Comenzar un emprendimiento puede ser sumamente intimidante. Cuando no sabes por dónde iniciar pero tienes cientos de ideas, todo puede parecer complicado. Emprender requiere que, de pronto, aprendas sobre un montón de cosas para que funcione y se inicia un proceso lento en busca del éxito que sobrepasa a cualquiera si no se tiene una buena planeación.
Tener paciencia, dedicación y atención al detalle son aptitudes clave para cumplir metas cuando emprendes. Si te decides a hacerlo, te podrías enfrentar a varios retos, a varios “no” y muchos “es imposible”, pero también a muchos crecimientos, logros y nuevas experiencias. Por eso es importante reconocer a las emprendedoras, que luchan día a día para que su arte y su trabajo lleguen a todos lados.
Hablamos con tres emprendedoras mexicanas que se atrevieron a dar un cambio enorme en su estilo vida para seguir su “instinto emprendedor”, dentro de ámbitos muy diversos. Son mujeres jóvenes que se han enfrentado a diversos retos completamente solas.
Coconut Lemonade, de Karla Ramírez, es un emprendimiento de regalos personalizados. Está enfocado en mantener los recuerdos vivos por medio de cuadros de resina personalizados, hechos completamente a mano. Uno de los servicios extra que ofrece este emprendimiento es un curso impartido por la fundadora, para poder aprender cómo hacer tus propios cuadros.
Por su parte, Pollete Berrellaza creó The Snack Bar, un emprendimiento que da servicio para diferentes eventos y fiestas particulares. Complementó su marca al crear cursos que pudieran ayudar a otras a comenzar su propio negocio.
También nos compartió sus experiencias María Delgadillo, de María Bajita. Es una emprendedora que se centra en la ilustración de acuarela, haciendo retratos personalizados, stickers y más tarde, pasó también a convertirse en un negocio de encuadernación, de libretas y agendas. De igual manera, llevó su arte del papel a la piel, mediante los tatuajes, y ha iniciado un emprendimiento de prendas en crochet.
Un emprendimiento puede nacer de muchas maneras
A veces basta con un obstáculo en tu camino, un momento de espontaneidad o un rato de ocio, para tener una idea que termine por convertirse en tu trabajo.
Coconut Lemonade nació en medio de la pandemia, justo después de que Karla Ramírez se graduara y el mundo se detuviera por la COVID-19. Como lo relata ella, las entrevistas de trabajo dejaron de aplicarse, los puestos ya no estaban disponibles y las cosas cambiaron por completo.
“Empecé esto para no aburrirme. Fue como: ‘bueno, ¿qué puedo ir haciendo? ¿Cómo puedo generar un dinero extra?’ Era empezar a moverme y no perder esa motivación. Empecé vendiendo ilustraciones en 100 pesos”, explica. Casi cinco años después, tiene un negocio que ocupa todo su tiempo y es su sostén económico.
Para Polette Berrellaza, la idea surgió a partir del tiempo libre y su inquietud para ganar ingresos extra. “Me encontré con este tipo de negocio en un evento. Fue la primera vez con la que me topé con este modelo de negocio. Se me hizo muy padre porque era muy compacto, era algo que era de dos, tres horas… Se me hizo algo muy padre, innovador. Fue cuando surgió, dije ‘¿por qué no pongo uno yo?’”.
En el caso de María Delgadillo, las cosas fueron diferentes. El emprendimiento comenzó hace alrededor de 7 años con una pregunta: “¿qué tan difícil podría ser hacer yo una libreta?”. Luego de conocer a una ilustradora en un bazar y comprar una libreta, María se dio cuenta de que hubiera comprado otra para su hermano, que estaba a punto de irse de intercambio. Pero después de no conseguir hacer el pedido con tan poco tiempo de antelación, pensó que podría hacer una con sus propias habilidades y un poco de curiosidad.
Esa libreta que le regaló a su hermano, la cual hizo mediante una investigación en internet para conocer el proceso de encuadernación, dio origen a todo lo demás. “Cuando ve la libreta me dice ‘deberías hacer tus ilustraciones, te queda increíble. Entonces empecé a experimentar un poco con todo y de pronto ya estaba haciendo libretas para mis amigas y para mi familia. Un día dije, ‘las voy a vender, ¿qué más puede pasar?’”.
No se detienen por la opinión de otros
Aun teniendo la motivación y las herramientas, se tuvieron que enfrentar a lo que los demás opinaban sobre su trabajo y la manera en la que comenzaron a ver la vida. Ya no sentían que pudieran hacer otra cosa que no fuera seguir creciendo y explorando el mundo como emprendedoras.
“Con mis papás fue un ‘tienes que buscar un trabajo’. Yo contestaba: ‘es que este me está generando todo lo que quiero en un trabajo y un poco más, la comodidad de trabajar con mis horarios, desde mi casa. ¿Por qué voy a moverlo?’ Nada más es porque la gente cree que es otro tipo de trabajo más ‘informal’. Para mí, este es el trabajo más formal que he tenido en toda mi vida y que depende de mí, eso es todavía más formal y más importante”, explica Karla.
María lo ve de manera parecida. Los comentarios sobre sus habilidades, sus alcances y emprendimientos también eran constantes y tuvo que enfrentarlos como lo hizo Karla.
“En mi cabeza era: ‘¿cómo no funciona si me está dando dinero?’. [La idea de dejar el emprendimiento] se me hizo un comentario limitante porque cómo voy a cerrar mis capacidades si yo sé que puedo desarrollar varias y las desarrollo bastante bien. ¿Por qué alguien más tendría que limitar mis capacidades, mis talentos, mi potencial?”.
“Si te dan que pensar”, admite María, para quien la idea de dejar su emprendimiento era demasiado fuerte. “Al final, me había dado mucho y aún me da mucho en muchos aspectos”.
Sin duda, emprender es una decisión que puede ser complicada, vista desde los ojos de otros, pero Polette asegura que también es parte de confiar en las propias habilidades y conocimientos para no frenar el instinto emprendedor.
“Duré un año y medio para tomar la decisión de dejar mi trabajo de oficina, porque claro que había el típico: ‘¿cómo te vas a dedicar a esto?’, ‘es solo una moda’, ‘tú estudiaste una carrera, tienes que dedicarte a lo tuyo’. Pero yo contestaba: ¿Cómo me dices que crear una empresa, dar empleos, no es parte de mi profesión [como licenciada en mercadotecnia]?”, menciona.
“Hay que soñar en grande, pero soñar en grande da miedo, porque ya soñé en chiquito y no salió bien… pero si te pones la camiseta, si es lo que quieres hacer, lo vas a hacer porque te nace”, recomienda la fundadora de The Snack Bar.
Emprender es estar en constante aprendizaje
Para mantenerse en constante avance con su emprendimiento, se enfrentaron a diversos aprendizajes que les hicieron crecer como personas y como emprendedoras. Tuvieron que aprender sobre la marcha, a dirigir por su cuenta un negocio.
“Yo trabajo sola. Todo mi emprendimiento lo hago yo. Yo tomo pedidos, yo subo contenido, yo grabo contenido, yo edito, soy atención a cliente… Todo, absolutamente todo y no tengo a nadie más que me ayude”, menciona Karla.
“Me decían ‘¿puedes hacerlo?’, y yo de ‘sí…’. Y lo investigaba y ponía manos a la obra. Muchas cosas salían mal a la primera, pero no me rendía”, admite María. “Lo he hecho sola completamente. Yo hacía las ilustraciones, editaba las ilustraciones, hacía los tejidos. Yo lo hacía desde cero, cortaba el papel, les hacía los agujeritos, las cosía… es un proceso que lleva mucho tiempo”.
Por la misma razón, hubo errores que tuvieron que ir solucionando y, sobre todo, aprender de ellos para poder mantener a flote el emprendimiento.
“Fue a prueba y error y a veces la regaba, era un ‘discúlpame’ y corrección”, admite Karla. “Mandé pedidos mal, hubo paquetes que se perdieron durante pandemia. Hubo gente a la que no le llegó su pedido y lo tenía que repetir. Obviamente vas aprendiendo, paso a pasito. ‘Okay, ya resolví esta parte, ¿qué sigue?’. Es ir aprendiendo en el camino y hasta la fecha sigo aprendiendo, entonces es parte de aprender, regarla y seguir”.
María, describe como “horrible” y “desastrosa” a la sensación de perder un paquete debido a que, como emprendedora, conoce el costo de su producto.
“Tú, como dueña del negocio, puedes enviar otro, pero también significa una pérdida porque no te van a volver a pagar, pero tú sí tienes que entregar”, menciona María. “Piensas en muchas cosas, le inviertes tanto tiempo, etiquetas, envolturas… Porque aparte son productos únicos, no es como que vayas a una tienda de cadena”.
Por su parte, a Pollette le tocó ser una pionera en su rama y admite que se encontró así misma en un constante aprendizaje durante meses. Lo que la llevó a hacerse muchas preguntas porque no tenía un ejemplo para seguir.
“Me puse a investigar en redes sociales, a ver si había otras cuentas así, si alguien estaba haciendo contenido padre. Nunca me imaginé toda la parte de logística, toda la parte de preparación, de organización que conllevaba este negocio. Fue todo nuevo para mí. Sí tuve mucho cuidado porque uno como novato luego podemos caer mucho en los fraudes o por la emoción, no terminamos de investigar del todo”.
¿Han recibido la ayuda de alguien más?
Como emprendedoras, suelen realizar todas las tareas relacionadas con el emprendimiento solas. Pese a que existe la opción de contratar a alguien que les ayude a completar algunas actividades, esto puede tener grandes implicaciones en el enfoque que le han puesto Karla y María a sus respectivos trabajos.
“Como emprendedor hay que tratar de ahorrar en todo lo que se pueda, el chiste es ahorrar para poder crecerlo después. Eso involucra personas que me puedan ayudar, cosas diferentes que puedo agregar, pero es paso a paso. Si me harían un parote ayudándome…, pero pierde la esencia un poco también de lo que estoy creciendo”, aclara Karla sobre su postura.
De la misma manera, María menciona las implicaciones que ella encuentra en trabajar con un equipo dentro de su negocio, personas que le ayuden a llevar a cabo todos los procesos.
“Son muchas cosas, porque obviamente también debes dejar a las personas que formen parte de, que sientan que también están siendo parte y no todos estamos dispuestos a dejar que otras ideas se mezclen en lo que tienes establecido”, reflexiona María sobre el tema. “No todos tendrían la entrega, el compromiso, sobre todo para hacerlo, no todos lo hacen. Es diferente donde tú haces las cosas porque te nacen, a que las hagas porque es tu trabajo. Yo nunca he visto a ninguno de mis trabajos como trabajos”.
Para The Snack Bar, Pollete necesitó recurrir a la ayuda de otros, aprender a ceder esas tareas importantes de su emprendimiento para poder continuar en funcionamiento. Entendió que, a veces, buscar y brindar ayuda también puede ser necesario para seguir adelante.
“La parte de dar ese paso, de aprender a delegar, porque es tu emprendimiento, es tu bebé, es algo que tú has visto crecer y que te ha costado mucho. Pero sin esas personas, no pudiera crecer más”, admite.
El consejo que nadie les dio lo comparten con futuras emprendedoras
Ni Karla ni María ven a su emprendimiento como un trabajo, lo ven como un estilo de vida que les permite expresarse y crecer constantemente. Por eso, hoy comparten sus consejos para que otras chicas puedan sentirse seguras de elegir un camino como el que ellas han elegido.
“Para empezar… Ya decir ‘voy a emprender’ es una decisión fuerte que no cualquiera lo hace. Es un camino que tienes que decidir si lo sigues o no. No se llega de la noche a la mañana a esta parte de una cuenta que ya tiene seguidores, que ya tiene clientes… Es estarle dando y dando, sin desesperarse”, continúa Karla. “Confiar en que sí lo vas a hacer y dedicarle el tiempo, porque siempre hay emprendedores que en el proceso dejan su sueño y se van para otra cosa. Es pura dedicación, dedicación y corazón, porque si te gusta lo que estás haciendo, no lo vas a soltar”.
“No se dejen desmotivar, por nada, por nadie… si ustedes piensan que ahí es, hay que echarle ganas, hay que dedicarle el tiempo necesario y poco a poco. No hay que desesperarse, porque si nos desesperamos ahí lo dejamos, entonces dedicación y paciencia”, concluye la fundadora de Coconut Lemonade.
Pero, además de ser pacientes y buscar una constante motivación para realizar todas las metas que se propongan, también se requiere de confianza y compromiso.
“Esto es algo de constancia. Si te detienes, todo se detiene porque recuerda que tú eres la principal, si es un negocio propio, tú eres la principal. Eres el sostén de eso, entonces confía en ti, ahí afuera hay alguien que le va a gustar lo que haces”, puntualiza la fundadora de María Bajita.
“Mi consejo sería eso, no te rindas, échale y confía en ti, sé muy fiel a ti y no renuncies. Mientras tú seas constante, fiel a tu compromiso, a ti misma, a lo que tú estás dando… Es difícil, los emprendedores hacen caminos más largos y un poco difíciles, entonces confía en ti, confía en que tú puedes hacerlo, busca las maneras en las que esto te haga feliz, más que quitarte, te dé en todos los aspectos.”
También es importante, como menciona Pollette, no tener miedo a hacer las preguntas que te hagan falta para crecer.
“Recomendaría buscar apoyo, [buscar] a alguien a quien tú veas hacia arriba. Que te impulse a tocar esa puerta y, si una no se abre, en algún momento otra se va a abrir. A veces como mujeres luchonas emprendedoras queremos decir: ‘yo hice esto’, ‘yo voy a buscar’, ‘yo voy’, pero buscar ayuda podría ser algo que ahorre muchísimo tiempo, muchísimo estrés o errores”, continúa Pollette. “Y creer, porque si tienes esa intuición, ese instinto de que sabes que por ahí es el camino que tienes que tomar, aviéntate.