Un año más, las voces de decenas de miles de mujeres se unieron en un grito ensordecedor que recorrió la Ciudad de México, desde la avenida Paseo de la Reforma hasta llegar al Zócalo capitalino. Sin importar edad ni clase social, todas marchamos por un futuro libre de violencia y una sociedad más justa, porque todas tenemos al menos una historia que significa lo contrario a esas dos consignas. A continuación NOSOTRAS te compartimos parte de nuestra experiencia, con esta crónica del 8M en 2025.
Crónica de la marcha del 8M en CDMX

En preparación para la marcha
Para NOSOTRAS el 8M comenzó el viernes 7 de marzo a las 7:00 pm, en las instalaciones de Huerto Toma Verde, ubicado en la colonia Roma Sur.
Allí, asistimos a una invitación especial por la comunidad Piel Canela, que días anteriores había hecho una convocatoria en sus redes sociales y sitio web para la elaboración de carteles por el 8M.

Como parte de un encuentro poderoso de mujeres aguerridas y valientes, que abrieron sus corazones y dejaron fluir sus emociones frente a otras mujeres desconocidas, se celebró un círculo empático, en el que cada historia resonaba en todas las presentes. Y es que lo que vive una, lo vivimos todas. Así es nuestra historia.
Seguido de una profunda meditación, con el sonido de un delicado tambor de fondo, culminamos brindando con cacao. Una deliciosa bebida ancestral que armoniza, relaja y sana emocional y mentalmente. Al finalizar, mediante un sesión de arteterapia, pintamos los carteles e hicimos estampados de flores con tintas naturales creadas con plantas.

Los puntos de salida
Tomamos varios puntos de partida hacia el Zócalo: la Fuente de la Diana Cazadora, la Glorieta de las Mujeres que Luchan y el Monumento a la Revolución. Nos unimos a contingentes como el de Amnistía Internacional y la colectiva We R Women on Fire. También encontramos grupos grandes como el que convocó el podcast conducido por mujeres “6 de Copas”.
Para las 11:00 am del 8M, algunos contingentes ya estaban partiendo hacia el Centro Histórico; a diferencia de otros años, en que la marcha se realiza en días hábiles, las actividades comenzaron mucho más temprano.

Pudimos ver contingentes conformados por estudiantes, por madres e infancias, por organizaciones que combaten la violencia vicaria, por familiares de mujeres desaparecidas o víctimas de feminicidio, por personas con discapacidad y por adultas mayores. En su gran mayoría, los contingentes eran transincluyentes y abogaban por la diversidad e inclusión.
Rápidamente, las vallas se llenaron de pintas y consignas. Desde que los contingentes comenzaban a avanzar, el humo violeta y verde inundaba la calle a menudo.
El ambiente en la marcha

En general, el ritmo y ambiente de la marcha fue tranquilo y seguro, pero también lleno de energías. Las batucadas, las bocinas, los altavoces, los cantos y consignas en grupo nos acompañaron en todo el camino, desde Reforma hasta el Zócalo; había quienes bailaban, aplaudían y otras saltaban bajo la instrucción: “el que no salte es macho”.
“Ni una más, ni una más, ni una asesinada más”, es uno de los gritos de consigna más populares y constantes. También es fácil escuchar “mujer, escucha, esta es tu lucha”, o “somos malas, podemos ser peores”.
Niñas y niños de distintas edades se unieron al movimiento. Llevaban sus propios carteles, gritaban con sus madres y se hacían visibles entre las miles de mujeres que caminaban juntas.

Desde las ventanas de algunos edificios y restaurantes de Avenida Juárez, algunas mujeres ondeaban banderas verdes y moradas en apoyo al movimiento. Aunque todavía estaban en sus turnos laborales, se tomaban unos minutos para gritar consignas desde las alturas. Las integrantes de la marcha les respondían con gritos, aplausos y reconocimiento. Esta acción nos recordaba que no solo las mujeres que marchan están luchando.
En ocasiones, integrantes del bloque negro caminaban a los lados de la multitud como parte de su labor de buscar la seguridad de quienes integran el movimiento. Iban completamente encapuchadas para proteger su identidad. Algunas se detenían para hacer pintas y golpear las vallas, mientras la multitud las acompañaba con el grito: “fuimos todas, fuimos todas”.

A la altura del Eje Central, un grupo de mujeres que ofrecía su apoyo emocional a quienes habían sido víctimas de violencia. Las podías reconocer porque estaban llenas de pintura violeta, en la ropa y la piel, además de que llevaban un cartel con la leyenda: “si te han lastimado, píntame”. Entre lágrimas, las mujeres que se acercaban a pintar a las activistas también intercambiaban algunas palabras de aliento y se abrazaban.
Los carteles
Cada año, las decenas de miles de mujeres que forman parte de la marcha hacen uso de su creatividad y la plasman en los carteles que llevan en alto. Algunos hacen referencia directa a los tipos de violencia que todas hemos vivido, como “no es normal que todas tengamos una historia de abuso” o “si nosotras somos las ‘nazis’, ¿por qué somos las que morimos?”. También hay muchos carteles que denuncian a abusadores o acosadores con nombre y foto, o rememoran a las víctimas de feminicidio.

Las mujeres utilizan todo tipo de materiales para sus consignas: lo más común es la cartulina o el cartón, pero también hay carteles decorados con flores o incluso espejos pintados con frases para que te reflejes en ellas.

Gran parte de las consignas utilizan el humor para entregar un mensaje. No es raro encontrar carteles con frases como “con este culazo aplasto el patriarcado” o “te saltabas tus clases de historia y ahora le lloras a un monumento”.

Tampoco hacen falta las letras de canciones plasmadas en carteles o las consignas que escuchas constantemente con el flujo de la marcha.

La llegada al Zócalo
Al entrar al Zócalo capitalino, una enorme manta se apoderó de nuestra atención con el mensaje: “el Poder Judicial tiene una deuda histórica con nosotras. ¡Que la pague con justicia, no más impunidad”.

Conforme los contingentes llegaban al Zócalo, las mujeres aprovechaban para buscar la sombra y descansar un poco del calor, que llegó a los 27° C.

Se organizó una colecta masiva de carteles, para quemarlos al finalizar la marcha. Para este punto, ni el intenso calor que se incrementaba por el poco espacio disponible, ni el cansancio, eran capaces de apagar la energía.
Un momento de entendimiento y apertura, para cerrar un día de reconocimiento y de no olvidar por qué luchamos, por quiénes luchamos y los cambios con los que soñamos en esta sociedad. Y, sobre todo, entender que entre desconocidas podemos apoyarnos como hermanas y que ésta es la única forma de salir adelante.
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