Lo primero que llama la atención de Lila Avilés cada vez que mira la muñeca Barbie que tiene enfrente, es su cámara de cine. Le hace pensar en la primera cámara que tuvo y en la importancia de su instrumento de trabajo; a veces, resulta una extensión de ella misma. También la hace hablar sobre su amor por lo que hace. “Yo me creo mucho mi oficio, que es el cine, lo amo con todo mi ser. Y, cuando uno ama lo que hace, lo cuida”.
Esa muñeca Barbie, de hecho, es un homenaje para Lila que la empresa Mattel realizó para destacar su trabajo. Es un reconocimiento que en 2024 comparte con figuras como las actrices Helen Mirren y Viola Davis, o la cantante Kylie Minogue.
Tuvimos la oportunidad de hablar con la directora de “La camarista” y “Tótem”, para hablar sobre la Barbie que ahora la representa, sobre su trayectoria y su papel como inspiración para futuras mujeres cineastas.
Entrevista con Lila Avilés, cineasta mexicana que ya tiene su Barbie
Con dos largometrajes que llevan su nombre en la dirección, Lila Avilés se ha convertido en una de las cineastas más destacadas de nuestro país. Ella también llega a desempeñarse en los roles de guionista, productora y actriz.
La película “La camarista” dio a conocer su trabajo en más de 70 festivales de cine internacionales y compitió como Mejor Película por el Ariel. “Tótem”, por otra parte, estuvo en la contienda por representar a México en los Oscar.
¿Qué significa para ti Barbie y tu muñeca en particular?
Representa mucho trabajo. Yo creo que lo que ha sido muy bonito de mi oficio, de ser cineasta, es que me ha dado la virtud de ser, simplemente. Lo que he descubierto con el cine es esta posibilidad de decir un poquito quién es uno a partir de lo que quiere plasmar en pantalla.
Entonces siento que este tributo, que ha sido una locura surrealista, me hace sentir muy contenta y agradecida porque obviamente esta Barbie viene con su herramienta, que es la cámara, es el micrófono, el gatito, que va junto con pegado, que yo me siento muy feliz de mi oficio.
En el sentido particular esto ya es como un trofeo y aparte, imagínate, un trofeo que ya tiene su vestuario, ya trae su cosa más particular.
¿Siempre quisiste ser cineasta? Tu formación también es teatral
No lo tenía tan claro de chiquita qué era ser cineasta, lo que sabía es que me gustaba contar historias. Yo siempre bromeo que cuando una ya trae las castañuelas, ya trae el payaso ahí adentro, hay que dejarlo salir.
Entonces, como que siempre, desde chiquita, tuve mucha imaginación. Veía una película y de esa película ya inventaba la historia, escribía una historia y ya de ahí hacía la obra de teatro y así me la pasaba siempre. Como que yo sabía que, de que iba a hacer algo creativo, iba a hacer algo creativo.
Fui mamá joven, entonces uno piensa ‘ah, ya los caminos cambiaron un poco’. Y, ¿qué crees? Que no. Los caminos nada más hay que seguirlos andando y ser tercas en el buen sentido de la palabra, porque luego la terquedad no es tan buena consejera. Pero cuando es una terquedad palpable, que viene desde el corazón, la verdad es que sí ayuda.
Yo duré mucho tiempo en el teatro y trabajando en muchas áreas. Estuve de vestuario, maquillaje, de actriz, asistente de dirección, asistente de producción, jalando cables… Como fuera. Pero sí quería dar ese otro pasote.
Lo que fue muy lindo fue que a partir de que me compré mi cámara, como que pude dar ese paso a ser cineasta. Porque a veces el cine puede ser muy avasallador, sí me he encontrado con jovencitas que quieren empezar y sienten que es gigante. Y pues sí, sin duda no es un oficio como de pintora o escritora, sino que atrás de esta Barbie hay como un millón de personas. Es mucha gente que me ha venido acompañando y han sido muy feroces también al respetar mi voz. Creo que eso es vital en esta época y en cualquier otra.
Siento que, a partir de que di ese pasote, dije ‘pues soy cineasta’ y me lo creí ferozmente. Ya se ha abierto un camino muy maravilloso. Yo creo que necesitamos más cineastas de norte, sur, este y oeste. Necesitamos más diversidad, otras voces en distintas lenguas.
Hablando sobre la terquedad, ¿qué tan difícil es imponer tu visión o mantenerla ante un equipo muy grande?
Yo creo que aquella dichosa frase de ‘hablando se entiende la gente’ es para la vida, el trabajo o para todo. Yo creo que la vida se trata de comunicar y a veces uno no tiene la entereza de que va a ser súper fidedigno lo que uno dice, a veces obviamente se puede equivocar, pero siempre tiene uno que buscar las formas de comunicar lo mejor que puede, transmitírselo a las otras personas.
Creo que el cine también forma parte de esa comunicación y yo encontré con el cine que fluyo muy bien. Encuentro que me dio una voz, que me es fácil entenderme con los demás.
También a veces hay que romper con este prejuicio de que, ‘ay, porque eres mujer hablas suave, ¿no?’ O esas etiquetas que nos colocan, claro que no. Obviamente que no. Cuando uno necesita hablar de ciertos temas puedes tener también ese carácter y esa personalidad, eso no te va a quitar también hablar con ternura o desde las necesidades básicas que estás sintiendo con el proyecto. Entonces creo que con ese perpetuo ir y venir, así sea el cine o una doctora haciendo una cirugía, necesita ese cuidado y entereza.
¿Crees que la representación femenina está evolucionando ya en el cine? Tanto al frente como detrás de cámaras
Me encanta, pero me encanta, ser cineasta en esta época. Es una suerte porque obviamente yo estoy aquí gracias a todas las cineastas, a todas las mujeres que han pasado, que honro. Creo que es muy lindo pensar en que no vamos solitas, y uno está aquí también por las generaciones que vienen.
Obviamente, hoy por hoy, claro que cada vez en más festivales, en más salas de cine hay más y más mujeres. Claro que estas iniciativas ayudan, pero todavía faltan más. Estamos todavía empezando muy bien. Cada vez somos más pero desgraciadamente todavía en muchos países aún las cifras son minoritarias. En México, en países como Argentina o Chile, cada vez se escuchan más y más mujeres cineastas, hablando de Latinoamérica. Pero tenemos que encontrar esa equidad.
Porque luego hay este choque de ‘ay, mujeres, ay hombres’. Y yo tengo también muchos amigos hombres y no se trata de quién es mejor. Como bien nos dice el matriarcado, es solo una cuestión de equidad, de equilibrio.
¿Cómo es para ti estar en este ámbito que va evolucionando pero todavía es dominado por hombres?
Necesitamos ser más sabias, la unión hace la fuerza y tenemos que ser más sabias. Ser minuciosas en nuestro cuidado emocional también. Cómo nos vinculamos con nuestro trabajo, con las personas que trabajamos, con nuestras amigas y amigos. Desde lo más cercano hasta irnos al mundo, al planeta, tenemos que ser más empáticas en ese sentido.
También más feroces y más guerreras en el sentido de que podemos también bailar, divertirnos pero al mismo tiempo ejercer, hablar y hacer un ‘speech’ que nos venga del corazón.
¿Quiénes son tus directoras favoritas?
Pues obviamente Agnès Varda, porque creo que lo que ha sido tan precioso de Agnès Varda es cómo ya en su adultez tenía esa vitalidad y esa espontaneidad como si fuera una niña; creo que eso, ese foco, no se nos puede apagar. Tenemos que ser más maduras, obviamente, pero no perder esa esencia que te hace avanzar y ella es así como la portavoz.
Obviamente Jane Campion, obviamente Lucrecia Martel. Son como estas genias que dan pauta.
Como directora, ¿qué es lo máximo que quieres lograr? Que digas, ‘quiero hacer eso’ o ‘estar en ese punto’
Yo lo único que quiero es seguir filmando, si es posible, toda mi vida; de las formas que sea y seguir experimentando, seguir jugando con distintos formatos. Y mientras haya libertad y se respete mi voz, no hay dogma.