Hoy en día muchas mujeres han logrado éxitos que escuchamos con la frase “la primera mujer qué”. Socialmente se han adquirido más roles y presiones de lograr, hacer y ser más, a la vez que se desvalora el poder de la maternidad. Sin embargo, estos logros han venido acompañados de mucha culpa que en muchos casos en invisible.
Para muchas mujeres, la culpa surge de la sensación de no estar cumpliendo con las expectativas sociales, familiares o personales. Este sentimiento puede ser debilitante, traicionero y desánimo para seguir y brillar, pues suele aparecer en los momentos en que deberían estar celebrando sus logros.
Así se presenta la culpa dentro del éxito
Históricamente hemos definido roles para las mujeres, que giran, principalmente, en el cuidado del hogar, la familia y los hijos. Aunque se han ido cambiando y transformando, muchas expectativas siguen igual. Más difícil aun, se ha sumado el rol de familia, el de trabajadora/empresaria/emprendedora y el de autonomía financiera, dando como resultado “todo perfecto”.
En el mundo se van rompiendo estas creencias, parcialmente cargando todavía con estigmas: cuando una mujer rompe esos modelos y lo hace diferente, surge muchas veces un conflicto interno de desaprobación personal y social.
Además, la culpa también nace de la autocrítica y autoexigencia, de esa voz interna que constantemente nos recuerda que no estamos haciendo lo suficiente, sin importar cuántos logros hemos alcanzado. Esa voz a la que yo llamo “papua” que puede estar ligada a nuestro peor enemigo, a la idea perfecta de hacerlo todo: mamá presente, profesionales destacadas, parejas amorosas, amigas incondicionales y, al mismo tiempo, mantener un equilibrio perfecto en todas las áreas.
Cuando no podemos cumplir con todas esas expectativas, la culpa se manifiesta como un recordatorio constante de lo que creemos que estamos fallando, de lo mala que eres y lo mal que lo haces.
¿Por qué no lograrlo y reconocerlo, disfrutarlo, cacarearlo, compartirlo? ¿Por qué culparnos de ese éxito merecido, esforzado y alcanzado? La idea de la culpa se refuerza con la idea de que la mujer trabaja de más, mamá no está con los hijos o que debe elegir una cosa con otra.
La culpa en la maternidad
Ahora, algo importante y que a mí con la depresión postparto me costó mucho, es la maternidad y la culpa. Estas autoexigencias de la perfección, educar, la idea de que lo que hace un niño (aunque sea una persona completamente diferente a ti) es tu responsabilidad.
También, desvalorando el milagro de crear vida y dar a luz a un ser humano. Adicional se puede agregar la culpa por trabajar y no estar al 100% en casa o “egoísmo” de esa mujer que elige el trabajo y no ser mamá.
Redefinir el éxito
Trabajar la culpa es un proceso que requiere tiempo y autocompasión. Primero, es importante que se reconozca que el éxito profesional y personal no están en conflicto. Es posible equilibrar ambas facetas de la vida pero, para hacerlo, es necesario soltar la idea de que deben ser perfectas en todo el tiempo.
Además, redefinir el éxito es importante. Muchas veces, la culpa surge porque estamos tratando de ajustarnos a una definición de éxito que no necesariamente coincide con nuestros valores o prioridades. ¿Qué significa el éxito para ti? ¿Cómo se ve el éxito en tu vida diaria?
Por último, no se trata de hacerlo todo por sí mismas, sino de contar con una red de apoyo que permita equilibrar las responsabilidades sin sentir que estás fallando en alguna área.
La culpa en las mujeres es un sentimiento profundamente arraigado, alimentado por expectativas sociales y la autocrítica. Redefine tú exito, autoexigencia y autocompasión, pera así liberar la culpa y brillar en cada proyecto.
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