La violencia de género hace referencia a cualquier tipo de acto que pretenda dañar a una persona o grupo por su género. Según el portal de ONU Mujeres, sus raíces se dan desde las posiciones de desigualdad, abuso de poder y diferencias estructurales. Características con las que cumple la violencia vicaria.
En México, datos del INEGI de 2021 indican que el 70.1% de mujeres han experimentado al menos un episodio de violencia en razón de género. Estas cifras no consideran a menores ni niñas que igualmente son blanco de distintos tipos de abuso.
Porque la violencia no son solo golpes y gritos. El maltrato va más allá, está presente en el día a día, de formas que en ocasiones resulta complicado de identificar. Es respaldado por leyes poco eficientes, por una sociedad acostumbrada y autoridades sin empatía. Lo que ha traído como consecuencia mayores manifestaciones de maltrato, como este tipo que afecta directamente a las madres.
Recientemente, el Congreso de la Ciudad de México aprobó incorporar la violencia vicaria plenamente como un tipo de violencia de género cometida en agravio contra las mujeres y madres. Te decimos qué es y qué considera esta inclusión.
Qué es la violencia vicaria
Amnistía Internacional, organización sin fines de lucro, define a la violencia vicaria como una expresión de maltrato en cuestión de género mediante la cual los hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia son instrumentalizados como objeto para provocar dolor a sus madres.
Este término fue establecido por Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y forense en 2012. La especialista lo define como todo tipo de violencia ejercida sobre los hijos con el fin de herir a la mujer. “El maltratador sabe que dañar a los hijos/hijas, es asegurarse de que su víctima sufrirá. Judicialmente, esos individuos saben que no tienen derechos sobre su pareja, pero sí sabe que lo tiene sobre los hijos en común. Por lo que los transforma en objetos para continuar con el maltrato”.
Los autores de estos actos son las exparejas, la gran mayoría, son también los padres biológicos de los menores. Vaccaro explica que para los agresores, los menores se convierten en un medio más para manipular, controlar y herir a la madre.
Con acciones que van desde la amenaza de “quitárselos”, negarle el derecho a saber de ellos, lastimarlos físicamente, hasta asesinarlos. Para así tener la certeza de que la persona que desea dañar, no logrará recuperarse jamás.
La complicidad, directa e indirecta, de las autoridades, dificulta el proceso de resguardar la integridad y garantizar los derechos humanos de las infancias y madres. Otro papel importante es el que juega la misoginia arraigada en la sociedad, obstaculizando a través de la normalización la prevención, bajo el argumento de que “a un padre no se le puede negar el derecho a estar con sus hijos”.
Una forma de maltrato que pasa desapercibida
La violencia vicaria es una manifestación de maltrato que, históricamente, ha estado presente en la sociedad. Se da en todos los niveles y suele pasar desapercibida, sin darle la importancia que todo tipo de violencia de género necesita.
Suele considerarse como una cuestión más de pleitos en pareja, algo normal cuando dos personas deciden separarse. Sin admitir que tanto las mujeres, como los hijos e hijas, están siendo violentados por sus padres biológicos o a quienes ven como figura paterna.
Es usual escuchar de casos en los que, luego de nunca haberse involucrado en el cuidado de los menores, el hombre solicita la custodia completa. A sabiendas de que es una manera de coaccionar a la mujer para que desista de su decisión o acceda a ciertas peticiones.
No es estrictamente necesario que alguien que ejerce violencia vicaria sobre su expareja tenga antecedentes como agresor, este maltrato se da cuando se comienza a usar como moneda de cambio a los hijos e hijas. Sin embargo, hay casos en los que esta es una manifestación más de las agresiones, como último recurso para evitar la separación o como una especie de venganza en respuesta al rechazo que para ellos significa un divorcio.
Los inicios pueden darse de diferentes maneras. El agresor emite advertencias de arrebatarle a la madre el derecho a verles, amenazas de hacerles daño, asesinarles o condicionar su sustento económico. En circunstancias donde ya hay un divorcio o proceso legal de por medio, se ejerce con el incumplimiento del régimen de visitas establecido por un juez, aprovechar la convivencia para amedentrar a los infantes o utilizar esos días para mantener en vilo a la madre.
La urgencia de que se tipifique y persiga como delito
En México, la violencia vicaria se tipificó como delito apenas este año, cuando Zacatecas se convirtió en el primer estado en hacerlo. Para diciembre de 2022, suman 11 los que ya la reconocen y, hace unos días, en la Ciudad de México se aprobó un dictamen para visibilizarla e incluirla en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
De acuerdo con El Universal, una vez que sea publicada en la Gaceta Oficial, será definida como toda acción, principalmente por hombres, que a través de la retención, sustracción, maltrato, amenaza, con mecanismos jurídicos y no jurídicos, limiten, obstaculicen o impidan la convivencia de una madre con sus hijos para manipularla o controlarla.
Esto es resultado del trabajo en conjunto de autoridades políticas y la ardua labor de grupos de activistas, conformados mayoritariamente por mujeres que han sufrido o están atravesando contextos de violencia vicaria.
A lo largo del año se han convocado un par de marchas y concentraciones para alzar la voz y exigir soluciones de esta expresión de violencia. El modus operandi con más reincidencias, es aquel donde el padre sustrae a sus hijos sin aviso ni consentimiento y se reproduce en cualquier nivel socieconómico.
Los estragos de que se invisibilice la violencia vicaria
No hay datos precisos de cuántos casos de violencia vicaria se han suscitado en México, pues hasta hace unos meses, no era reconocida como tal y no existían protocolos de acción implementados en las instituciones encargadas de sobreguardar los derechos de la niñez.
Cifras del Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria contabilizaron un total de 2 mil 165 casos, de los que la CDMX concentra la mayoría. No se conocen cuántos de ellos han tenido desenlaces trágicos como el asesinato de los menores o la inducción al suicidio de la madre, tampoco aquellos que no son denunciados por temor a represalías o la falta de confianza en las instituciones.
Todavía faltan 21 entidades en el país por reconocer y visibilizar la violencia vicaria como un síntoma más de la violencia de género que diariamente le arrebata la vida a 11 mujeres, y mantiene en círculos de maltrato a cientos más.
Asimismo, queda un largo camino por recorrer en cuanto a planes de acción antes y después de que se manifieste violencia vicaria; sanciones y protocolos de prevención para que ninguna niña ni ningún niño sea utilizado como objeto, y ninguna otra mujer sufra el martirio de no saber de sus hijos.
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