Nosotras.com.mx es el sitio femenino de EL UNIVERSAL que presenta temas de actualidad relevantes para la mujer de hoy: empoderada, segura e independiente
Autor: Vanessa Pérez
Subdirectora digital y experta en periodismo rosa, apasionada de contar historias, del futbol y del cine de terror. Durante los años que ha ejercido el oficio periodístico, ha coleccionado historias tuyas, suyas y NUESTRAS. Ahora... llegó el momento de contarlas.
Mi pareja no me deja satisfecha en el sexo, es un tema más común de lo que pensamos; sin embargo, es tan difícil e incómodo enfrentarlo que la mayoría de mujeres prefieren dejarlo pasar y entonces las consecuencias se hacen presentes eventualmente. El placer es igual de importante que el amor y uno no compensa ni justifica al otro.
La última encuesta que se realizó sobre la satisfacción sexual de las mujeres en México fue en 2015 y la hizo Boston Medical Group arrojando que el 38% de las mexicanas con vida sexualmente activa no se sentían satisfechas.
Y en el mundo son 4 de cada 10 mujeres las que están insatisfechas con su vida sexual y la mayoría son casadas o tienen una pareja estable. ¡Qué cifras tan lamentables!
Ante este panorama hay solamente 2 caminos: uno es seguir fingiendo que tienes la vida sexual que te complace (muy respetable tu decisión) y el otro es hablarlo, sincerarte con tu pareja y buscar soluciones.
Foto: Alex Boyd / Unsplash
La insatisfacción sexual puede desembocar en infidelidad y si tu pareja no está de acuerdo con que tengan una relación abierta o poliamorosa, entonces no es justo para ella. Lo peor, si no hay confianza para poder abrir cualquier tema como este que es muy importante, ¿qué haces allí?
Tu pareja no tiene la culpa de tu insatisfacción y mucho menos si ni enterada está, por ello es que las mentiras no son saludables nunca, ni en la cama. En el momento que tu felicidad, tu satisfacción, tu salud y tú te pongas como prioridad es que tendrás una vida plena.
Lo primero que no debes hacer es fingir y lo mejor es que este tema lo platiques con tu pareja, pero no en la cama, no al terminar un encuentro sexual. Tú sabrás en qué momento del día es mejor pedirle que platiquen, háganlo en casa o en un espacio privado donde nadie escuche ni los interrumpan.
Foto: Annie Spratt / Unsplash
No le des vueltas a las cosas, cuando decidas decirlo, solamente siéntate frente a tu pareja, respira profundo y habla. “El sexo que tenemos no me deja satisfecha”, empieza por eso, sin maquillar, sin suavizar, siempre es mejor decir las cosas tal cual son, con nombre y apellido.
Después síguete con la explicación de qué es lo que sientes: si crees que necesitas más juego previo, innovar o experimentar, más caricias, más besos, más lengua, más movimientos y, principalmente, dejarle claro a tu pareja dónde quieres todo eso y cómo.
Lo que sigue es sugerir que su próximo encuentro íntimo sea distinto, que se comuniquen lo que van sintiendo y lo que necesitan. Proponer que sea el “experimento” para buscar que ambos queden satisfechos.
Si tu pareja te ama hará equipo contigo para conseguir tu placer máximo, pero si se ofende o te termina, la vida te estará haciendo un favor porque estar con una persona egoísta que sólo piensa en sí misma es horrible. ¡No lo mereces!
Foto: Kinga Howard / Unsplash
La mayoría de las insatisfacciones sexuales no son un problema físico o que no tenga solución, así que relájate un chingo, pide para que se te conceda e intenta tener mejor comunicación y conexión con tu pareja.
Los tabúes, la falta de comunicación, las inseguridades, el miedo y la ignorancia son los únicos impedimentos de que no disfrutes tu placer, no los sigas alimentando y busca soluciones. En ti está que el sexo con tu pareja o parejas te deje satisfecha. ¡Trabaja en ello!
Según un estudio realizado el año pasado por la Universidad de Harvard, el afecto físico o conexión es el elemento primordial para mejorar la satisfacción sexual.
En la cama todo es mejorable, así que no te conformes.
Las mujeres normalizamos por años la violencia de género y es por ello que se tuvo que hacer un violentómetro, es decir, una “regla” que mide el nivel de maltrato que podemos vivir y que durante años permitimos.
Antes el concepto de violencia era solamente para definir los golpes o los gritos; sin embargo, los niveles de abuso también pueden ser ciertas acciones que desembocan en un maltrato psicológico.
A veces pensamos que la salud física es lo único que importa y olvidamos que es igual de importante la mental, que aunque las marcas del dolor no se ven, sí se sienten y desembocan en traumas, complejos, frustraciones, depresiones y otras enfermedades.
El violentómetro fue realizado en 2021 por la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género (UPGPG) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) bajo el hashtag #CeroToleranciaALaViolencia y se divide en tres niveles que se representan por los colores del semáforo, justamente a manera de prevención. Aunque posteriormente el Gobierno de la CDMX modificó los colores a amarillo, rojo y morado.
Foto: Jason Leung / Unsplash
De abajo hacia arriba, el violentómetro mide este tipo de maltratos:
1. Bromas hirientes
2. Chantajear
3. Mentir / engañar
4. Ignorar / ley del hielo
5. Celar
En esta etapa comienzan las luces para que te des cuenta que si sigues permitiendo lo anterior, la violencia aumentará, ¡ten cuidado!
En este punto la violencia es alta, pero todavía puedes reaccionar para evitar que te destruyan. ¡Reacciona y acude por ayuda profesional!
El último bloque del violentómetro es el que puede terminar en un feminicidio.
Foto: Semprepiusu03 / Pixabay
22. Sextorsión
23. Amenazar con objetos o armas
24. Difundir contenido íntimo sin consentimiento por medios digitales
25. Amenazar de muerte
26. Forzar a una relación sexual
27. Abuso sexual
28. Violar
29. Mutilar
30. Asesinar (homicidio / feminicidio)
Para prevenir la violencia de género primero debemos informarnos y educarnos y saber identificar lo que es maltrato, lo que no debemos permitir y estas herramientas como la regla del violentómetro pueden comenzar a concientizar a las estudiantes, a las adolescentes para que desde temprana edad no se permita el abuso.
Sin embargo, no importa la etapa de la vida en la que te encuentres, la violencia es actualmente un problema de salud pública a nivel mundial. Si estás viviendo algún tipo de maltrato marcado en el violentómetro, estás a tiempo de salir de allí. ¡No estás sola!
Las instituciones que apoyan a las víctimas de violencia de género son:
Províctima
Orientación legal
Atención psicológica
Trabajo social
Terapia grupal
Atención médica a primer nivel
Acompañamiento psicoemocional
Intervención en crisis
Grupos de autoayuda
Tel: 555 681 8125 / Gratuito: 800 715 2000
Instituto Nacional de las Mujeres
Orientación psicológica y legal
Atención en crisis
Canalización a instituciones de ayuda
Tel: 55 5322 6030 (horario de lunes a viernes de 9:00 a 17:00 horas)
Levante la mano quién tiene un vibrador en casa… Si lo hiciste, seguramente estás sonriéndole a la pantalla con el brazo arriba. ¡Te felicito! Pues eres una mujer que disfruta a plenitud su sexualidad, sin prejuicios ni miedos, y que seguramente has logrado tener orgasmos 10 de 10 tu solita.
Me hubiera encantado que alguien experimentado me hubiera quitado antes la venda de los ojos sobre los juguetes sexuales, pues pensaba que solamente los usaban quienes no tenían buen sexo con sus parejas. Me compré la idea de que eran “consoladores”. ¡Qué error!
Es por ello que tuve mi primer vibrador ya muy grande y experimentada, en un momento en el que me encontraba soltera y quería estar así por un buen rato, pero una tiene sus necesidades. Así que yo espero llegar a ti, a la que no levantó la mano y que, como mi yo del pasado, no ha roto la barrera de comprar el tuyo, ya sea porque piensas que no lo necesitas, por pena, por miedo o por desinformación.
No soy sexóloga, pero sí soy una mujer que vive libre y responsablemente su sexualidad, sin tabúes ni miedo al qué dirán, te narro mi experiencia esperando te sirva de algo.
Lo primero que hay que precisar es que los juguetes sexuales se crearon para elevar el placer y NO para sustituir gente, es decir, no son consoladores de nadie, para eso tenemos a nuestr@s amig@s que se avientan nuestros dramas mientras limpian nuestras lágrimas.
Foto: Unsplash
Por ello es que estos accesorios para adultos son adecuados en cualquier momento de la vida sexual, desde que se comienza hasta el nivel “experimentado” (si eso existe porque yo creo que nunca se deja de aprender y descrubrir en el sexo). Cuando era adolescente había una campaña de una marca de juguetes sexuales que usaba el eslogan: “Los adultos no dejamos de jugar, sólo cambiamos de juguetes”. ¡Y sí!
Juguetes sexuales hay muchos, la variedad es grande y se dividen en zonas de placer, pero hoy quiero que nos enfoquemos en el placer de NOSOTRAS, por lo tanto, los mejores son los vibradores, que puede ser dos: de clítoris y vaginales.
Incluso hay juguetes que traen doble función: dan placer en ambas zonas, son un 2X1, por lo que te hacen ahorrar dinero pero multiplican el placer. ¡Ganando como siempre!
Lo más importante que debes considerar cuando vas a comprar tu primer juguete sexual es que pienses que es para ti, no importa si también lo usarás con tu pareja, tu placer va primero, eso nunca es negociable, mujer.
Foto: Pixabay
Es mejor que vayas a una SexShop, porque de la vista nace el amor; sé que es más cómodo abrir una app de ecommerce y pedirlo hasta la puerta de tu casa, pero cuando es tu primer “bebé”, es mejor que lo veas, que preguntes todo y que compares todas las opciones.
Te recomiendo que preguntes por las opciones de vibradores que hay para el tipo de placer que estás buscando, aunque la finalidad siempre es un buen orgasmo, entonces seguramente te recomendarán estimuladores de clítoris y del punto G.
Otra de las cosas importantes a considerar son los materiales, las mujeres con alergias deben mencionarlo para que les den opciones adecuadas para que no sufran irritaciones. Los que están hechos de silicona médica son los más recomendables actualmente, es el material con el que están hechas las copas menstruales; es difícil que guarde bacterias y es sencillo de asear.
El tamaño no importa, mejor fíjate en el tipo de vibraciones o succiones, ya que ahora hay unos juguetes que “chupan” el clítoris, para imitar el sexo oral, y también son una gran inversión. Tú sabrás de qué tamaño, color y velocidades lo compras y eso dependerá de lo que te guste y te acomode.
Foto: Unsplash
Otro factor que sí es importante considerar es el presupuesto, pues hay vibradores económicos que pueden costarte desde 200 pesos, hasta otros que superan los 2 mil y hasta pueden controlarse desde el celular. El precio depende de los materiales y de sus funciones. Mi recomendación es que ahorres y compres uno potente, pues te va a durar un buen tiempo, si lo sabes cuidar. Valdrá la pena el gasto, es una inversión a tu placer y ese no tiene precio.
Otra cosa que te recomendaría es que pienses qué te funciona mejor a ti: cargarlo con pilas o por cable de electricidad. Para mí siempre serán mejor los que se conectan a la luz y si tú también prefieres estos, solamente debes saber que cuando los vayas a usar, no puedes tenerlos conectados, no queremos accidentes.
Foto: Pixabay
Finalmente, me queda recomendarte que cuando vayas a comprarlo, entres segura a la SexShop y con la cara en alto, pues eres una mujer que factura y puede comprar el vibrador que quiera. Te prometo que saldrás sintiéndote empoderada y si no es así, deberías, pues estás mandando al carajo la represión sexual que tanto nos han impuesto.
Un vibrador también te ayuda a conocer mejor tu cuerpo y tus zonas erógenas, para que después le digas a tus parejas qué te gusta, cómo te gusta y en dónde te gusta que te lo hagan. Al final una termina hasta encariñándose con sus juguetitos.
Ya se la saben, yo siempre les desearé felices orgasmos, así que a darle porque no se logran solitos. Y espero que la próxima vez que les pida levantar la mano, sean todas las que lo hagan.
Ser MUJER lo es todo y como tal, merecemos el respeto y reconocimiento igualitario que el machismo nos ha arrebatado. Ese fue el eje de un evento feminista al que asistí hace unos días y en el que conocí a Camila, quien perdió hasta los apellidos por luchar por su género. Esta columna 1, 2, 3 X NOSOTRAS también es un espacio para exponer las historias de mujeres que con su lucha nos inspiran, como ella.
Nació siendo hombre en Chimalhuacán, Estado de México, hace 41 años, sus padres la llamaron José María y le decían “Chema”. Creció en una familia muy católica y machista. Su papá era peluquero, tenía su negocio en su casa, y su mamá era ama de casa. Tuvo 5 hermanas, todas mujeres. Fue la última hija porque su papá quería un varón.
Su familia vivía con lo necesario, recuerda que muchas veces no había dinero para comer y tenían que vivir de huevo, arroz y frijoles. Su casa (en obra negra) se componía solamente de tres cuartos: uno lo ocupaban para la cocina y la sala, el otro era la recámara de sus papás y el tercero era donde dormían todos los hijos. Compartían un baño en la casa pero tenían el de la peluquería para las emergencias.
Camila recuerda que desde el kinder comenzó a sentirse una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre y eso se fue intensificando con los años, siempre quiso que le dijeran: ella. Sin que se dieran cuenta, robaba la ropa de sus hermanas y se la ponía en los probadores de las tiendas. En esos momentos ella se sentía bien, le gustaba lo que veía en el espejo.
Foto: Pixabay
Cuando entró a la secundaria, sus papás y hermanas comenzaron a violentarla con calificativos como: “puto”, “maricón”, “mayate”, al igual que lo hacían sus compañeros de la escuela y los vecinos.
Pero todo se puso peor el día que cumplió 13 años y su papá le pidió a su compadre que lo “hiciera hombre”. A ella le dijo que su padrino iba a llevarla a festejar, se arregló y nunca pensó que ese día su vida iba a cambiar por completo, pues confiaba en su padrino, hasta ese momento era de las pocas personas que no la habían agredido por sus evidentes preferencias de género.
Cuando se subió al taxi de su padrino comenzó un discurso sobre que estaba en la edad de “hacerse hombrecito” y que sus papás estaban preocupados por sus gustos “afeminados”. Ella guardó silencio, no sabía qué decir, no sabía si era el momento de confesarse. Y es completamente entendible, era una niña, tenía 13 años y nunca le crearon un vínculo de confianza para poder hacerlo, al contrario, solamente la agredían y la discriminaban.
Llegaron a un burdel, en el que ya la esperaban dos sexoservidoras en uno de los cuartos del lugar, a las que su padrino les había pagado para que tuvieran sexo con ella. Le pidió que entrara y recuerda haberlo hecho temblando. Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordarlo, como aquella vez.
Foto: Pixabay
Entró sin decir nada y en cuanto cerró la cortina que funcionaba como puerta, las mujeres comenzaron a acariciarla para tratar de calmarla, ella se congeló. Le quitaron la ropa, la hicieron que las tocara y la masturbaron.
Le hicieron sexo oral las dos, la estimularon vía anal para tratar de que tuviera una erección, lo cual nunca pasó. Cuando terminó su tiempo, salieron y la dejaron vistiéndose. Esa tarde Camila fue violada por dos mujeres y les pagaron por ello.
Salió del privado sintiendo la tristeza más grande y queriendo terminar con su vida. Era una niña pero sabía que no quería regresar a la casa en donde las personas que supuestamente la amaban la habían lastimado de esa manera.
Su padrino se sentó a tomar con las sexoservidoras y ella aprovechó para salir corriendo del burdel. Con la muda de ropa que llevaba y menos de 30 pesos en la bolsa, Camila decidió no volver nunca más con su familia.
Esa noche tomó el metro a la CDMX, específicamente a Bellas Artes, donde buscó una banca para dormir y así comenzó a sobrevivir un día a la vez, pasando hambre, frío y peligros, pero nunca más por una violación.
Lo primero que hizo fue “bautizarse” con el nombre de Camila sin apellidos y comenzar de cero, asegurando que no tenía familia y que no recordaba nada de su vida; hubiera querido que realmente fuera así.
Trabajó en todo, en los mercados, haciendo limpieza en casas, de ayudante en varios negocios, todos empleos informales porque no tenía documentos. Siguió sufriendo discriminación y violencia verbal pero a esas alturas ya todo se le resbalaba, había creado una “capa” gruesa de piel que la blindaba porque se prometió que nunca más nadie iba a lastimarla de ninguna manera.
Hasta que conoció a su jefa actual, que tiene una estética y que es madre soltera de dos hijos, pues huyó de su esposo alcohólico cuando se cansó de las golpizas y los malos tratos. Sus historias las hicieron sentir empatía la una por la otra; mujeres somos y la sororidad nos une.
Al principio la dejó vivir en la estética hasta que Camila conoció a su actual pareja: Iván, un hombre que era cliente de la estética y que poco a poco se fue enamorando de ella.
Foto: Pixabay
Hasta ese momento, Camila se vestía como mujer, se depilaba con cera y usaba bras con relleno, porque no tenía las posibilidades económicas para hacerse las cirugías y tratamientos que la hicieran sentirse ella.
Pero cuando comenzó su relación con Iván, se les ocurrió comenzar a hacer tandas para obtener dinero y pagar los tratamientos de hormonas y su cirugía de senos. Hoy Camila se siente feliz con su imagen, aunque todavía están haciendo la “vaquita” para la cirugía de cambio de sexo. Dice que cuando eso suceda, al fin logrará mirarse al espejo con total amor.
Pese a todo lo que ha vivido, Camila es una mujer muy resiliente, empática y sensible. Acude a eventos feministas en busca de poder tener una identidad como mujer y papeles oficiales que la respalden. En su camino ha conocido mujeres que buscan lo mismo: reconocimiento y derechos, ¡los merecen!
Sobre su familia, nadie hizo nada por buscarla; supo que sus padres fallecieron y que sus hermanas siguieron el patrón machista, pues viven con hombres que las violentan.
Camila dice que lo perdió todo por ser mujer, pero no es así, ella lo ganó todo precisamente por buscar serlo. Hoy tiene un hogar, por primera vez, un sitio seguro, una familia que la ama y la respeta, un trabajo y un cuerpo que ya siente suyo. Le falta conseguir papeles, pero su identidad ya la creó.
A través de esta historia espero que encuentre el apoyo que le hace falta para ser reconocida oficialmente como MUJER. Por Camila y por todas NOSOTRAS que merecemos vivir sin violencia de género.
A mí me gustan menores, esos que NO son señores, esos que llaman “colágeno” y que te dan años de vida. No soy sugar mommy, simplemente prefiero entablar relaciones amorosas con hombres menores que yo, pero tampoco con adolescentes, no soy pedófila.
Y si tú eres de las mías, de las que sienten mayor atracción por los hombres menores, entonces quédate a que te cuente cuál es el motivo, según mi terapeuta porque por supuesto que se lo pregunté.
El hombre más joven con el que salí era 10 años menor, aunque aclaro que me engañó con su edad y yo pensaba que le llevaba solamente 4. Esta historia (intensa) la puedes leer acá.
Además yo me veo de menor edad de la que realmente tengo y mi personalidad es fresca y jovial, seguro por eso atraigo a personas más jóvenes; y acá entre NOSOTRAS, confesaría que me aterra crecer y hacerme señora (que por la edad que tengo ya soy, pero me gusta pensar que no) y seguro por eso encuentro atracción en la generación menor a la mía.
Pero más allá de autoanalizarme, en una de mis sesiones de terapia (tomo la cognitivo-conductual) le pregunté a mi psicóloga por qué siempre tengo el mismo patrón en mis relaciones de pareja: hombres más chicos que yo y con apegos tremendos a sus mamás o a sus familias.
Foto: JUrban / Pixabay
Y resulta que me dio varias respuestas posibles, se las voy a resumir:
– Huir del compromiso: Una de las razones de buscar hombres menores es porque se piensa que ellos no buscan compromisos grandes como casarse, formar un hogar o una familia como lo harían los de mayor edad. Así que al estar con este tipo de hombres se está en una zona cómoda para quienes le tienen pánico a las relaciones serias.
– Vivir la aventura: Los hombres jóvenes son más espontáneos, divertidos y salir con ellos puede representar estar con la adrenalina arriba casi todo el tiempo. Por eso sientes que te “inyectan” vida.
– Deseo sexual a tope: Los hombres van perdiendo energía y vigor con el paso de los años, es algo completamente natural, la biología no perdona y los años no acarician. Por eso dicen que tienes la edad de la persona con la que te acuestas, si fuera así, ¿tú cuántos años tienes realmente?
Foto: Niekverlaan / Pixabay
– Control freak: Al saber que eres la persona mayor de la relación, quieres tener el control de todo porque asumes que eres la persona con más experiencia y conocimiento. Incluso algunas mujeres pueden maternar a sus parejas y asumir una relación tipo Edipo Rey; esto sí necesita psicoanálisis.
– Tener el poder: Hay mujeres que prefieren ser las empoderadas de la relación y por ello buscan parejas que estén por debajo de ellas no sólo en el plano financiero, sino también en el laboral y es más probable que un hombre menor lo sea porque comienzan a construir su vida adulta.
Después de escuchar todas estas posibles razones, no me sentí identificada tal cual me las mencionó mi terapeuta, pero sí siento que algo hay de eso en mi gusto por los hombres que NO son señores.
Además de todo esto, el doctor Justin J. Lehmiller, investigador de la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, afirmó que las mujeres que tienen una relación amorosa con un hombre más joven que ellas son más felices.
Foto: ElisaRiva / Pixabay
Según estudios que realizó el investigador, las mujeres heterosexuales con 10 años de diferencia de edad en su relación de pareja estaban más satisfechas y comprometidas.
Se los he dicho antes, no hay verdades absolutas en las relaciones de pareja, pero lo que sí es un hecho es que las mujeres que entablamos relaciones amorosas con hombres menores no tenemos tabúes ni nos importa el qué dirán. Vivimos amores libres y plenos y eso sí es ganancia.
Lo importante es disfrutarlo sin lastimar a nadie ni abusar, unos añitos de diferencia no significan nada, son sólo números. Eso sí, nada de pedofilia.
Está comprobadísimo que el condón no disminuye el placer durante las relaciones sexuales, pero sí aumenta el riesgo de contagiarse de un enfermedad de transmisión sexual (ETS), de una bacteria, de un hongo o de tener un embarazo no deseado.
Sin embargo, en México solamente el 51% de las mujeres adolescentes sí usan condón durante su vida sexual, mientras que los hombres es el 75%, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-2019.
Incluso aunque tengas una pareja estable y decidas no usar condón, no te libera de contraer un virus, una ETS o un hongo y ni la eyaculación afuera o el método del ritmo de un embarazo no planeado. Por lo que hacerlo sin un anticonceptivo de barrera es una decisión MUY IMPORTANTE, pues está en juego la salud.
El sexo seguro se disfruta más, pero si tú estás considerando hacerlo sin condón, esto es lo que debes saber antes:
Una sola vez puede cambiar tu vida: Puede ser que te la quieras jugar solamente una vez pensando que sin preservativo sentirás más; sin embargo, aunque sea una sola relación sexual, el riesgo de contagiarte de algo grave e incurable es el mismo que si lo haces varias veces con un conocido o desconocido.
Foto: CatsWithGlasses / Pixabay
Bacterias que viajan por todo el cuerpo: Puede ser que piensas que hacer sexo oral sin condón no es un riesgo de contraer una ETS; sin embargo, existen bacterias que se alojan en la lengua de las personas y viajan a la garganta o el esófago.
Una amiga le hizo sexo oral a un ligue y se contagió de una bacteria que se alojó en su garganta, la cual provenía de los intestinos. ¿Cómo pasó? Su médico le explicó que su pareja sexual practicó antes sexo oral en el ano a una persona que en sus intestinos tenía la bacteria y así fue como ellos dos la contrajeron. Todo esto se hubiera evitado si hubieran usado condón.
Si practicas sexo oral sin condón puedes contraer: herpes, hepatitis B y C, hongos, Virus del Papiloma Humano (VPH), condilomas o verrugas y ETS como sífilis y gonorrea, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Foto: Tumisu / Pixabay
Está comprobado que el sexo anal es el más riesgoso para contraer VIH si se realiza sin condón. “Esto es porque el tejido que cubre el ano es delgado y puede rasgarse fácilmente durante el sexo, dejando que el virus entre al cuerpo”, según Planned Parenthood.
Si practicas sexo anal sin condón puedes contraer: hepatitis B y C, VPH, cáncer y VIH. Y si lo haces vía vaginal puedes contagiarte de: hepatitis B, bacterias como gonorrea, sífilis y clamidia, parásitos como tricomoniasis y virus como VPH, VIH y herpes, según Mayo Clinic.
Puede que veas sana a la otra persona porque no tiene llagas o verrugas en los genitales, pero esto no quiere decir nada, recuerda que no todas las personas tienen síntomas pero sí son portadoras de una ETS. Así que nunca te confíes, usar condón es una decisión de vida o muerte, tú sabes si te la juegas por un momento de placer.
No importa el tipo de sexo que practiques, como mujer responsable compra tus condones y llévalos contigo, recuerda que mujer prevenida y pervertida vale por dos. El sexo seguro da mejores orgasmos.
Foto: KlausHausmann / Pixabay
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS):
A diario más de 1 millón de personas en el mundo se contagian de una ETS y la mayoría de los casos son asintomáticos.
Más de 500 millones de personas entre 15 a 49 años padecen una infección genital por el virus del herpes.
Algunas ETS, como el herpes, la gonorrea y la sífilis, pueden aumentar el riesgo de infección por el VIH.
La infección por el VPH está asociada a más de 311 mil muertes por cáncer de cuello uterino cada año.
Y tú, ¿conoces la copa menstrual?, ¿la usas?, ¿la usarías? Una de cada 10 mujeres mexicanas la utilizan, según mencionó la doctora Zarela Chinolla Arellano, especialista en ginecología y obstetricia de la UNAM, al sitio UNAM GLOBAL, en agosto del 2020.
La razón por la que la especialista considera que se usa por pocas mujeres es por la falta de información, de conocimiento del cuerpo y la renuencia a experimentar nuevas opciones en la higiene menstrual.
Yo comencé a usarla hace más de 10 años y casi me volví una vocera del producto de lo encantada que me tenía; aunque me di cuenta que las mujeres que me rodeaban estaban llenas de tabúes y por ello ni consideraban ponerse una copa menstrual.
Es increíble que existan mujeres que sientan asco y aberración por su sangre. El hecho de que la menstruación no sea visto como un proceso natural del cuerpo femenino es causado también por el machismo.
Tan contradictorio es que en plena era de los metaversos y las criptomonedas, un gran número de mujeres en el mundo sigan sintiendo vergüenza por menstruar y más aún, que en ciertas culturas (mediterráneas, principalmente), sigan encerrándolas durante su periodo y no tengan los recursos para comprar los productos de higiene que se necesitan.
Foto: Pixabay
La menstruación digna también debe ser un derecho, pero dejar de estigmatizarla empieza por cada una de NOSOTRAS. Es nuestro cuerpo, nuestra sangre; no es sucia, no es mala, no es aberrante; al contrario, representa la vida.
La primera vez que escuché hablar de la copa menstrual fue cuando tenía 24 años y lo hice por medio de Facebook, ya que una ex compañera de la universidad la había conocido, probado y estaba encantada, así que decidió comenzar a comercializarlas entre las mujeres que conocía.
Me interesé en adquirir una porque tengo la piel muy delicada y las toallas me sacaban un sarpullido muy molesto y los tampones no son recomendables para usarlos todo el tiempo, menos en las noches, así que sonaban ser una gran opción para mí.
Recuerdo que mi ex compañera me invitó a una charla en la que me contaron cómo funcionaba la copa y pude resolver todas mis dudas: si el material podía causarme alguna infección, cómo se limpiaba, cuántos años duraba, cómo se colocaba y qué cuidados se debía tener con ella.
Foto: Pixabay
Se trataba de una marca española que, en ese momento, estaba certificada para venderlas en México y tenía dos tallas: mediana (recomendada para mujeres menores de 30 años sin partos vaginales) y grande (ideal para mujeres de más de 30 y que ya hubieran tenido hijos vía natural). Compré la mediana esperando que fuera suficiente para la cantidad de flujo que me bajaba.
Resolvieron todas mis dudas y lo que me convenció es que era un producto que no causaba infecciones o enfermedades, amigable con el medio ambiente y reutilizable. Me sugirieron hervirla antes de estrenarla y que cada que la vaciara, la lavara bajo el chorro del agua solamente con mis manos, nada de jabones.
Una de las cosas que me impactaron es que nos dijeron que íbamos a descubrir que en realidad la menstruación no es tanta como pensábamos, hablando de mililitros, y que los flujos muy abundantes iban a tenerla que cambiar 3 veces al día, pero los moderados y bajos, solamente una vez.
Al terminar de usarla te recomendaban volver a hervirla y guardarla en la bolsa de tela en la que venía. Obviamente antes de ponerla o quitarla se tenían que tener las manos bien lavadas y limpias y la sangre se vacía directo en la taza del baño.
Foto: Rebecca Manning / Unsplash
Recalcaron mucho que la copamenstrual era una maravilla porque además de que la sangre no olía, se evitaban el 98% de los accidentes y no se generaba la basura de las toallas y los tampones, que al año representa toneladas.
Su costo era de 500 pesos y era un pago único de por vida, al menos en ese momento me dijeron que esa copa me iba a durar para siempre.
Al principio me costó trabajo ponérmela, ya que tienes que doblarla de una punta para que entre y al soltarla, se acomoda en la entrada del cérvix. En un par de meses ya tenía dominada la técnica para meterla y sacarla.
Para mí nunca fue para una incomodidad sacarla, vaciarla, lavarla y volverla a meter. Es un mito que te ensucias toda y parece escena del crimen. Y cuando me tocó cambiarme en baños donde no había lavabo adentro, como en mi trabajo, metía una botella de agua y en la taza se la vaciaba para dejarla limpia.
Era verdad que en las toallas ves cantidades abundantes de sangre y piensas que llenarás la copa cada hora, pero no es así. En mis primeros dos días del periodo me la cambiaba dos veces al día y en los demás, solamente una. Es decir, me la ponía en la mañana y hasta que regresaba a casa en la noche la volvía a limpiar. Una maravilla.
Foto: Patricia Moraleda / Pixabay
Realmente estaba encantada con la copa menstrual, era maravilloso ya no gastar cada mes 300 pesos en toallas y tampones, en ya no tener las infecciones de piel, olvidar el olor a sangre y los accidentes, nunca tuve uno.
Y así estuve por unos 6 o 7 años hasta que de repente me dio una infección de vías urinarias, la primera que tenía en la vida. Sané a la semana con la medicina y llegó el siguiente periodo, noté que la copa me estaba causando mucha comezón por dentro, cosa que no había pasado antes, al punto que un día tuve que sacármela y regresar a los tampones. Luego de eso vino una infección vaginal.
Visité al ginecólogo y me dijo que era la copa menstrual la que me estaba causando esas infecciones, resulta que sí tienen una caducidad, pues los hoyitos por los que entra el aire para que no se quede atorada en la vagina acumulan residuos de la menstruación, por ello el tiempo de vida que le daban los expertos era de 5 años.
Me recomendó dejar de usarla durante 3 meses y luego comprar una nueva. Eso hice pero la mala noticia era que la marca española había sido prohibida por el tipo de plástico con el que estaba hecha. Estamos hablando que ellos fueron los primeros en comercializarla en México; luego de eso vino un boom de marcas que lo hicieron y se mejoró el material y, por lo tanto, se establecieron estándares de calidad más altos.
Foto: Monika Kozub / Unsplash
Así que probé otra marca, que no me gustó porque el plástico era muy suave y tenía fugas. Así estuve probando unas 3 marcas más y pasaba lo mismo, el material era demasiado maleable y por más que intentaba, no se abría dentro de mí y terminaba escurriéndome.
Hasta el día de hoy no he encontrado el mismo material de mi primera copa, que era un plástico firme, que tal vez costaba más introducirlo que los de las copas de ahora, pero que se abría a la primera y se acomodaba perfecto.
Actualmente ya no uso la copa, volví a los tampones y ahora estoy probando la ropa interior menstrual, que es muy práctica y funcional, aunque esa la uso en los días moderados, todavía me da miedo aventarme a los primeros días de mi periodo, quiero hacer la prueba pero cuando tenga menos actividades, porque generalmente ando muy activa de un lado a otro.
Así que en mi experiencia, la recomendaría totalmente, pese al problema que tuve por no saber que sí tenían una fecha de caducidad. No es cierto que haces un batidero, tampoco que es molesto meterla y sacarla, ni mucho menos que no es práctica. Es uno de los mejores inventos para las mujeres.
Sabías que las primeras copas menstruales empezaron a verse a finales del siglo XIX, pero fue hasta 1932 que se patentó por Lester J. Goddard y en 1937 Leona Chalmers comercializó la primera, a la que llamó “receptor catamenial”.
Foto: Good Soul Shop / Unsplash
Se inventaron por una necesidad de darle mayor higiene a la mujer durante su menstruación, pero su boom mundial fue varias décadas después y teniendo también como propósito el reducir la basura menstrual.
Actualmente encontramos copas de todos los colores; además que ya se venden cepillos para los hoyitos, shampoos especiales para lavarlas y otros accesorios.
La precariedad menstrual:
Actualmente, 500 millones de mujeres en todo el mundo no pueden pagar productos de higiene íntima ni tienen acceso a baños funcionales para asearse.
Solamente el 16% de las niñas y mujeres del mundo cuentan con información precisa sobre la menstruación, según datos dados por la UNICEF en 2020.
En México, Morena presentó ante el Congreso de la CDMX una serie de iniciativas en pro de la menstruación digna, la cual propone la gratuidad de productos de gestión menstrual, así como programas de promoción e información para mujeres y personas menstruantes, la cual sigue en proceso de aprobación.
Es triste pero hoy la pobreza tiene género y es femenino, esto debido a la desigualdad de oportunidades laborales, sociales, económicas, políticas y culturales, lo cual conlleva a un abuso y todo solamente por ser mujer.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) afirma que la pobreza no sólo depende de los ingresos económicos, sino de que una persona no tenga garantizado el acceso a los servicios de salud, a la seguridad social, a la educación, a la calidad y a los servicios básicos de la vivienda; así como al alimento.
Tomando en cuenta esto, El Coneval reportó en 2021 que en México se registraron 29.1 millones de mujeres que viven en situación de pobreza, es decir, el 44.4% de la población, mientras que hombres fueron 26.6 millones (43.4%).
Foto: PublicDomainPictures para Pixabay
Entre 2018 y 2020 el número de mujeres mexicanas en pobreza aumentó de 27.1 a 29.1 millones, es decir, 4 de cada 10 mujeres del país se encuentran en esta condición, específicamente, en el caso de las mujeres indígenas es 7 de cada 10.
Mientras que a nivel mundial, el 70% de las personas pobres son mujeres, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), lo que representa que 1 de cada 5 niñas viven en esta condición.
Pero estos datos se contrastan con lo que las mujeres producimos y trabajamos, pues el 66% del trabajo en el mundo es realizado por el género femenino; sin embargo, por ello solamente reciben el 10% de los ingresos. Esta desigualdad es marcada por una violencia de género en la que se considera que el hombre es el que merece tener los puestos más altos y sueldos superiores.
Además en varios países, africanos y asiáticos principalmente, se les prohíbe a las mujeres asistir a la escuela, tener una profesión y, por lo tanto, lograr una independencia económica. Pero sí trabajan en casa sin recibir ningún sueldo por hacerlo.
Foto: FotografieLink
Piensa en ti, en tu experiencia, mira a tu alrededor, te aseguro que en tu empresa los puestos más altos todavía los tienen los hombres, que pese a tener los mismos cargos, las mujeres ganan menos, que a ti te ha costado el doble obtener reconocimiento económico y laboral frente a tus compañeros. En esta columna les cuento mi historia sobre el acoso que viví por parte de mi jefe.
Abrirnos la brecha a la igualdad económica y laboral no está siendo sencillo pero cada vez que una mujer obtiene un puesto de poder, que tiene acceso a los derechos de la salud, que tiene un sueldo digno y que es reconocida igual que un hombre, podemos decir que ¡ganamos todas!
Deben entender que esta lucha no es por ser mujeres, es porque se den cuenta que somos personas y como tal debemos tener los mismos derechos. Seamos la punta de lanza para que en el futuro seamos no sólo la fuerza laboral, sino también con remuneración igualitaria y reconocimiento digno y justo.
A mí me gustan menores, esos que no son señores… bien pude haber cambiado la letra de la canción de Becky G porque debo confesarles, acá entre NOSOTRAS, que tengo un crush con los hombres menores que yo, aunque salir con uno al que le llevaba una década de vida, fue una aventura inolvidable.
Pero deben saber que esta historia comenzó con una mentira, es decir, él fingió tener más años y yo le creí, porque no sé si al decirme que tenía 10 menos que yo estaría contándoles esta anécdota que es de las más especiales de mi vida romántica.
Todo comenzó un día de vacaciones en el que decidí ir a la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria para leer unas joyas literarias, además de visitar mi alma máter y recordar mis años de universitaria. En ese tiempo yo tenía 33 años, vivía sola y ya tenía reparado el corazón luego de mi separación con el que casi fue el futuro padre de mis hijos.
Después de recorrer el lugar y sentarme a leer un rato, intenté ver cómo podía sacar un libro, así que me acerqué al mostrador y la bibliotecaria me informó que no había manera pues ya no era ni estudiante, ni tesista; en esas estábamos cuando apareció él, el clon de Carlos Vela (el futbolista mexicano más guapo según yo).
Foto: jarmoluk / Pixabay
Se ofreció a sacar el libro para mí con su credencial. Hizo el trámite y me lo dio. Salimos para ponernos de acuerdo sobre dónde vernos para regresarlo en la fecha que indicaba el sello bibliotecario. Sí noté que era joven, pero nunca imaginé que tendría una década menos que yo.
Nos presentamos y nos sentamos un rato en los pastitos de Las Islas a platicar, me dijo que estaba haciendo su tesis, que tenía varios años que había acabado la carrera en diseño industrial, pero tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en el posgrado de su facultad y por ello hasta ahora había comenzado su proceso de titulación. Añadió que tenía 29 años.
Era originario de Hidalgo y vivía en la colonia Anáhuac, a unos 10 minutos de mi casa. Su papá le rentaba a él y a su hermano menor un departamento porque ambos estaban en CU, su hermano estudiando arquitectura y él trabajando en el posgrado de diseño.
Además dijo que algunos fines de semana trabajaba con su tío como chofer suplente de un tráiler que transportaba alimentos a Estados Unidos.
Foto: IG @carlosv11_
Su estilo me mató, tenía barba cerrada, unas pestañas largas y rizadas y expansiones en las orejas. Vestía todo de negro, con los jeans rotos, playera de banda de metal y sudadera.
Nos volvimos a ver cuando le entregué el libro en una de las sucursales de la churrería El Moro, la que está en Río Lerma, muy cerca de mi casa. Cada quien compró sus churros y nos sentamos a platicar y a reír de la vida, era muy ocurrente. Al final de ese “date”, me besó y yo quedé encantadísima.
La siguiente cita fue en su departamento, es día su hermano se iba a quedar con su novia, así que estábamos solitos y pues sí, pasó lo que se imaginan. Tuvimos una noche deliciosa de puro placer y al terminar, me llevó a mi casa.
A los tres días nos volvimos a ver, ahora en mi departamento, llegó con cervezas y qué creen, se quedó a dormir. Yo no invito a dormir a nadie a menos que ya sea una relación más seria, pero lo vi tan cómodo que no quise echarlo.
Foto: stokpic / Pixabay
Dormimos de cucharita y a la mañana siguiente despertamos con otra dosis de placer y preparamos el desayuno juntos, los peores chilaquiles de la historia porque ninguno de los dos sabía cocinar, pero nos divertimos.
Así poco a poco comenzamos a vernos cada vez más seguido hasta que fue diario, generalmente en mi departamento porque yo vivía sola y era más cómodo.
Él nunca me invitó ni un helado, cada quien sus “cubas”, lo cual me parecía raro, pues cuidaba cada peso y se supone que tenía dos trabajos y el papá le pagaba la renta. Pero yo estaba viviendo mi romance que me tenía complacida en todos los sentidos, pero sí, más en el sexual.
Yo estaba radiante, llegaba a la redacción del periódico siempre sonriendo, sin creerme que tenía a mi propio Carlitos Vela en mi cama. Me daba vida y tal vez allí me hubiera quedado un buen rato, pero llegó el día en el que me confesó que me había mentido, que no tenía 29 años, que tenía 23 y estaba haciendo su servicio social en el posgrado de diseño. ¡Era universitario! No trabajaba y por eso cuidaba cada peso.
Foto: geralt / Pixabay
Además de que tenía una novia en Hidalgo, que había conocido en la prepa y a la que veía cada dos meses, cuando iba de visita para allá. Y que tenía que dejar de verme porque ya no se me quería despegar pero él y yo no teníamos futuro, pues yo era muy mayor y su familia nunca iba a aceptarme.
No sé qué de todo me dejó más fría, pero definitivamente escuchar que ya no íbamos a vernos me ponía triste. Me estaban obligando a bajarme del carrusel en el que me estaba divirtiendo como nunca y sin previo aviso. Allí entendí que los placeres son breves pero por eso se disfrutan tanto.
Cumplió su palabra, no lo volví a ver, no me volvió a escribir ni a buscar y tiempo después cambió su número de teléfono y su Instagram. Se acabó pero él siempre estará en mi top 5 de romances inolvidables.
Más que colágeno para mí fue una aventura que no esperaba vivir, pero que necesitaba para reafirmar que “los para siempre” no existen, pero que “los mientras tanto” son mucho mejor.
Previo a la última marcha feminista 8M, en redes sociales se hizo viral la pregunta sobre qué pasaría si todas las mujeres nos dijéramos qué hombres sabemos que son infieles… Te la dejo botando, pero yo sí te diría si tu novio, esposo o amor en turno me tira la onda porque para mí la sororidad es muy necesaria. Estamos hartas de la violencia de género, así que entre nosotras tenemos que apoyarnos y cuidarnos.
Este tema lo volví a poner en mi mesa recientemente luego de que uno de mis ex me escribiera para reanudar el coqueteo, por un momento pensé que ya andaba soltero otra vez, hasta que al día siguiente descubrí que no, que seguía con su novia.
Darme cuenta de esto fue una gran decepción porque creía que era un hombre honesto que no necesita lastimar a los que ama. Pero me dio más rabia por la novia, por ella, porque piensa que tiene a su lado a un hombre fiel y comprometido, mientras él anda buscando a su ex para bajarse la calentura.
Decidí que no iba a ser parte de esa traición pero tampoco iba a cubrirlo, porque quiero ser la mujer empática que tanto necesitamos en este movimiento feminista. Pero retrocediendo un poco el tiempo, en realidad siempre ha nacido de mí ser una mujer que profesa la sororidad, incluso antes de conocer este término.
Foto: Priscilla Du Preez / Unsplash
Pues una vez salí por varios meses con un hombre que supuestamente era soltero hasta que descubrí que no era así, por supuesto que no me quedé callada y le quité la máscara frente a su novia, con quien llevaba más de 6 años de relación. ¿Qué pasó? Ella no me creyó, pese a que le enseñé pruebas, y no sólo eso, sino que él me tachó de loca, porque eso hacen los machitos. En su mente es tu culpa por decirle a sus mujeres y no la de ellos por no ser honestos.
Tiempo después ellos se casaron, él tuvo el atrevimiento de llamarme el día de su boda para informarme que pese a que estaba por caminar hacia el altar, yo había sido el amor más importante de su vida. ¡Cínico! Sobre la infidelidad, te hablo en esta columna.
Tristemente la esposa me stalkeaba todo el tiempo, lo sabía porque varias veces se le escapó darme like por error. La última vez que lo hizo ya habían pasado más de 10 años que yo había mandado al carajo eso y ella seguía intranquila. ¡Qué tristeza!, no hay necesidad, pero ese ya no es mi asunto. Yo seguí mi vida tranquila sabiendo que hice lo correcto.
Foto: Tumisu / Pixabay
Luego de eso me tocó ser a mí a la que le estaban montando los cachos, el hombre al que amé con devoción (acá te cuento esa historia). Y cuando lo caché, hice lo mismo, decirle a la mujer con la que me estaba engañando lo que nos estaba haciendo, pero ella pese a las pruebas no me creyó y no sólo eso, me llamó mujer perturbadora y obsesiva.
Nuevamente yo hice lo que considero correcto entre mujeres, es lealtad, porque a mí me gustaría que otra mujer me abriera los ojos y me cuidara, pero no todas están preparadas para esto y prefieren defender a sus hombres.
Luego de estos dos tragos amargos pasó que el novio de una gran amiga comenzó a mandarme corazones en mis historias de Instagram, además de decirme que cada día me ponía más guapa e invitarme a salir por unos tragos. Cada vez que me lo proponía, le respondía que encantada de ir a dar la vuelta con su novia y con él. Entonces se hacía el loco, pero tiempo después volvía a repetir la jugada.
Platiqué de esto con otras amigas y resultó que el tipo estaba haciendo lo mismo con una de ellas. Acudí a pedirles un consejo porque en mis dos experiencias anteriores me había ido mal, las mujeres no habían creído en mí ni en mi sororidad y por supuesto que me daba pánico que pasara lo mismo con mi amiga.
Foto: sweetlouise
Tardé en poder decirle, hasta que encontré el momento que consideré adecuado para hacerlo, e igualmente tenía las pruebas de cómo él intentaba tirarme la onda y yo siempre le recordaba que tenía una novia, quien además era mi amiga. Ella me creyó antes de enseñarle las pruebas y además me contó que hacía lo mismo con otras mujeres, pues lo cachó al revisarle el celular.
Ella y yo reforzamos nuestra amistad después de esta confesión y ahora no nos queda duda que somos incondicionales e incapaces de lastimarnos. Por supuesto que terminó con su novio infiel porque antepuso su amor propio, la admiraré siempre por hacerlo, ella no merece menos.
Así como se llama mi columna, te digo que: 1, 2, 3 X NOSOTRAS las MUJERES que nos protegemos, nos apoyamos, nos sostenemos y nos echamos porras porque sabemos que el triunfo de una es la inspiración de todas. Mi lealtad es contigo, con mi género, no importa si no me crees. Es sororidad.
“Llévalo a la luna por mí”, es el meme que mejor me representa en este momento de mi vida, pues mis últimos ex novios decidieron casarse y formar familias inmediatamente después de romper conmigo, tal parece que soy algo así como el “pase al compromiso”. ¿Te sientes identificada?
Estoy hablando de 5 ex parejas, no son pocas, que después de terminar conmigo decidieron comenzar otra relación y no tardaron en comprometerse o en tener hijos. Pero hay un común denominador en todo esto, además de mí, por supuesto, y es que atraigo o conecto con hombres que buscan estabilidad y relaciones serias, muy serias. Esto siempre ha sido así desde que comenzaron a gustarme los chicos.
Cuando estaba por cumplir 15 años me hicieron mi primera propuesta de matrimonio, un novio que tenía de la infancia, que más bien era como un hermano mayor con el que crecí y que me cuidaba, el cual me llevaba 5 años. Entonces cuando llegó el momento que seleccionara Universidad, decidió irse a Guadalajara y por eso me pidió casarnos para “llevarme” con él. Era una locura, yo no había ni acabado la secundaria y ni siquiera éramos una pareja real, éramos niños.
Foto: robtowne0 / Pixabay
Pero él se decidió a hablar con mis papás para “pedirles mi mano” y luego conmigo para proponerme casarnos. Así que desde entonces he atraído a este tipo de chicos, que lo quieren todo a los dos segundos, que viven el amor con toda intensidad.
El choque es que yo siempre he huído de los compromisos amorosos tan formales porque soy un alma muy libre y que, ante todo, prefiere la soledad. Aunque la única vez que lo intenté, que comencé a formar un hogar con alguien, la infidelidad se coló a mi casa como humedad y terminó por sacarme corriendo de allí.
Y luego de ese episodio traumático, menos quise establecer cosas tan serias, pero como seguía relacionándome con hombres que “traían el vestido de novia en la cajuela”, es por eso que al terminarlos, ellos encontraron a la persona que sí vibraba en su mismo canal.
Foto: Daniel_Josua / Pixabay
Esto me llevó a reflexionar en terapia si realmente esos chicos soñaban con formar un hogar y una familia conmigo o lo querían hacer con quien fuera, con quien se dejara, por eso la prisa. Y si así lo fue, entonces estuvo bien no apostar por eso porque no éramos el uno para el otro.
Pero también es cierto que todas estas relaciones me hicieron darme cuenta de que yo no quería construir nada y, tiempo después, que el motivo era porque no había llegado la persona que me diera las ganas, que me inspirara a hacerlo a pesar de tener miedo.
Y hoy que esa persona llegó o yo llegué a ella, es que sé porqué no funcionó con los demás chicos que ahora viven felices con sus esposas y sus familias. Además me regresó la confianza y la certeza de que las conexiones mágicas sí existen, de que sí las merecemos y de que sobreviven ante el miedo, la incertidumbre y la torpeza. Así que me siento feliz de ser el “pase al compromiso” de mis ex novios para hoy estar construyendo mi propio compromiso, muy a mí manera, a nuestra manera, con el chico que se robó mi corazón entero.
Soy pambolera desde la cuna, mis papás se conocieron en las canchas y gracias a este deporte es que yo existo. Así que cuando comencé un romance con un futbolista profesional me sentí ganando el mundial de la vida.
Esta historia comenzó poco antes de la pandemia del 2019, cuando las redes sociales se usaban más para conocer gente que para informarse o entretenerse. Una noche me llegó el follow a Instagram de un hombre sexy cuya biografía era breve pero concisa: “Ex futbolista profesional y director técnico que vive la vida al máximo”. Teníamos de amigo común a mi primo.
Le regresé el follow y después de eso vino un DM pidiéndome mi WhatsApp. Me mandó un mensaje de voz para decirme que le había aparecido una güerita sexy a la que tenía que darle las buenas noches. Su tono de voz me mató, muy cronista deportivo con acento entre argentino y mexicano.
Después me dijo que era mexicano pero su carrera se había desarrollado en Bolivia y Argentina. A sus 35 años ya estaba retirado y se dedicaba a formar futuros futbolistas, además de colaborar en un podcast.
Foto: viarami / Pixabay
No sabía si tenía talento para dominar el balón, pero me quedaba claro que era un gambetero de la palabra y sabía conquistar a la primera. A mí ya me tenía interesada en menos de lo que dura un tiempo extra. ¡Notable, sobresaliente!, como diría Martinoli.
Se despidió pero me dejó la liga de su programa para escucharlo. “Descansa güerita sexy, nos tiramos mensajito mañana”, escribió. Puse el último episodio de su podcast para escucharlo antes de dormir.
Me encantó el programa, él era el más carismático y bromista, el que le ponía el “sabor” a la charla. Era oficial, yo ya traía su camiseta bien puesta.
Esa misma semana me invitó a salir, propuso unas chelas. Me preguntó cuáles eran mis preferidas porque llegó a nuestro date con un six de latas.
Foto: Matthieu Huang / Unsplash
Fuimos a un bar. Se veía guapísimo, traía el corte de pelo de moda entre Neymar y Cristiano Ronaldo, con una línea rapada de lado. Además olía delicioso, un perfume que iba perfecto con su personalidad y su actitud ganadora y dicharachera.
El tiempo se pasó volando, eso sucede cuando estás con alguien que te hace reír sin parar. Me la estaba pasando máximo, sentía como si estuviera con alguien que conocía de toda la vida.
Cuando volvimos a casa lo invité a pasar, además teníamos que tomarnos el six que llevó, porque entendí que eso pretendía. ¡Muy bien bajado ese balón!
Foto: We-Vibe Toys / Unsplash
Seguimos platicando hasta que yo decidí besarlo. Muy de mí dar el primer paso. Ese beso encendió todo, me cargó para llevarme a la cama. Cuando se quitó la ropa me encantó todo lo que vi: un cuerpo bien torneado color chocolate, mi debilidad más grande.
Me llenó de besos en los muslos, nunca me han vuelto a besar igual. Pero luego se aceleró demasiado, no fue nada de lo que imaginaba pues esperaba un buen rendimiento. Además no sentí esa conexión que embriaga y, por supuesto, no tuve un orgasmo.
Nos volvimos a ver el siguiente fin y nuevamente fue pésima la experiencia sexual. Lo triste es que no sólo yo estaba insatisfecha, él tampoco disfrutaba porque estaba preocupado en darme una gran experiencia. Con él todo maravilloso, pero el sexo era espantoso, como un partido sin goles.
Foto: Anemone123 / Pixabay
Esa situación me enfrió y nos fue alejando, yo ya no estaba disponible todos los fines de semana para él, lo cual le molestó hasta que un día me dejó de buscar.
Unas semanas después le escribí y me respondió que estaba feliz estrenando novia. WTF! Si bien no había funcionado el romance entre nosotros, tenía dos minutos que nos habíamos alejado, pero luego entendí que a él le urgía meter “gol” y conmigo no lo había logrado. Así que allí murió mi sueño gambetero. ¡Expulsado!
Luego vino la pandemia y su programa no sobrevivió, dejé de escucharlo; además abandonó sus redes sociales, se convirtió en un fantasma.
Mi primo se casa en un par de meses, no sé si lo invitará a la boda, pero si nos reencontramos, les contaré en una próxima columna.
Hoy voy a hablarte de la importancia de amar estar sola y de todo el camino que hay que recorrer para lograrlo, así como de los aprendizajes que deja este proceso; pues aunque en la vida iremos encontrando compañía, al final llegamos solas y nos vamos igual.
La soledad puede sonar muy amarga y darnos pánico, hay personas que toda su vida huyen de ella y prefieren aguantar relaciones tóxicas o desgastadas con tal de sentirse acompañadas. Pero hay otras que anteponemos nuestra felicidad y paz a conformarnos con una mala compañía.
Confieso que yo no decidí estar sola, sino que la vida me dio ese regalo que hoy valoro mucho porque me convirtió en la mujer que soy hoy: más sana, más madura y más poderosa.
Yo también era del bando de las personas que no podían estar solas, pasaba de pareja en pareja (aunque no fueran relaciones formales), no me daba chance de disfrutar mi compañía, de conocerme mejor. Pero cuando realmente me rompieron la vida -o al menos eso sentí en el momento que me ocurrió-, mi corazón se cerró por completo, con tres candados, como la puerta negra.
Foto: Foundry / Pixabay
Así que me enfrenté a la soledad, a mi soledad y qué creen, no fue nada malo, nada que sufrí, todo lo contrario, es tan necesaria para volver a calmar las “aguas” del mar bravo que se tiene por dentro cuando se termina una relación tan importante. Los tanatólogos lo llaman duelo y es necesario para volver a comenzar, porque si se evade, todo se repite y eso es lo que menos queremos.
Al inicio me sentía rara haciendo todo sola por primera vez, como ir al cine, viajar, comer en un restaurante, ir a una fiesta o simplemente dar un paseo. Pero cuando me borré el caset de todos los tabúes que aprendemos sobre que las mujeres solas son unas quedadas o fracasadas, dejé de juzgarme y comencé a disfrutarlo todo.
Incluso aunque ahora elijo estar acompañada por una pareja, todavía sigo prefiriendo realizar varias actividades sola y ya son parte de mi rutina y de mis no negociables en la vida.
Foto: silviarita / Pixabay
Estar conmigo me ayudó a sanarme y eso no nos lo dicen, si supiéramos que la cura para sanar nuestros corazones rotos está en nosotros, en darnos amor y compresión, otro cuento sería, pero todo lo contrario, la gente va repitiendo que un mal amor se olvida con otro o que un clavo saca a otro clavo.
Estar sola por decisión es terapéutico y cerrar el corazón cuando se necesita está bien. Porque después de que aprendes y amas estar contigo, entablas mejores relaciones personales y también las disfrutas más.
El momento cumbre cuando lo entiendes todo es cuando la soledad se vuelve placer y una vez allí ya no hay vuelta atrás. Sí es cierto que también te volverás más cuidadosa en elegir a quién le das las “llaves” de los candados que le pusiste a tu corazón, pero mientras no caigas en el extremo de ya no quererte compartir, será normal que ya no apuestes por cualquiera.
Foto: sasin / Pixabay
Algo que debo decirte es que no sabes cuánto tiempo necesitarás de esta soledad, cada quien tiene un proceso distinto, pero llega un momento en el que sientes que estás lista para volver a compartirte. En mi caso me tomó 7 años, que se escuchan un montón pero que para mí fueron necesarios para volver a dejarme conquistar y sentir esa conexión mágica con otra persona.
El reto será para las otras personas, las que te quieran conquistar, pues deberán aprender a amar a una mujer que disfruta su soledad y una mujer que sabe estar sola no le teme a nada.
Pero más allá de mi experiencia, quiero dejarte datos precisos sobre la soledad.
Foto: Fotorech / Pixabay
Los beneficios de estar sola:
Regula la energía: Al no estar inmersa en una relación de pareja que tiene altas y bajas, subidas y bajadas, la energía se controla mejor, no hay agotamiento mental y emocional, según los especialistas de Psicología y mente.
Mejora la creatividad: Según un estudio de la Current Directions in Psychological Science, las lluvias de ideas fluyen mejor en soledad.
El cerebro crece: Aumenta la capacidad de procesar información, por lo tanto, las visualizaciones ayudan a que aumente la materia gris del cerebro, según especialistas de Psicoactiva.
Se fortalece la empatía: Altos niveles de empatía se relacionan con menor estrés y mayor satisfacción personal, según el psicólogo Z. E. Neuwirth.
Autonomía: Esta aumenta la seguridad personal y reduce la ansiedad. Un estudio realizado a un grupo de adultos de menor edad que se encontraban en soledad por decisión, realizado por la Psychology Clinic de NZ, confirmó que el mayor beneficio era la autonomía que los individuos desarrollan al conocerse mejor.
La cantidad de víctimas de feminicidio es abrumadora; en México cada día son asesinadas 11 mujeres. Debanhi, Ariadna Fernanda, Lidia Gabriela, Lesvy, Abril, Ingrid y Vari son algunas de las víctimas que nos han arrancado. Los casos son tantos que yo también conocí a una de ellas y me duele su historia, su muerte y la injusticia.
Vari, como le decíamos y como la llamaré por petición de su familia, era hija, nieta, sobrina, tía, prima y diseñadora y fue asesinada por su novio luego de regresar a su departamento tras un día pesado de trabajo. Es una víctima más de feminicidio.
Hoy quiero contar su historia, quiero que esta columna sea un memorial y un recordatorio de que nadie callará nuestras voces y que si lo llegan a hacer, las demás gritaremos y lucharemos por ellas. Por Vari, por ti, por mí, por NOSOTRAS.
Foto: Vanessa Pérez
Conocí a Vari cuando teníamos 15 años, era una chica introvertida con pocas amistades, la mayoría eran hombres pues aseguraba que le costaba socializar con las mujeres. No éramos amigas, pero teníamos conocidos en común y eso hizo que nos volviéramos cercanas un tiempo.
En ese entonces Vari tenía un novio que estudiaba con ella la preparatoria, un chico muy extrovertido y aventurero. Estuvieron juntos más de 5 años, su relación era linda, siempre estaban juntos y hacían un gran equipo, pero cuando entraron a la Universidad comenzaron a alejarse y decidieron terminar.
Vari decidió estudiar diseño gráfico, era muy creativa y amaba las tipografías, era la niña de los plumones; sus libretas, su mochila y su recámara estaban llenas de frases en letras originales de todos colores.
Poco antes de terminar la Universidad, Vari decidió comenzar a trabajar para independizarse, se fue a vivir con un par de roomies que no conocía, de esos que encuentras por redes sociales. Ella llegó a un departamento con una chica y un chico que buscaban un tercer inquilino para dividirse la renta.
Al poco tiempo ella y el chico roomie comenzaron a conocerse mejor y a compartir tiempo, a salir a dar la vuelta hasta que se enamoraron, así que decidieron buscar otro departamento para vivir juntos. En ese tiempo, Vari se alejó mucho de todos, aunque puede ser comprensible pues cuando se estrena pareja, normalmente se quiere estar pegado a ella.
Así que a partir de esa época yo solamente sabía de ella por las redes sociales y no era de publicar tanto y menos cosas personales, sus muros estaban llenos solamente de fotos de sus diseños y de lugares a los que viajaba. Pero en el cumpleaños de un conocido en común volvimos a coincidir y la noté extremadamente delgada y con la mirada triste.
Aunque me dijo que estaba muy bien y que su vida era feliz, no la sentí igual, sus ojos habían perdido ese brillo que los caracterizaba. Para ese momento ella ya llevaba dos años de noviazgo con el roomie.
Y lo siguiente que supe de ella fue que la habían matado. La noticia me estremeció, yo me enteré mucho tiempo después, pues su familia quiso hacerlo todo discreto debido a que esperaban a que atraparan a su agresor.
Foto: Vanessa Pérez
Ella no publicaba mucho en redes sociales, por eso no noté que tenía mucho tiempo que no veía un posteo suyo y ya estábamos alejadas. Una noche que fui a cenar con unos amigos fue cuando me enteré lo que había pasado. Ellos solamente sabían que había sido asesinada y que el novio estaba desaparecido, no tenían más detalles.
En ese momento yo traté de localizar a su familia para darles mis condolencias y visitar la tumba para despedirme de ella, pero no tuve respuesta, incluso su familia se mudó y cambiaron sus números. Años después su prima me recibió y me contó lo que había pasado… Vari vivía una relación violenta con su pareja pero en silencio.
No era feliz, no estaba bien, pero no se lo dijo a nadie. Lo supieron porque encontraron un escrito en su computadora que hizo cuando peleó con su novio y él la había golpeado por primera vez.
Foto: Vanessa Pérez
Sus compañeros del trabajo aseguraron que presentían que la pareja de Vari era muy celosa, pues ella se angustiaba mucho los días que se retrasaba y salía más tarde de su hora, aunque lo justificaba diciendo que era porque le daba miedo regresar a casa sola en la noche.
El día que la asesinó su novio fue de esos días que tenía cierre laboral y debía quedarse hasta terminar. Ella salió de la oficina corriendo, tomó un Uber y se marchó diciéndole a sus compañeros que los veía al día siguiente, lo cual no sucedió.
A partir de ese momento no se sabe qué pasó y por qué. Los vecinos escucharon una discusión pero para ellos no fue señal de alarma porque aseguraron que Vari y su novio se la vivían peleando. El secreto de Vari se quedó encerrado en las paredes de ese departamento.
Foto: Vanessa Pérez
Nadie vio salir al novio, pero las cámaras del edificio lo captaron huyendo a la mañana siguiente, sin maletas ni nada. Tranquilo salió del edificio y esa fue la última vez que se supo algo de él.
Vari no llegó a trabajar y tenía horas que no respondía los mensajes, pero las alarmas se encendieron para su familia hasta la noche, cuando ni el novio ni ella respondían, como si se los hubiera tragado la tierra. Así que la mamá decidió ir al departamento, el portero le dijo que el hombre había salido temprano a trabajar y que a Vari no la había visto en todo el día.
La señora tenía llaves de emergencia que no pensó usar jamás, menos así, pero su corazón sabía que algo le había pasado a su hija, pues jamás hubiera faltado al trabajo sin avisar. Abrió la puerta del departamento y vio la escena más aterradora de su vida: Vari estaba muerta sobre un charco de sangre.
La necropsia precisó que Vari recibió 11 puñaladas con un cuchillo de cocina, el cual fue encontrado después lavado y acomodado entre los demás del trinchador. ¡Fue feminicidio!
Foto: Vanessa Pérez
Su novio la había asesinado en una de sus tantas peleas violentas y había huido. Ni los padres del agresor sabían, supuestamente, su ubicación o lo que había pasado. Él se fue sin nada, incluso dejó hasta su celular en el departamento. Fue por eso que la familia de Vari no quiso decir qué o quién la había matado, con la esperanza de que nadie alertara al asesino.
Pues trataron de hacerle creer a los padres del asesino y a la demás gente que sospechaban de un robo que había terminado mal. Sin embargo, nada funcionó pues hoy, después de años de que Vari fuera asesinada por su novio, no hay justicia.
La familia de Vari, como la de muchas familias de víctimas de feminicidio, se ha vuelto investigadora, ya que las autoridades no pueden dar el seguimiento que el caso merece porque están rebasados de trabajo, o al menos eso es lo que les dicen.
Pero hoy el feminicida de Vari está libre, disfrutando la vida como si no hubiera cometido un delito, mientras una mujer fue asesinada por un arranque de celos y una familia necesita justicia.
Foto: Vanessa Pérez
Es sórdido saber que conocí a una víctima de feminicidio, es aterrador saber que le puede pasar a cualquiera, que la próxima podría ser yo.
El hombre que Vari amaba fue el que le robó la paz, la felicidad y el brillo en los ojos para al final terminar por quitarle la vida. Ella se fue en silencio pero hoy quiero que su voz resuene pidiendo justicia.
Foto: Andrea Chacón / Unsplash
A nivel global, se calcula que 81,100 mujeres y niñas fueron asesinadas intencionalmente; dicho número se ha mantenido sin cambios en la última década.
La mayoría de los asesinatos de mujeres y niñas están motivados por el género, es decir, son feminicidios.
Cerca de 45,000 mujeres y niñas de todo el mundo fueron asesinadas por sus parejas u otros familiares.
En promedio, más de 5 mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su familia o su pareja.
45,000 feminicidios en todo el mundo en 2021:
17,800 en Asia
17,200 en África
7,500 en América
2,500 en Europa
300 en Oceanía
Fuente: Datos oficiales del estudio “Feminicido” del 2021 realizado por la Oficina de las Naciones Unidas (ONU Mujeres).
Cuando uno de mis dates me ghosteó porque no tenía ni dos pesitos de responsabilidad afectiva, se me destrozó el corazón y entonces hice algo que me levantó el ánimo: tener sexo de venganza con una persona que siempre había buscado tener una oportunidad conmigo. Como dice la Bichota Karol G: “Es que usted se alejó mucho y yo de lejos no veo, bebé”.
Dicen que cuando estamos enamoradas cometemos muchas tonterías, pero creo que es peor cuando nos rompen el corazón y nos sentimos heridas. Esa sensación de vacío en el pecho es abrumadora, por ello es que en nuestro intento por sentirnos mejor, en ocasiones, solemos tomar decisiones no tan acertadas y a veces buscamos venganza.
El enojo y el abandono son la peor combinación para tomar decisiones, aunque al final todo lo vivido se convierte en anécdota y, a veces, hasta puede convertirse en una de las mejores de la vida, como me pasó a mí.
Foto: joshuatkd / Pixabay
Quiero aclarar que yo no suelo vengarme de nadie y que no había aplicado antes el sexo de venganza, pero en ese momento tenía a un hombre muy interesado en mí, muy aplicado en conquistarme, así que me hizo “caer en blandito” luego de sentirme botada.
Mientras uno te ghostea el otro se muere por salir contigo, algo así fueron las cosas y entonces yo sólo me dejé seducir. ¿Qué era lo peor que podía pasar?
Lo primero que hice fue escribirle para decirle que podíamos vernos cuando quisiera. Sí, le apliqué la de: “Hola, perdido”. Obviamente me respondió de inmediato que ese día podía pasar por mí.
Foto: E1N7E / Pixabay
Pero era fin de semana y yo tenía múltiples compromisos, así que le propuse vernos el martes siguiente, se me ocurrió que fuéramos al cine a ver el último estreno palomero. Y así quedamos, pero el lunes me dijo que podía pasar por mí, que estaba libre después del mediodía, que para qué esperábamos hasta el martes.
Realmente sí quería ir a ver la película, pero ese día había amanecido nublado, la ciudad parecía Chernóbil y no dejaba de llover, así que le dije que mejor lo veía en mi casa para tomar café con pan y que el cine lo dejábamos para después, para un día más soleado y motivador.
Le mandé mi ubicación y llegó muy guapo, oliendo súper rico, un poco mojado porque venía caminando desde la parada del metrobús y la lluvia no paraba. Al saludarnos, ambos nos fuimos directo a la boca y nos fundimos en un rico beso como de película porque él terminó cargándome.
Le ofrecí botana y una coca que había comprado para verme buena anfitriona, pero ni tiempo de abrir las cosas tuvimos porque volvió a besarme, lo cual encendió la temperatura de la situación y cuando abrí los ojos ya estábamos con la mitad de la ropa.
Foto: Norexy_art / Pixabay
En ese momento estuve a dos de parar todo, de arrepentirme y decirle que no era el mejor plan porque yo no quería nada serio, pero ya estábamos allí, así que bloqueé de mi mente la culpa, el miedo y todo lo demás y solamente me dejé ir.
Y qué bueno que lo hice porque ha sido el mejor sexo de venganza de la historia y el mejor que he tenido hasta ahora. Ya sé, lo primero que pensé es que me estaba perdiendo de todo eso sólo por andarle dando chance a quien no se merecía.
Él es un hombre encantador, educado, con responsabilidad afectiva y con mucho interés en mí, pero también un gran amante, de esos chicos que saben perfectamente cómo complacer a su pareja en todos los sentidos, no sólo en la cama.
Foto: Victoria_Regen / Pixabay
La forma cómo me trató, cómo me hizo sentir fue de otro nivel y si su misión era quedarse en mi mente, lo consiguió. Esa primera experiencia fue tan buena que se prolongó hasta que dejó de llover.
Por supuesto que no estaba en los planes que se quedara a dormir porque no invito a nadie a que lo haga a menos que sea una pareja muy especial, pero no era el caso. Y él tenía que regresar a su depa para sacar a sus perritos al baño, pero fue tan intenso que no podíamos parar y separarnos. El reloj nos dejó de importar.
Quien dice que los hombres duran dos minutos siento decirle que se equivoca y que yo conozco quién tiene el récord, así de presumida. Resulta que este date estaba metido en el budismo y practicaba el sexo tántrico.
Foto: StockSnap / Pixabay
¿Qué es el sexo tántrico? Según el Medical News Today, “se origina en el antiguo hinduismo y gira en torno a las prácticas sexuales que se enfocan en crear una conexión profunda e íntima”. Para lograrlo se basa en la respiración y las posiciones, dejando de lado el tiempo. Ahora entienden por qué fue tan bueno.
Tuvimos que hacer una pausa para cenar una pizza que ordenamos y yo pensé que había acabado todo pero no, parece que él cargó energía con los alimentos y seguimos con el último round para despedirnos. No podía creer su aguante ni el mío, la verdad es que sí estuvo revelador, juraba que al día siguiente no iba a poder levantarme de la cama de lo intenso que había estado todo.
Porque más allá de haber realizado el kamasutra casi entero o de los orgasmos, las sensaciones y el momento tan entregado que me regaló me llevaron al Nirvana por completo.
Foto: JayMantri / Pixabay
Todo 10 de 10 salvo el momento en el que estábamos cenando y él me platicaba sobre sus planes actuales, pues no sentí esa conexión especial que te vuela la cabeza, es más, yo estaba aburriéndome horrible y solamente pensaba en cómo era posible que después de ese punto máximo de placer que acabábamos de vivir, yo estuviera pensando en el otro que no tuvo ni la educación de despedirse. Y justo eso pasa cuando te aceleras y no procesas el cierre de un ciclo sentimental, es mentira que un “clavo saca otro clavo”.
La noche se nos hizo madrugada y mi date budista se despidió con un besito tierno y un abrazo largo. No tenía ni 15 minutos que había salido de mi casa cuando ya me había enviado un mensaje para avisarme que su Uber estaba por llegar a su depa.
Yo estaba agotada, así que me despedí deseándole dulces sueños. Al día siguiente no pararon sus mensajes, primero de buenos días, luego para saber cómo iba mi tarde y qué estaba haciendo. Todo el tiempo pendiente, educado, cariñoso y presente, justo lo que criticaba del que se había ido.
Volvimos a vernos al final de esa semana, ahora sí fuimos al cine y después por un café sin saber que sería la despedida, al menos temporal, ya que su papá enfermó y posteriormente murió. Le di mis condolencias y me alejé respetuosamente para que viviera su proceso. Hay historias que acaban antes de empezar pero que recordaremos por siempre.
La tercera década de la vida, estar en el tercer piso o ser una treintona da un chingo de miedo porque sientes que te estás haciendo señora (palabra que aterra y jamás estaremos listas para escuchar), pero cuando te pones flojita y fluyes, te das cuenta que en esta etapa aprendes a darte mucho amor propio de calidad.
Es por eso que a dos días de cumplir 38 y sentirme fabulosa y agradecida (además de sin una gota de bótox) reflexioné sobre los 30 actos de amor propio que me he regalado durante esta tercera década y estoy segura que te identificarás.
Elegirse: Llega un momento en la vida en la que te cansas de complacer a los demás y prefieres pensar primero en ti. Está bien decir que no y elegirte primero, de hecho esa será la mejor decisión que puedes tomar siempre: tú.
Comer mejor: Si no te comienzas a cuidar tu cuerpo solito comenzará a cobrarte la factura, así que el desayuno de campeones de pizza y cerveza se acabó. A los treinta y tantos es un triunfo despertar con el estómago desinflamado. ¿A poco no?
Foto: Claudio_Scott / Pixabay
Dormir mejor: La vida laboral es mayormente productiva a los 30, así que se necesita dormir y descansar mejor para soportar el estrés y todo lo que se acumule. Es un lujo desvelarse y se hace de vez en cuando, pero ya no es un hábito.
Decir lo que no nos gusta de una relación: Esto aplica para todo tipo de vínculo, no sólo el romántico. Por bien propio y por tener responsabilidad afectiva con los demás es importante externar lo que no queremos y si la otra persona realmente nos ama o aprecia, lo entenderá.
Irse: Es de los mayores placeres que tenemos a los treinta y tantos, ya que no tenemos que quedarnos en ningún lugar por compromiso. Contamos con los medios para trasladarnos y alejarnos cuando comenzamos a sentir incomodidad.
Viajar: En esta etapa de la vida se está mejor económicamente gracias al trabajo propio, así que darse esas vacaciones soñadas es posible y lo mejor es que esto se puede repetir una y otra vez.
Construir o crear: Precisamente en esta etapa se empiezan a construir los proyectos de vida, que pueden ser un hogar, una familia, un negocio o un emprendimiento. Crear para ti es el mayor acto de amor propio y en los 30 se comienzan los cimientos de los sueños.
Foto: StockSnap / Pixabay
Valorar la casa: Están padres las aventuras y andar de “pata de perro” pero volver al hogar es de las cosas más satisfactorias, por ello la casa se convierte en un tesoro invaluable.
Entender mejor a los papás: Por fin se llega a la madurez y se deja la rebeldía de lado, así que se comienzan a entender mejor a los viejos y si se tienen hijos, con mayor razón. La relación con tus padres se vuelve más hermosa en esta etapa. Disfrútalos porque la vida vuela.
Sobrinear: Tengas o no hijos, pasar tiempo con los sobrinos es uno de los actos de amor propio más especiales. Esa conexión con esas personitas que te inyectan energía, ternura y diversión es necesaria.
Amar mejor: Los dramas van quedando atrás, te haces más responsable de tus emociones y aprendes a amar más sano y más bonito. Además ya das tiempo de calidad y eso es más valioso que cualquier otra cosa.
Placer de calidad: En esta etapa conocemos mejor nuestro cuerpo y ya tenemos experiencia en el ámbito sexual, así que el placer es de mejor calidad y, por lo tanto, también lo son los orgasmos. Además ya no nos da pena pedir lo que nos gusta o hacer cosas nuevas para salir de las rutinas.
Conocer: En más de 30 años la relación con NOSOTRAS mismas mejora y también nuestros impulsos, pues aprendemos a identificar conductas y reacciones, lo cual nos hace madurar emocionalmente.
Foto: Couleur / Pixabay
Ceder: Esa parte de la vida en la que ya no te importa tener la razón, ganar o aferrarte es la mejor. Valoras más tu paz mental y tu salud en general por lo que estás dispuesta a ceder y fluir y esto le suma mil puntos al amor propio.
Elegir las batallas: Sabes que cuando comiences una discusión es porque estás dispuesta a ganarla, a perderla o a conciliar, pero la mayoría de las veces ya ni te preocupas por eso y sigues la vida, ya no peleas por todo, no hay tiempo.
Llorar sin sentir pena o miedo: Creo que entre más años se cumplen más chillonas nos volvemos, este es el primer síntoma de crecer. Así que lloras en público de felicidad o de tristeza y hasta te das tus momentos de lágrimas porque son necesarios. Una lloradita y a seguir la vida.
Soltar la culpa: Aprendes a no vivir presa de ese sentimiento tan desgastante, a aceptar cuando te equivocas, a mejorar y a seguirle porque la paz es primero.
Decidir mejor: Precisamente como nos conocemos mejor es que sabemos qué queremos y cómo lo queremos, así que desde la decisión más básica hasta la más importante se hace de la forma más consciente.
Escuchar nuestra voz: Esto no quiere decir que el mundo nos valga pero sí aprendemos a escucharnos primero a NOSOTRAS.
Foto: Alexas_Fotos / Pixabay
Perdonar: Esto sí debería ser de medalla; aprender a perdonarnos y a perdonar a los demás es un gran acto de amor propio y es necesario para vivir en plenitud. Y, por lo tanto, también sabremos asumir nuestros errores y a poner límites sanos a los demás.
Elegir a la tribu: A los treinta y tantos comienzas a discernir tus vínculos y tus relaciones, así que te quedas solamente con las que más te aportan, con las que más te apoyan, con las que te dan amor y paz. Comienzas a forjar la tribu más incondicional con la que quieres seguir compartiendo la vida.
Amar la soledad: No importa si estás en pareja o no, en esta época de la vida aprendes a valorar el tiempo para ti e incluso comienzas a dártelo. Así que abrazar la soledad y disfrutarla de vez en cuando es básico para el amor propio y el bienestar.
Divertirse mejor: Ya no vas a todas las fiestas o todos los eventos pero cuando decides reventarte lo haces mejor y con más gusto. Después de los 30 una se da permiso de “destruirse” en una buena fiesta y también se vale.
Autocuidado: Ya somos adultas responsables que dependemos de NOSOTRAS mismas así que no podemos correr a pedirle a los demás que nos solucionen la vida, por lo tanto, nos cuidamos mejor y ya no corremos riesgos absurdos.
Foto: photogrammer7 / Pixabay
Comenzar de cero sin miedo: A veces la vida nos hará sentir que debemos cambiar el rumbo por completo porque nos sentimos perdidas, podemos asumir el reto de modificarlo todo por el bien propio, pero sabemos que aunque se tenga miedo siempre hay una nueva oportunidad para recomenzar.
Dejar ir: Aunque hay ausencias que nos duelen hasta el alma, la vida a esta edad nos enseña que las despedidas son necesarias también y son parte del aprendizaje o de la vida misma. No todos los “adiós” que pronunciamos son definitivos ni malos.
Amar el silencio: Tener un momento a solas de completo silencio es uno de los placeres de los treintones y es porque descansamos de la vida para reiniciarnos.
Foto: Tumisu / Pixabay
Priorizar: Aprender a organizar mejor nuestro tiempo es fundamental para no vivir en estrés, así que priorizar las actividades es la mejor opción para no terminar con una úlcera gástrica. Y también se vale no poder con todo y enfocarse solamente en lo que es más importante para NOSOTRAS.
Agradecer: La gratitud es otro de los síntomas de que estamos creciendo pero es un hábito hermoso. Seguro ahora agradeces todo el tiempo lo que eres y lo que tienes y eso se convierte en un ritual de atracción y de abundancia. Si lo haces a diario verás cambios positivos en tu vida.
Vivir: De los 0 a los 9 aprendemos a respirar, a alimentarnos, a caminar y a descubrir; de los 10 a los 19 aprendemos a divertirnos, a redescubrirnos y a sentir; de los 20 a los 29 aprendemos a arriesgarnos, a probar y a resistir; pero de los 30 a los 39 aprendemos a vivir plenamente y ese es el mayor acto de amor propio.
Soy una mujer con los pechos muy grandes, mi talla de copas de brasier es doble D, no encajo en las tallas tradicionales mexicanas que suelen ser: A o B. Tener los senos tan grandes ha sido todo un reto y más cuando son naturales y los tienes así desde los 14 años.
Poco antes de cumplir 15 años mis bobs comenzaron a crecer de una forma desbordada y esto me causó, al principio, mucha incomodidad porque además del dolor físico, verme tan diferente y enorme me asustaba.
Recuerdo la primera vez que fui con mi mamá a comprar brasieres, recorrimos todas las tiendas de lencería de la plaza y no había uno bonito que me quedara. Hay diseños hermosos para el primer sujetador pero son talla A, a lo mucho B. Los que sí eran mi talla eran básicos: blancos lisos y aburridos con la espalda muy ancha y los tirantes gruesos para soportar el peso.
Hice berrinche por no poder tener un bra rosa con corazones y listones en forma de moño, me tuve que ir con modelos de señora.
Foto: Hans para Pixabay
Mis compañeros de la escuela me pusieron muchos apodos, como: “Vanechichis” y a esa edad eres como la mujer barbuda del circo, una novedad entre hombres y mujeres, pues tu cara sigue siendo de niña pero el cuerpo es de una mujer muy curvilínea.
Otro de los inconvenientes fue que en la escuela tenía que usar camisa y es un tipo de prenda que no va con pechos tan grandes pues revientan el botón. Así que los trucos para que la camisa no se abriera de esa parte era siempre tener un segurito a la mano, de lo contrario se asomarían.
Pero luego de lucir mi primer bikini me enamoré de mi cuerpo y de mis pechos doble D que han sido mi soporte y serán mis salvavidas en caso de que me caiga al mar sin chaleco y ese lujo no lo tiene cualquiera.
Foto: Marvin Meyer para Unsplash
Ser una mujer con los senos tan grandes es un reto para todo, son hermosos, la ropa se ve increíble pero también son rebeldes y autónomos, a veces pienso que ellos me condicionan a mí y también a los que se hipnotizan con ellos.
Las actividades no se viven igual, como dormir. Es imposible hacerlo boca abajo porque duelen mucho cuando se aplastan. La posición ideal para hacerlo es boca arriba, aunque yo prefiero dormir de lado, pero cada cierto tiempo el dolor del peso me despierta y es cuando me giro para el lado contrario.
También es muy común que “estorben” al comer, así que los alimentos terminan cayéndose sobre ellos, son como un imán de cosas.
Otro de mis problemas es que desde que crecieron no veo mis pies bien y no hay manera que pueda cerrar los brazos porque me duele.
Ser una mujer copa doble D también significa padecer dolor de espalda, ya que el peso va mermando la columna y es por eso que los sujetadores tienen que ser gruesos para ayudar con eso. Así que al final sí terminas amando los bras gresos, aunque en estas tallas son mucho más caros, claro porque tienen más tela.
Yo suelo comprarlos, generalmente, por internet en Estados Unidos, para encontrar variedades con encaje o estampados y colores. Pero en México sí venden algunas marcas en blanco o negro y los encuentras en los supermercados solamente.
Foto: Luctheo para Pixabay
Otro detallito es que el mundo piensa que siempre usas escote pero en realidad la línea de los senos grandes comienza casi desde el cuello, entonces todo lo que te pongas parecerá que es muy descubierto. Y cuando realmente se usa un escote la gente se queda sorprendida.
Viajar siendo talla doble D de senos es una odisea pues los bras ocupan la mitad de la maleta y si te toca que la abran en migración, se espantarán porque las copas parecen gorros de judío, son del mismo tamaño.
Al tener pechos grandes te olvidas de los abrazos apretados pues hay un par de tetas de por medio que se interponen entre tu cuerpo y el de la otra persona.
Lo que sí es muy conveniente es que al ser tan grandes, se ven bien uses o no brasier, pues están firmes solos, no necesitan que nada les dé forma. Yo disfruto mucho andar sin nada y dejarlos respirar un poco.
No soy una persona que haga ejercicio pero hay que comprar un buen sujetador para que se queden en su lugar, no reboten y no duelan con el movimiento.
Lo que sí es un gran mito es que si subes de peso se te ponen más grandes o si bajan se te desaparecen, esta no es una regla, pues las personas que por herencia los tenemos así desde que nos desarrollamos, nunca cambiarán de talla o tamaño.
Las bromas sobre ser una mujer chichona serán eternas así que yo también me uno y a mis senos les puse apodo, porque casi que me tocaba registrarlos como seres independientes con nombre y apellido. Es como si fuéramos ellos y yo, así que son mi más 2 en esta vida.
Pese a los inconvenientes que mis pechos gigantes me hacen pasar todos los días, me gustan y hacen que me sienta auténtica, así que no es tan malo ser doble D naturalita.
Datos curiosos de los pechos:
– El tamaño puede ser hereditario.
– No son simétricos, cada uno tiene su forma y su tamaño.
– Los pechos no son sólo grasa, están conformados por lobulillos, conductos, tejidos adiposos y tejido conectivo fibroso.
– Los lobulillos son los que producen la leche materna.
– Todos los fetos son femeninos hasta la semana 7, por ello los hombres también tienen pezones.
El búmeran es un juguete que se lanza pero siempre regresa a su punto de origen, va y viene, va y viene; pues hay un tipo de relaciones románticas que funcionan igual y por eso los terapeutas las llaman amor búmeran o amor yo-yo.
La característica principal de este tipo de relaciones es que los integrantes de la pareja se la pasan terminando y regresando constantemente, pero siempre aseguran que la última será la definitiva; aunque en realidad no es así porque no pueden soltarse.
En estas relaciones es como estar sobre la montaña rusa todo el tiempo, en momentos disfrutando estar arriba y luego entristecer al bajar. Si tuviéramos que definir lo que viven las parejas con amor búmeran sería: amor-ansiedad-amor-ansiedad y así una y otra vez.
Y aunque cueste trabajo entenderlo, este tipo de relaciones pueden satisfacer y causar placer a algunas parejas porque las reconciliaciones son intensas, pero igual lo son las rupturas. Como lo dije, esto funciona para las personas que encuentren gusto en la intensidad y/o que tengan temas emocionales por resolver como los siguientes:
No estar disponible emocionalmente: Existen personas que no se atreven a aceptar que no están listas para construir una relación estable, pero aún así lo intentan. Entonces cuando las cosas se ponen formales, necesitan huir, pero después el deseo por su pareja las hace volver y allí es cuando ocurre el amor búmeran.
Foto: geralt para Pixabay
Dependencia emocional: Todas las personas experimentamos un apego emocional en el momento que forjamos un vínculo con otra persona, esto no es lo mismo que una dependencia. Las terapeutas de Somos Estupendas aseguran que el apego hace que se generen vínculos, mientras que la dependencia genera sufrimiento en éstos.
La dependencia emocional hace creer a las personas que su felicidad depende del vínculo con su pareja y por ello no pueden soltarla y entonces anteponen las necesidades del otro a las suyas.
Las especialistas de Somos Estupendas recomiendan poner límites y mejorar la autoestima para poder acabar con esa dependencia.
Foto: CDD20 para Pixabay
Miedo a la soledad: Es cuando la persona piensa que cualquier cosa es mejor que estar sola o que nunca más se enamorarán o encontrarán a alguien que les encante tanto como la pareja actual.
Idealización del amor romántico: Las expectativas puestas en la pareja hacen que las personas esperen todo el tiempo conductas y acciones del otro que no sucederán. Y cada que retoman la relación piensan que es una nueva oportunidad para cumplir con todo lo que su mente idealiza.
Foto: Alexas_Fotos para Pixabay
Confianza quebrada: Hay personas que terminaron con la confianza destruida en sus relaciones anteriores y no han podido sanar, por lo que todo el tiempo están poniendo a prueba a sus parejas actuales para saber si realmente las quieren y las valoran. Esto hace que el otro se desgaste con tantas pruebas y decide irse.
Para que suceda un amor búmeran ambos involucrados en la relación deben tener alguna de las anteriores características y es por ello que no pueden terminar. Y aunque les pueda parecer increíble sí existen personas que disfrutan al máximo vivir siempre sobre una montaña rusa de emociones.
Lo más importante al relacionarte es tener el corazón abierto y la mente clara, así podrás compartirle a los demás tu esencia, así como tus límites y tus deseos. Tú y sólo tú sabes qué aceptas y qué no, qué te da placer y qué te da paz y eso es lo único que importa.
Foto: Ylanite para Pixabay
Si algo he aprendido de las relaciones amorosas es que si no te dan vida, entonces no permitas que te quiten el tiempo y la salud.
La doctora Luz de Lourdes Eguiluz, licenciada en psicología por la FES Iztacala de la UNAM, maestra en terapia familiar y doctora en investigación psicológica, asegura que las relaciones sanas son muy importantes para la salud de una persona, tanto a nivel físico como emocional.
“Las personas que tienen una mala relación de pareja también se enferman más físicamente (principalmente del corazón)”, afirma la doctora Eguiluz.
Mujeres:1, 2, 3 x NOSOTRAS que somos valientes y nos atrevemos a denunciar la violencia de género. Hoy quiero contarles que sufrí abuso médico por parte de un gastroenterólogo de un hospital privado y no supe qué hacer.
Las mujeres también sufrimos abuso por parte de nuestros médicos, según la American College of Obstetricians and Gynecologists y la American College Health Association, las áreas que concentran el 70% de las denuncias son: ginecología (medicina obstétrica), psicología y medicina general.
Según la Fundación Marie Stopes, el abuso médico se caracteriza porque el doctor sobrepasa el límite de revisión física profesional, como:
Solicitar desnudez cuando no es necesario.
Hacer tocamientos o mediciones que no son apropiadas.
Sugerir revisiones que no tienen relación con el motivo de la consulta.
Hacer comentarios ofensivos o inapropiados.
Hacer que la paciente ingiera medicamentos para drogarla.
Foto: Online Marketing para Unsplash
El gran problema de ser víctima de abuso médico es que te cuesta trabajo identificarlo pues te sientes confundida porque se supone que estás tratando con un profesional de la salud; justamente eso me pasó y tardé días en entenderlo.
Hace unos meses padecí un cuadro de colitis nerviosa, por lo que acudí al gastroenterólogo, decidí probar en un hospital privado al que nunca había ido porque me queda más cerca de la casa en la que vivo actualmente y no quería atravesar la ciudad para ir con mi médico de cabecera.
Mi primera consulta fue muy profesional y me agradó el trato con el doctor que me tocó. Debido a que mi cuadro de colitis era severo, me recetó tratamiento y me pidió realizarme unos ultrasonidos y estudios y me dio fecha para regresar un mes después.
Foto: Enric Moreu para Unsplash
Días antes de mi segunda consulta, desde el WhatsApp del hospital me indicaron que mi médico había tomado una licencia, por lo que me iba a atender un nuevo gastroenterólogo, me dieron su nombre y me pidieron confirmar. Lo hice.
Llegó el día de mi cita, fue a las 18:00 horas. Al entrar al consultorio el doctor me extendió la mano para presentarse, me dijo que era egresado del Instituto Politécnico Nacional y que tenía la especialidad en gastroenterología, pero que también había asistido algunos partos. Incluso me mencionó su número de cédula y me invitó a sentarme.
Mientras me decía todo esto, se quitó el cubrebocas, sacó de su mochila un perfume, se lo roció en las manos y lo untó en su pelo y mejillas. Me pidió perdón por hacerlo pero dijo que el día había estado largo y él se sentía sudado y mal oliente.
Foto: orzalaga para Unsplash
Inmediatamente después de eso se dirigió a apagar la luz, el interruptor se encontraba a mis espaldas. En ese momento mi corazón se aceleró, pensé que me iba a hacerme algo y estuve a punto de levantarme y salir corriendo cuando se acercó a mí, encendió una lámpara en forma de lápiz y me revisó los ojos, luego los poros de la nariz, siguió con las orejas y terminó pidiéndome que abriera la boca y sacara la lengua.
Al terminar volvió a encender la luz y yo respiré otra vez. Por segundos recuperé la tranquilidad pero luego todo se puso peor de raro. Me dio la orden de colocarme la bata para revisarme. Yo me metí al biombo para cambiarme.
Me pidió recostarme boca arriba en la camilla y me dijo que me subiera la bata hasta las rodillas. Luego comenzó a auscultarme el abdomen, desde debajo de mis senos hasta el vientre bajo, como en forma de masaje. Siguió con pequeños golpes y terminó por presionarme cada parte con las yemas de los dedos para saber si sentía molestia.
Foto: Esteban López para Unsplash
Algunos de estos toques me dolieron, pero sabía que era necesario para la revisión. Luego bajó sus manos por mis piernas, hasta llegar a las plantas de los pies y moverlos en forma circular hasta que tronaron, eso sí nunca me lo habían hecho en el gastro.
Después me pidió que me volteara boca abajo y mientras lo hice, se dio la vuelta y me pidió que le avisara cuando estuviera lista. Yo me volví a acomodar la bata hasta abajo, me cubrí lo más que pude.
Y en ese momento comenzó revisando mis riñones con pequeños golpes y luego me preguntó si mi periodo estaba alterado, pues había notado que debido a la colitis estaban muy inflamados mis ovarios y los riñones también.
Foto: Sansun Bughdaryan para Unsplash
Me preguntó a qué me dedicaba para saber si mi trabajo era muy estresante y me dijo que tenía que tronarme la columna y apenas terminó de decirlo cuando sentí cómo recargó su codo en mi espalda con todo su peso y tronaron todos mis huesos. Yo en ese momento me sentía en el quiropráctico en vez del gastro.
La revisión duró unos 5 minutos pero se me hicieron eternos porque no me sentía cómoda con lo que estaba pasando, no entendía si era normal, si él daba así la consulta o si estaba manoséandome y era un abuso.
Foto: Steinchen para Unsplash
Al terminar, me dio la mano para bajarme de la camilla y me pidió que me vistiera. Cuando salí del biombo, él estaba viendo su celular y de pronto comenzó a reproducir audios de WhatsApp con la voz de su hija, quien le decía que su teléfono se había descompuesto y necesitaba que le comprara otro.
Yo seguí allí sentada y él reprodujo más audios largos, hasta que le dije que si iba a darme de alta o tenía que tomar más medicina. Entonces comenzó a decirme que su ex ponía a su hija a que le pidiera cosas y que en realidad eran para ella, que estaba harto.
No podía creer que estaba hablándome de cosas personales en plena consulta, yo me sentía muy incómoda con todo. Por fin comenzó a hacer mi receta, me dijo que iba a mandarme tratamiento por un mes más pero que tenía que ponerme una inyección en ese momento.
Foto: Bru-no para Pixabay
Le pregunté que para qué la inyección si yo no me sentía mal, pero respondió que para bajar la inflamación más rápido. Le dije que no, que no quería que me inyectara, que me diera la receta porque ya tenía que irme. No iba a permitir que me pusiera otra mano encima, además yo no tenía dolor, no veía necesario lo que quería hacer.
Me dio la receta, indicaciones y me dijo que había anotado su WhatsApp por si tenía dudas, se levantó, me extendió la mano y me dijo que necesitaba relajarme mucho, que la próxima vez quería verme menos tensa. Yo salí de allí sin saber qué hacer, sin saber si era yo la que estaba exagerando, si todo eso era normal. Eso pasa con este tipo de violencia, te hace dudar y te confunde.
Salí a agendar mi próxima cita con la recepcionista y me fui del hospital. Al salir le llamé a una amiga para contarle lo que acababa de vivir. Ella me dijo que eso no era normal definitivamente. Y lo peor es que yo olía a su perfume porque se lo puso en las palmas de las manos, entonces me lo impregnó al auscultarme.
Foto: Anemone123 para Pixabay
Una semana estuve procesando lo que pasó y luego decidí regresar al hospital para hablar con el director, todavía iba dudosa de si el médico así daba su consulta, pero quería dejar claro que no me había sentido cómoda y que no estaba bien sentirse así como paciente.
El director me indicó que dos pacientes más ya lo habían denunciado por lo mismo, exactamente lo mismo, y mi testimonio solamente reforzó el porqué ya lo habían despedido y reportado a la Conamed (Comisión Nacional de Arbitraje Médico).
En ese momento supe que debí parar esa consulta desde el momento que me sentí incómoda, desde que apagó la luz para revisarme con su lámpara. Algo que no les mencioné es que este seudo médico es joven (35 años), alto, delgado y con una imagen muy cuidada. Supongo que también aprovecha su aspecto para abusar de sus pacientes.
Al final hice lo correcto: denunciar.
Foto: Marcel Eberle para Unsplash
A continuación te dejaré los contactos de instituciones en las que puedes realizar tu denuncia contra violencia de género. ¡Mujer, tienes derecho a vivir sin violencia! ¡No lo olvides!