Los ataques con ácidos y químicos son una realidad presente en nuestro país y a nivel internacional. Se trata de un tipo de violencia de género que, como otras, nace a partir de las creencias misóginas que perduran en la sociedad. Por esta razón es necesario dar a conocer qué es la violencia ácida y cuáles son las consecuencias que tiene en las víctimas.
Para entender qué es la violencia ácida retomamos la definición publicada por la Fundación Carmen Sánchez. Describe a estos ataques como un tipo específico de violencia feminicida, el cual se caracteriza por el acto de arrojar ácido u otras sustancias corrosivas en el rostro y cuerpo de una mujer con la finalidad de atentar contra su vida, su integridad y su libertad humana. Además de mantener y profundizar el estado de desigualdad y opresión en el que se encontraban, explica la fundación.
Datos a considerar sobre la violencia ácida
De acuerdo con la Fundación Internacional de Supervivientes del Ácido (ASTI, por sus siglas en inglés) los ataques con ácido u otras sustancias corrosivas han aumentado más de dos veces y media respecto a cinco años atrás. En Reino Unido, por ejemplo, durante 2012 se registraron 228 delitos, mientras que en 2016 fueron 601. También informan que cada año hay 1,500 ataques de ácido en todo el mundo, de los cuales el 80% son hacia mujeres.
En varios países estos ataques son una práctica común, como el caso de India, Colombia, Pakistán, Nepal y Uganda, según información de ASTI. En México, este tipo de violencia ha crecido y no hay datos oficiales concretos sobre el número de víctimas.
En nuestro país existe la Fundación Carmen Sánchez, la cual tiene como objetivo prevenir, atender, erradicar, investigar y buscar la sanción de los ataques con ácido u otras sustancias corrosivas a mujeres mexicanas por situaciones relacionadas con la violencia machista. Esta asociación civil fue creada por Carmen Sánchez, activista y sobreviviente de un ataque ácido, y por Ximena Canseco, historiadora, activista e investigadora.
El portal oficial de esta fundación reporta que los estados en donde se han documentado más crímenes con ácido son la Ciudad de México, Puebla y el Estado de México. Ellas se han encargado de registrar y ayudar a víctimas de esta violencia, cosa que muy pocas instancias gubernamentales han hecho.
Después de conocer el panorama, es importante hablar sobre qué es la violencia ácida y cuáles son las consecuencias que tiene en las víctimas de estos ataques. Además de su contexto actual en México y las acciones que se emplean para auxiliar a las víctimas.
Entrevistamos a María Elena Esparza Guevara, presidenta de la Ola Violeta A.C. (organización que se dedica a la prevención de la violencia de género) y consejera de género del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México.
¿Qué es la violencia ácida?
María Elena Guevara explica que la violencia ácida es uno de los tipos de violencia más atroces, pues “marca el cuerpo de la víctima para hacer que esas cicatrices sean un recordatorio permanente de la relación en la que se presentó el ataque”.
Al tener la cifra presentada por ASTI, la cual establece que el 80% de víctimas son mujeres, la consejera reiteró que la violencia ácida es un delito de género, que está atravesado por toda la violencia estructural machista.
¿Cuál es el contexto actual de la violencia ácida en México?
Lo primero que llama la atención, de acuerdo con Guevara, es que no hay datos actualizados. No es un tipo de violencia que se desagregada en los reportes mensuales que hace el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. “Los datos caen a cuentagotas y muchas veces no son muy precisos”, menciona la presidenta de Ola Violeta.
Ella aclara que entre la información que hay, “no está desagregada entre los que son tentativas y los que se consumaron como feminicidio”. Sin esa información, es difícil hacer un diagnóstico preciso, porque no sabemos en realidad cómo pasó cada ataque.
La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) desde 2016 reporta 908 casos de mujeres agredidas o amenzadas con causarles daño con ácido o algún químico. Pero, no diferencian cuáles sí fueron ataques y cuáles se quedaron como amenaza. La última actualización que tienen fue del 13 de julio de 2023, donde se reportaron 109 casos, pero no sabemos cuántos si se consumaron, señaló la consejera.
Hay casos que se han vuelto más mediáticos son el de la saxofonista María Elena Ríos y el de Carmen Sanchez, quien gracias a su lucha logró una sentencia histórica; fue la primera vez que se juzgó a un agresor con una pena de 46 años y ocho meses por tentativa de feminicidio.
“El tema de la violencia ácida es poco visible y poco documentado, por lo que la labor de Carmen Sánchez es digna de admirar, su lucha representa muchísimo para las víctimas”, indica la consejera de género.
Muchas veces ocurre que en estos casos judicializados, es que la defensa de los agresores (donde el 90% son hombres), piden que sean juzgados por el delito de lesiones, que obviamente tienen penas mucho menores que el de feminicidio por grado de tentativa, menciona en entrevista María Elena.
¿Cuáles son las consecuencias psicológicas que tienen los ataques en las víctimas?
En algunas ocasiones, las víctimas de violencia ácida rechazan su propia imagen, por otro lado, su autoestima y autoconcepto se ven afectadas. Entran en un terreno de estrés postraumático muy complejo que implica el rechazo de su imagen y de despersonalización, como explica la activista. Rechazan los espejos, buscan cubrir su rostro o la zona dañada.
Se requiere un proceso terapéutico profundo que pasa por resignificar la propia imagen y reconciliarse con un nuevo aspecto. Por otro lado, el rechazo social es fuerte, debido al mandato de la belleza y los estereotipos de género; por ejemplo, muchas de las víctimas, después de sobrevivir al ataque, son despedidas de sus trabajos.
Son rechazadas socialmente por las marcas en su piel y existe rechazo hasta en el entorno más cercano que es la familia. El daño físico es el más evidente, pero el daño más profundo ocurre en el nivel psicológico y emocional, en el autoestima y el autoconcepto, dice la consejera.
¿Existe un perfil del agresor o potencial feminicida?
De acuerdo con la CONAVIM, en 9 de cada 10 casos el agresor es la pareja, expareja o un conocido de la víctima. En los casos más mediáticos de ataques ácidos en México, la pareja ha sido el agresor, menciona la presidenta de Ola Violeta.
El objetivo del agresor es marcar a la víctima de por vida y confrontarla con el recuerdo de lo que significó el vínculo personal. La violencia de género empieza con señales sutiles que la sociedad tiene muy normalizadas. Son conductas que se pueden disfrazar de protección y cuidado pero, si se permite (colectivamente), el avance puede llegar a otros tipos de violencia, agrega Elena.
¿La ley tipifica a la violencia ácida como feminicidio en grado de tentativa?
Como indica María Elena Guevara, hasta el día de hoy la violencia ácida no está tipificada en 22 estados del país. Esto es importante y se debe alertar porque, ¿cuál es la protección que tiene una mujer agredida? Si los ataques con sustancias corrosivas ni siquiera están tipificados como un delito en 22 entidades federativas.
El 11 de diciembre del año pasado, el Congreso de la Ciudad de México aprobó un dictamen para tipificar el delito de violencia ácida, pero todavía no hay una reforma al Código Penal ni a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
“Vamos avanzando poquito pero, mientras no haya una reforma a nivel federal que homologue los códigos en todas las entidades del país, las mujeres están a la deriva en varios estados y dependen del criterio del juez al que le toque el caso. Y esto si es llega a judicializarse, porque abrir una carpeta de investigación es complejo”, reitera María Elena Guevara.
¿Cómo actúan las instituciones de salud al recibir víctimas de violencia ácida?
“Las víctimas se enfrentan al obstáculo de que las instituciones de salud piensan que, debido a que las cirugías las lleva a cabo un cirujano plástico, entonces son cirugías estéticas”, indica la activista. “Y esto no es así, las víctimas se deben someter no a una, sino a muchas cirugías; el proceso es largo y costoso y nadie se hace responsable”.
Las mujeres agredidas muchas veces no tienen los recursos para cubrir estos tratamientos. Elena asegura que es importante integrar en la reforma las garantías de las cirugías y la definición de lo que cubriría el derecho de ser atendidas, no por razones estéticas, sino del tratamiento del estrés postraumático y de la posibilidad de reinsertarse en su vida.
“Es indispensable garantizar que, paralelo a la atención médica, ocurra la psicológica, para que desde las primeras etapas se procese la necesidad de apoyo emocional y se garantice la salud mental”.
¿Cómo se lleva a cabo la reinserción social en las víctimas de violencia ácida?
Muchas veces, a pesar de que las víctimas de violencia de género hayan superado la parte jurídica, enfrentan muchos problemas para reintegrarse a su vida y reinsertarse a las dinámicas sociales que tenían antes del ataque. Desde las dinámicas escolares, laborales, familiares, de pareja y frente a sí mismas. “Esto se logra con el tratamiento médico completo, adecuado y de calidad”, dice María Elena Guevara.
¿Cómo apoyar a una víctima después del ataque?
“Si, lamentablemente ya se consumó el ataque ácido, lo que sigue es una labor de apoyo que implica mucha paciencia, acompañamiento y de hacer realidad la frase ‘no estás sola'”, indica la especialista. “Si tenemos cerca a una víctima de violencia ácida, debemos hacerle saber que sí la vamos a acompañar. También debemos fluir con su proceso, ya que a nivel interior puede ser complicado avanzar y, aunque registre un avance, puede que una situación, un sonido, olor o escuchar el nombre del agresor, genere un retroceso”.
También debemos acercar los servicios de salud mental, María Elena reitera que no se debe dejar para después la parte psicológica. “Porque el trauma que ha dejado la huella en el cuerpo podría evolucionar a ideas suicidas, debido a que las mujeres ya no se reconocen. Por eso se debe tener en cuenta y priorizar la salud mental a la par de la física”, finaliza la consejera de género del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México.
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