Corea del Norte es un país que llama la atención de todo el mundo y aparece constantemente en medios internacionales por la forma en que su líder, Kim Jong-un, gobierna de acuerdo a una estricta ideología denominada juche (la cual implementó su abuelo, Kim Il-sung, en el siglo pasado).
Se sabe que el poder que el gobierno ejerce sobre la población norcoreana es impresionante: va desde el precario acceso a internet, las cosas que pueden comprar, sus labores, el lugar donde viven y lo que ven en la televisión, pasando por el tipo de ropa que pueden vestir (aquí la gente no usa jeans o camisetas con mensajes en inglés, por ejemplo) y hasta su corte de pelo.
Hoy te platicaremos un poco sobre cómo las mujeres de este país no pueden arreglarse a su propio estilo. El maquillaje en Corea del Norte está prohibido.
Maquillaje en Corea del Norte
En este país los artículos como los jeans y el maquillaje, así como los tintes para el pelo, permanecen como un tabú, dice el sitio web Deutsche Welle.
De acuerdo con un artículo de Refinery29, existe una revista propagandística para mujeres llamada Choseon Ryusung, que habla sobre temas como la manera en que pueden llevar el pelo (mediano o corto), la forma en la que deben vestir (si debe de ser modesta y holgada) y prohíben cualquier tendencia o estilo extranjero.
Básicamente, el régimen aprueba prendas de vestir y cortes de pelo que se basan en la modestia y la homogeneidad.
Las mujeres norcoreanas obtienen sus nociones de la belleza occidental principalmente por el contrabando de series o películas provenientes de Corea del Sur.
Irónicamente la esposa de Kim Jong-un, Ri Sol-ju, también impone moda por su gusto hacia marcas de lujo como Chanel o Dior, que ya están presentes en productos de piratería a lo largo del país, de acuerdo con el sitio web Culture Trip.
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¿Policía de la moda?
Para supervisar que todos respeten las reglas, algunos de los ciudadanos obedientes se encargan de patrullar las calles.
Para observar a las mujeres, se especula que existe un sindicato que tiene sede en la capital del país, Pyongyang; mientras que la Liga de la Juventud Socialista de Kim Jong-un tiene poder sobre los niños, adolescentes y mujeres solteras en algunas partes del país.
Sin embargo, si la mujer está casada suele respetar la vigilancia de su marido.
Según un artículo de Deutsche Welle, en Corea del Norte desafiar los códigos de belleza puede llevarte a detenciones, interrogatorios e incluso prisión.
Danbi Kim (su nombre fue cambiado) es una desertora entrevistada por Refinery29, quien contó la humillación pública que vivió en su adolescencia por algo tan simple cómo usar un par de jeans.
Aunque eso no fue lo peor que ella vivió: la chica alguna vez estuvo en centros de detención y fue víctima de torturas por su trabajo como contrabandista de maquillaje.
Entre sus productos más exitosos estaban las mascarillas y delineadores. Hay cosas que ni siquiera tienen nombre en Corea del Norte, pero son muy solicitados: los lipsticks son las “cosas para pintar los labios” y el blush es la cosa “para poner las mejillas rojas”, dice el testimonio.
Mientras vivió en su país de origen, Danbi Kim se enfrentó a la posibilidad de terminar en un campo de trabajo. De este tipo de lugares en Corea del Norte hay muy pocas imágenes e información verificable, pero se habla de tortura y condiciones deplorables.
Se estima que 200 mil norcoreanos están en campos de prisioneros en la actualidad, y que 400 mil ya han muerto en campos, de acuerdo con Refinery29.
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Rebeldía en Corea del Norte
Noel Kim, de 26 años, dijo al sitio web Refinery29 que cuando ella era una adolescente en la ciudad fronteriza de Onsong, teñirse su pelo representó su primer acto de rebelión aunque nadie lo supiera.
El color que escogió para el tinte fue negro, aunque su cabello era del mismo tono no le importó; su objetivo no era hacerse notar, sino solo decirle a sus compañeros que lo había hecho.
Asimismo, Noel compartió que vio a otras personas de su comunidad de Onsong, que se estaban arriesgando con la belleza y el estilo. Y gracias a eso se pudo dar el siguiente paso. “Comenzó con una o dos personas, pero se hizo más y más grande y el régimen ya no podía controlarlo”, finalizó Noel.
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