiene gran amor por ellos e influencia en la vida de todos, qué responsabilidad. Claro que existe, hay una en cada familia.

No saco esa imagen de mi cabeza y me ha permitido reflexionar sobre la presión que existe hoy en todos lados por cumplir estereotipos, expectativas y vivir la vida para otros.

Las expectativas no paran

Las expectativas sociales crecen cada vez más, las redes sociales y la velocidad de las cosas tan instantáneas hacen que poco disfrutemos de lo que hacemos, quiénes somos y que los pensamientos de “quién soy”, “qué quiero” o “¿mis logros son suficientes?”, se nublen cada vez mas.

Hay tanto frentes abiertos sobre todo en lo que como mujer hay que ser “perfectas”; todo lo que hay que hacer, lograr y controlar.

Si eres mamá entonces “solo eres mamá”; si trabajas, entonces “tus hijos están solos” o “eso es porque tú no estás presente”; si no eres activa en redes, “¿cómo piensas llegar a más personas?”. Así, siempre hay un “pero” o una exigencia más que cumplir, como si hubiera una descripción y manual de “MUJER DEL SIGLO” que hay que palomear. Ah, pero esa mujer no tiene ego, los demás van primero y cumplir la lista de todos es la prioridad. ¿Te suena familiar?

Pareciera que la mujer perfecta existe en todas las mentes en este siglo. ¿Qué pasaría si más bien esa mujer perfecta es la mujer empoderada para elegir, para elegir qué sí desea y qué no, cuándo sí y cuándo no? ¿Qué pasaría si valoráramos a la mamá como el trabajo más prestigioso que hay?

Foto: Unsplash. Dakota Corbin

La mujer perfecta eres tú, ¡elígete!

Hasta donde yo sé, el día sigue teniendo 24 horas y el año 365 días. Entonces, más que cumplir con el mismo tiempo, más que lograr con el mismo tiempo trabajar, ser mamá presente, amiga, esposa, ama de casa, empresaria e influencer, hoy te digo que está bien soñar, elegir y seguir tu corazón.

¿Deseas ser mamá y dedicarte a tus hijos? Está bien. ¿Deseas trabajar y no ser mamá? Está bien. ¿Deseas un poco de todo? Está bien. ¿Y sabes qué también está bien? Está bien cambiar, elegir diferente, soltar y ser tú porque eso es lo que más feliz te hará.

Hoy te invito a invitar al ego a tu vida, a invitarlo para pensar en ti y en lo que te hace feliz antes que a todos los demás, porque eso es lo que nos permite entonces crear y dar lo mejor para otros.

La mujer perfecta sí existe, está dentro de ti, en lo que tú elijas ser, hacer, crear y desde ahí brillar; cumpliendo primero tu lista, una lista que puede transformarse en todo momento. Tu superpoder es ser tú, disfrutarte, abrazarte y reconocerte.

Haz una lista de 50 cosas que te reconoces a ti misma hoy (esfuerzo, transformación, logro, superpoder, etc.). No hay más importante que otro, no hay espacio para el juicio o comparación. Reconoce tu poder y ese compártelo, el regalo más grande para este mundo eres tú.

Es momento de preguntarnos, ¿por qué el amor?

amor

Amor, amor, amor. Escuchamos mucho el quiérete, ámate, ama a otros, encuentra una pareja… Pero, ¿qué es realmente? ¿Por qué el amor?

Para mí el amor es valorar, conectar, confiar, estar en paz y plenitud. Es dar sin esperar recibir y al mismo tiempo recibir más amor. Es algo que se da y crece por instantes, donde sembramos el amor crece el amor, donde ponemos amor se multiplica y creo que con él todo se puede. Sí, todo se puede. Se puede por amor a crear, a crecer, a jugar, a ver, a estar. Cuando la intención se hace desde el amor entonces la luz brilla sin parar.

Podemos compartir amor con quienes conocemos y con quienes no, con nosotras y hacia nosotras. Para mí una gran manera de dar amor es con una sonrisa. ¿Te ha pasado que estás de malas y en la calle alguien te regala una sonrisa? Ahí está ese amor que te ilumina en el momento.

Compartirlo nos permite generar empatía, si entendemos que todos hacemos lo posible desde el amor entonces entendemos el camino de cada quien, empatizamos y también nos permite dar la mano sin juicio, con el fin de expandir y no restar.

También creo que no podemos compartir lo que no tenemos, es por eso que el amor empieza en nuestro corazón, en tu corazón. El amor y plenitud propios es donde empieza a crecer esa semilla de fuerza imparable que crece y se expande por todos lados, en cada acción que realizamos.

Foto: Unsplash. Will O

Comenzar dándote amor

¿Y cómo me amo? Para esa respuesta primero te pregunto, ¿cuándo fue la última vez que te miraste a ti? ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por ti? ¿Algo que te hiciera sentir en calma y compañía contigo?

Empecemos por amarnos a nosotras infinito y es ahí donde podemos crecer y multiplicar ese amor. Hoy te invito a regalarte una flor, una carta, una sonrisa y recibirla desde el corazón para el corazón. Te invito a que cierres tus ojos, visualices tu corazón frente a ti, cómo está: color, tamaño, forma. Envíale amor, en forma de imágenes, luz, caricias, palabras, observa cómo cambia, cómo se siente. Realízalo por 5 minutos. Después observa cómo está ese corazón, si cambió en algo como tamaño, color o forma. Al terminar dibuja ese corazón y abrázalo. Abrázate y reconoce cómo tú tienes el poder de llenarte de amor y así poder compartirlo.

Hoy te digo, te amo, te veo y te honro. Te comparto amor desde el fondo de mi corazón y a Paulina le digo, gracias, gracias por la compañía y darme la mano.

Hoy me abro al amor, a dar y recibir sin límite, a sembrarlo donde no hay y crecerlo donde sí hay.

Cómo reconectar contigo misma en un día ‘sin sentido’

días sin sentido

¿Te identificas con el pensamiento o sentimiento de “¿no se ni qué hago, para qué lo hago o qué carajos estoy haciendo”?. Yo sí, y confieso que más de una vez me ha pasado que me siento sin sentido, sin rumbo. Esos días que me siento apática en lo que hago. Si te identificas no estás sola, creo yo que es normal y al mismo tiempo señal de que hay un reto y que la pregunta, la duda, el esfuerzo es que vamos en camino para brillar. ¿Por qué? Porque la incomodidad te expande y te mueve a crear.

¿Y qué hago cuando eso me pasa? Porque sé que es incomodo y a veces me desmotiva. Te comparto tres consejos que me permiten regresar a mi rumbo esos días de mente nublada que siento que es un día “sin sentido”.

Cómo reconectar en un día ‘sin sentido’

1. Mis 100 agradecimientos

Este es de mis ejercicios favoritos: hoja y pluma, y escribir una lista de 100 cosas/acciones/personas por las que doy gracias. La gratitud nos permite abrirnos a ver lo que nos rodea, lo que sí tengo. Es una energía de alta vibración que nos permite atraer abundancia. En estos agradecimientos también me gusta incluir la incomodidad porque es parte de mi crecimiento, a veces una caída me permite moverme a lugares que jamás imaginé. Por ejemplo, dejar un trabajo ha sido de los momentos más duros, no saber qué sigue o cómo sigue; sin embargo también lo agradezco porque de otra manera no estaría aquí hoy.

Te invito a realizar esta lista y comenzar a agradecer desde lo más obvio.

2. Carta para Paulina

Otro que es de mis básicos. No encontrar sentido va de la mano del amor propio, del reconocimiento que muchas veces buscamos hacia afuera ¿Qué pasaría si comenzaras a reconocer tu valor, tu potencial sin esperar a que otros lo hagan y vives para ti? Pregunta básica si sientes tu día sin sentido: y, ¿qué haría hoy si fracasar no fuera el problema?

Es aquí donde una carta a mí misma (a ti misma) es mi cereza del pastel. Escribirla como si quisieras felicitar a tu mejor amiga por el mayor de los logros. También, a veces incluyo es cómo me siento aunque sea incómodo, como si se lo contara a mi mejor amiga. Todo esto me permite expresar mis emociones, vivirlas y también reconocerme y valorar cada paso de mi día, mes y año.

3. La naturaleza y yo

El tercer consejo es conectar con la naturaleza, ello me permite reconocer que soy parte de algo mayor, que siempre puedo hacer lo mejor que puedo con lo que tengo. Por ejemplo, una planta: así llueva, diluvie, haga calor o frío, hace lo mejor que puede con eso, no está pensando “qué horror, mucha agua”, sino que lo toma y crece, continua su ciclo, y al mismo tiempo, las flores no florecen todo el año y todos los días, tienen un ciclo. Por ello encontrar un espacio con la naturaleza o comprarme unas flores me recuerdan los ciclos, los procesos y que siempre voy a florecer.

En la incomodidad o en la expansión estas aquí para algo, ese algo pueda evolucionar, transformar y reconocerlo nos permite disfrutar y valorar cada momento. Cada momento sin sentido tiene a su vez un sentido, el sentido de moverte de crear y de brillar. Brilla hoy y siempre con lo que tienes, desde donde estás, porque esa luz cada vez llegará más lejos e iluminará más espacios.

La respiración y yo

respiración

Vivir en el momento presente cada vez es más complicado y, a la vez, deseado. Esto ya que con tanta tecnología queremos estar en mil lados a la vez, cumplir roles y expectativas, crear, cambiar, transformar y correr, correr y correr.

No vivir en el ahora nos genera nostalgia y ansiedad. La primera porque queremos cambiar el pasado, pensamos en el “si hubiera”, y la segunda porque vivir en el futuro nos prohíbe de disfrutar el presente, queremos controlar lo incontrolable y “perfeccionar” el futuro.

¿Cómo podemos vivir en el momento presente? Un gran aliado para realizarlo es la respiración, ¿qué más presente que la respiración?

El poder de respirar

Respiramos todo el tiempo mientras estamos en este plano terrenal y lo hacemos tan automático que poco nos damos cuenta de que lo hacemos. También, es la única función vital del cuerpo que podemos controlar, lo que nos permite fijarnos en ella y jugar con ella. Puedo contener la respiración para sumergirme en el agua o realizar exhalaciones largas para inflar un globo.

La respiración nos da la magia del momento presente, llevar la atención a ella es estar aquí y ahora. Te invito a que cierres lo ojos y te fijes solo en el aire que entra y sale por tu nariz; no lo modifiques, solo obsérvalo por un minuto. Al abrir los ojos escribe qué sentiste, qué percibiste, si observaste algún cambio.

Poco a poco en el día te invito a que seas consciente de la respiración: si es larga, corta, si respiras por la boca o la nariz o si cambia en el día, e ir viviendo en el momento presente.

Adicionalmente hay dos ejercicios que te quiero compartir, éstos a mí me han permitido estar en el aquí y, cuando me cacho ansiosa por el futuro, poder regresar y disfrutar.

Te lo comparto porque ser consiente del momento presente nos ayuda a disfrutar, vivir y estar. La respiración y yo es mi presente, estar acompañada en el hoy y por lo tanto vivir. También es algo que, cuando lo practicamos, funciona en todo momento: cuando me enojo, no me puedo concentrar, algo me irrita, regresa a la respiración y escucha.

1. Respiración 5:5

En esta respiración siéntate con la espalda recta, puede ser en una silla o en el piso; inhala en 5 segundos por la nariz y exhala 5 segundos por la nariz.

Siente cómo tu cuerpo se va relajando y libera cualquier tensión; realízala por 5 minutos. Cualquier pensamiento que llegue, regreso a mi respiración; puedes contar en tu mente para mantenerte en el aquí. A mí me funciona pensar “cuerpo, relájate”.

2. Respiración 3:6

Siéntate con la espalda recta, una mano en el pecho y otra en el estómago. Vas a inhalar en 3 tiempos por la nariz, observando cómo el pecho y estómago se llenan de aire. Llena de aire y vas a exhalar en 6 tiempos, el doble de la inhalación.

Observa cada movimiento de tu cuerpo: cómo te llenas de vida, de presente. Exhalas, suelta el cuerpo y la mente. Realízala por 5 minutos y ve aumentando poco a poco.

Elige uno y te invito a realizarlo todos los días por 28 días, lleva un diario de cada práctica sin juicio. Observando, se vale un día escribir “mi mente solo pensó” o “me observe tensa”. No hay incorrecto, es una práctica, permítete sentirlo y observar qué pasa en tu día a día con una respiración consciente.

¿Quién eres tú con tu respiración?

Practícalo y cuéntame por Instagram: @paulinalanda____ ¿Cómo te fue?

Por qué el ‘sound healing’

sound healing

La pregunta de “¿por qué?” es, creo, que la que más hacemos desde que somos chiquitas y empezamos a hablar. Hasta hay una época del “¿por qué?” en los niños, ese momento en que buscamos saber cómo funciona todo, cómo pasan las cosas, entender el mundo que nos rodea. Creo que nunca se quita, por cierto.

Cuando pienso hacia atrás en mis decisiones más importantes se implica esta pregunta, de mí para mí, de los cercanos hacia mí. Cuando empecé el ‘sound healing’ y este camino a compartir una herramienta tan poderosa y armónica como lo es el sonido de los cuencos de cuarzo, esta pregunta se convirtió en una constante hasta que un día de transformó a “¿para qué?”.

La pregunta “¿para qué?” me parece más certera, es intencionada y conlleva reflexiones.

Para qué el ‘sound healing’

Entonces, ¿para qué el ‘sound healing’? Yo empecé a tomar sesiones hace poco más de 3 años con el fin de encontrar calma, de lograr relajar la mente e ir hacia mi interior, algo que todos requerimos en algún momento. Con el sonido de los cuencos lo logre, experimenté por primera vez la paz interior de disfrutar el momento presente, de escucharme a mí y apagar el ruido externo, logre conectar con el “para qué” de Paulina Landa.

Fue ahí que elegí cambiar de rumbo para compartir esta herramienta. El ‘sound healing’ usa el sonido como herramienta de sanación, nos permite liberar estrés, aclarar la mente, ser nosotras mismas, liberar el famoso burnout de tanto pensar, y brillar.

En una sesión escuchamos sonidos mágicos que nos permiten viajar a nuestro centro y darnos cuenta de que somos brillo puro y confiar. No te voy a mentir, yo lo practico diario y todo lo anterior no desaparece al 100, sin embargo, logras manejarlo mejor, ser más consciente y transformarte.

Entonces, después de lograr esa conexión y en un momento de transformación personal, elegí emprender el camino de sanadora con sonido. ¿Para qué? Para acompañar a otros en su proceso interior y poner mi semilla para que cada persona que toma una sesión conmigo, presencial o virtual, logre momentos de calma, claridad y de brillo.

Foto: Unsplash. Content Pixie

Mi camino de ‘sound healing’

Hoy, con esta pregunta en mi día a día he llegado a compartir ‘sound healing‘ con más de 5 mil personas de diferentes maneras, cuento con un estudio de meditación y sanación “encalma healing studio por Paulina Landa” y estoy en camino a cada día seguir encontrando mi balance para sentirme plena en cada momento; no porque tengo qué o porque es como es, sino para crecer y brillar.

Te platico esto para que preguntes un “¿para qué?” en cada paso de tu día a día: desde qué cocinar hoy, por qué recoger, por qué cambiarme de trabajo, cámbialo y agrega el “para qué”. En todo momento esta pregunta te va a llevar a la reflexión y a intencionar lo que hacemos, ver si es algo que nos lleva a ser nuestra mejor versión y se alinea con tu esencia y camino de felicidad.

¿Para qué escribo esta columna? Para llegar a más corazones y compartirte mi historia con el fin de inspirar, de transformar y de poner una semilla para que tu brillo crezca, que tu felicidad te impulse y tu versión más autentica se refleje en el día a día.

Hola, depresión

depresión

El término de “enfermedades de salud mental” lo pongo entre comillas porque creo que decir “enfermedades” es poco certero, muy categórico y que sataniza los temas de salud mental.

Considero que al poner categorías de enfermedad entonces la gente poco toma en cuenta esta salud, el cómo se siente, por qué y hacer algo para estar bien internamente, ya que a nadie le gusta que le digan “estás enfermo”.

Este espacio en Nosotras es para platicarte de mi camino sanador, mi camino a escuchar mi intuición y a encontrar la calma dentro de mí; claro, con altos y bajos constantemente. Hoy te voy a platicar de cuando me dijeron que tenía depresión.

Me considero una persona bastante consciente de cómo me siento, de mis problemas internos y de usar herramientas para estar en mi centro, cada vez más; a veces aplicando las herramientas en abundancia, y otras veces menos.

Así dije “hola” a la depresión

Cuando me convertí en mamá, el momento más mágico de la vida como mujer desde mi punto de vista, todos me decían: “es el amor más grande, no vas poder creer la felicidad que te da”. Eso y muchas otras frases, creencias de lo que era la maternidad desde el momento que cargas en brazos al bebé.

Sorpresa: para mí no fue eso. Sí, claro que había mucho amor; sin embargo, mucho miedo, frustración, tristeza, incomodidad, emociones que ni yo conocía. Después de mucho preguntar con amigas, familia, doctores y escuchar un clarísimo “es normal”, decidí buscar a un especialista, ya que mi interior sabía que algo no estaba “bien”.

Recuerdo cuando le platiqué mi sentir de que esa felicidad no llegaba y por primera vez el “Pau, eso no es normal, lo que tú tienes es depresión”. ¡Pum! Un trancazo inesperado. Por un lado una voz que me decía “Pau, ya lo sabías, te conoces muy bien y no es normal, pide ayuda y disfruta cada momento, lo que mereces es disfrutar” y otra “no le creas, tú tienes muchas herramientas como para estar deprimida”. Decidí escuchar al doctor, después de todo yo había pedido ayuda, y elegí seguir un tratamiento.

Ahí fue cuando por primera vez dije “hola, depresión” y sentí un alivio enorme, un peso se me quitaba de encima y sabía que ahí sería en verdad cuando por fin disfrutaría esa magia de ser mamá. Entendí que todo pasa, que se vale pedir ayuda y elegí platicar con ella. Se convirtió en un proceso de entender para qué estaba ahí, cómo me permitiría ser más yo y me comprobó lo importante que es escucharme y priorizar en todo momento. Sí, aunque fuera mamá.

Escúchate

Hoy te invito a que te escuches, a que sepas que no estás sola y que pedir ayuda es de valientes, a que esa “enfermedad mental” es más bien salud mental, salud interior, es escucharte y saber que a veces requieres de una mano.

¿Cuántas veces no has pedido ayuda para aprender a cocinar, para llegar a un lugar, para realizar un ejercicio? Y en esas veces nadie te dijo que estás “enferma”; entonces alzar la mano para trabajar la salud mental y poner orden dentro de ti está bien, es sano y, a veces, muy necesario.

Puedes encontrar esa ayuda en distintos lugares y con diferentes herramientas. En mi depresión lo hice con un psiquiatra, una psicóloga, el sound healing, barras de access, ejercicio, journaling y más. Entonces, ¿cuál es tu herramienta?

Del caos a la calma

calma

La vida da muchas vueltas, dicen. Y sí, hoy afirmo que sí. ¿Te ha pasado que requieres tomar una decisión y te ahogas en tus pensamientos y razonamientos porque sientes que es para siempre? Me ha pasado muchas veces, y quiero platicarte que me pasa cada vez menos.

A los 19 años me cambié de carrera, de ingeniería civil a ciencias políticas, una de esas decisiones para “toda la vida”. Más adelante de trabajar en la política, consultoría, caos, caos, caos, elegí en un momento un cambio de 180°: dedicarme a la calma. Con ello aprendiendo que nada es para siempre, bajando el caos mental a la calma (por lo menos en mayor medida, porque acepto que mi razón a veces ocupa muchos de mis pensamientos).

Cómo pasé del caos a la calma

Bueno, pero, ¿cómo pasó eso? En la vida vamos tomando decisiones que marcan nuestro camino, decisiones que en momentos sentimos que son para siempre, como qué carrera estudiar o qué trabajo elegir. Conforme vamos soltando e identificando quiénes somos, para qué queremos algo, entonces ese caos mental comienza a convertirse en calma, esas decisiones son más fáciles de tomar y más ligeras.

Me acuerdo de cómo era trabajar en consultoría: el caos a mi alrededor, la adrenalina, la emoción y, cuando me salí, en momentos sentí que se caía todo lo que había hecho en mi carrera profesional. La primera vez que renuncié me convencieron de quedarme porque “Pau, eres indispensable, eres buenísima y tienes una gran carrera por delante”. Seis meses después renuncié de nuevo convencida en que para mí era lo mejor, no para los demás, para mí.

Hoy lo veo como un gran aprendizaje, como una experiencia; tomo todo lo grandioso que me dio, disfruto otras cosas que ayer no, sé que en cualquier momento todo puede cambiar y está bien.

Sin embargo, ese caos no era por mi trabajo, venía de un tema mental, de presión de mi alrededor, de las expectativas de cumplir. Venía de hacer por hacer, de hacer para otros y dejarme a mí a un lado, mi misión, mi felicidad.

Ese caos se puede calmar. Una manera de hacerlo es que cuando siento miedo por una decisión o incomodidad, cuando siento que es “para toda la vida”, me pregunto: ¿a quién le pertenece esto? Y realizo cinco minutos de respiración consciente (sentada con pies en el piso llevo mi atención únicamente a mi respiración, inhalo y exhalo por la nariz). Poco a poco llega la calma.

Ir hacia adentro

¿Para qué funciona esto? Para ir hacia adentro, reconocerte, bajar el ruido mental, los comentarios externos y reconocer que en todo momento puedo soltar la decisión anterior, puedes pasar del caos a la calma y cambiar la realidad.

Hoy esa calma, para mí, está en meditar, en disfrutar tiempo con mi familia y tiempo conmigo misma. ¿Para ti en dónde está la calma? Esa calma en la que puedes ser tú, tu mejor versión y disfrutar cada momento por encima de la incomodidad.

Te presento a mi intuición, ‘Papúa’

intuición

“Es por aquí”, “no es por acá”; “no estás mal”; “no sabes cómo”; “no importa, nadie se va a dar cuenta”; “tú puedes, no le hagas caso”; “esa decisión no te conviene”; “escúchame a mí, no a la mente”.

¿Te suena familiar? Esa guía interna que poco escuchamos y que mucho habla, se llama intuición. A la mía le digo Papúa, siento que el darle un nombre le da identidad, valor y me gusta ponerle una cara y que sea mi amiga.

La intuición según el diccionario es “la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón”. Yo agregaría que “habita en todas nosotras”.

Puede ser una voz, un sentir en alguna parte del cuerpo, una energía dentro de nosotras. A cada quien se le manifiesta diferente, entre más la escuchamos más se manifiesta y más fácil es reconocerla.

A lo mejor te estás preguntando cómo la escucho, cómo sé cuando mi intuición, “Papúa”, se está comunicando conmigo. Para mí es permitirte sentir y preguntarte para qué, qué me quiere decir mi cuerpo. Esto, para empezar a comunicarte con ella, a sentirla. Es como un dolor de panza: me duele, lo siento y entonces me cuestiono el por qué me duele.

Otra manera es escuchar y permitirme sentir las emociones que siento cuando hay que tomar una decisión importante, elegir un destino para un viaje. Atentamente escucha esa voz o energía dentro de ti que se manifiesta luego luego, sin la razón. Puedes hacerlo con los ojos cerrados, piensa en las opciones y observa qué sientes con cada una.

La tercera, de la mano de la anterior, es cuando sientes que algo es verdad sin poder probarlo, ¿te ha pasado? No lo puedes ni explicar, solo lo sabes. En estas ocasiones la razón intenta meterse, darte una lista de por qué si no lo puedes probar, argumentar, justificar entonces ahí no es. Y, cuando escucho a la razón, luego luego hay una señal que me dice “era por el otro lado”.

Empieza a identificarlo con los ojos cerrados, en decisiones pequeñas como qué vas a desayunar, o qué libro leer, por qué camino irte a la oficina, y ábrete a las infinitas señales y oportunidades que el universo tiene para ti.

Bueno y dirás: “Paulina, ¿eso qué beneficios tiene?”. El razonamiento intuitivo nos permite tomar decisiones más rápidas, tomarlas desde el corazón y desde quiénes somos verdaderamente. La intuición, entre más la escuchamos más rápido se manifiesta, por lo que las decisiones se vuelven mas rápidas.

Si a veces te pasara que te vas por la razón y te das cuenta que esa voz lejana dentro de ti decía otra cosa, lo puedes ver como un “error”. No lo es, es esa parte de ti comenzando a identificar la intuición.

Por último, la intuición a veces es incómoda. A mi Papúa muchas veces me dice lo que no quiero escuchar, o me impulsa a tomar un camino que me lleva a contracorriente, contra mis creencias; está ese mínimo paso a escucharla, arriesgar y abrirte a las maravillas. Es en esa incomodidad donde la magia empieza a suceder y donde tu “yo” más auténtico comienza a salir de las capas que lo cubren con el paso del tiempo.

Cuando te liberas de tus expectativas

expectativas

En la vida nos vamos llenando de expectativas. Muchas nos alejan de nuestro potencial, de nuestra mejor versión, esa en la que nos sentimos plenas, en la que vibramos en armonía. Y, ¿cómo te liberas de ellas?

Me acuerdo cuando estaba escogiendo qué carrera estudiar. Tener información de lo que unos dicen que debo hacer, lo que otros dicen que soy buena haciendo, lo que dice el examen de vocación profesional, lo que yo quería para mí y lo que quería para los demás. Te llenas de “¿cómo voy a cumplir con todas esas expectativas?”

Por otro lado, está el “¿en qué voy a trabajar?” o “¿qué pasa si no me gusta?” Innumerables preguntas, un común denominador todo por una expectativa: “que te vaya bien en la vida”. Pero, ¿qué significa que te vaya bien en la vida? O el pensamiento mediocre, que encuentres trabajo y no importa lo demás.

Mi experiencia con las expectativas

En ese proceso elegí ingeniería civil. Iba a la universidad y algo me decía: “no, esto no es para ti”. Entonces decidí buscar más, ya con un poco de conocimiento de lo que era ir a la universidad. Elegí cambiarme de carrera y todas esas expectativas de la gente hacia mí se fueron al piso.

¿Qué me dio el valor para cambiarme? Seguir mi intuición, ese interior que me decía “aquí no es” y ponerme a mí sobre esas expectativas, mías y de otros.

Después de escuchar todas las opiniones, decidí elegir por mí y cambiar de carrera. Comencé, alumna de excelencia, trabajo desde el semestre uno, trabajos que nunca pensé encontrar. Era un sueño para mí, mis expectativas se quedaron muy abajo en el nivel de mis logros.

Más adelante mi carrera dio otro cambio drástico. Hoy me dedico a dar terapias de sonido, meditaciones. Un trabajo relacionado a la espiritualidad, conciencia y relajación, herramientas para conectar con tu mejor versión. También, hoy sé que la vida da muchos cambios y que cada momento hay que disfrutarlo y vivirlo, mas no es para siempre.

Elígete

Un recordatorio de cómo las expectativas no son el límite, siempre hay más y lo importante que es ponernos en lo más alto. Claro que el proceso nos enfrentamos con críticas y comentarios incómodos. Al final la vida es una y hay que elegir lo que nos expande a NOSOTRAS MISMAS.

¿Por qué te cuento esto? Porque hoy te digo que sí puedes, que esas expectativas y más puedes lograr; cree en ti, en ti para ti y no para los demás. Tú eres siempre la prioridad.

Lo sé, suena fácil decirlo y créeme que en mi camino lloro, me enojo conmigo, con otros, y también me decepciono. El proceso es poco a poco, un paso a la vez y llegarás a la cima, una cima que nunca acaba y de la cual al voltear atrás estarás orgullosa de la incomodidad y del éxito, reconociendo cómo todo eso es parte de tu camino.

Hoy comienza por preguntar: Universo, ¿qué grandiosas y maravillosas experiencias tienes para mí en este día? Y comienza por abrirte a la magia, a TU magia, sin expectativas de otros y sin cumplir las ideas de otros en ti.

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