Algo que distingue a esta generación es la manera en la que nos relacionamos con otras personas. Si bien por un lado existe una población más consciente de sus sentimientos hacia terceros, hay quienes siguen en el proceso de entender la importancia de sus emociones.
En este sentido el autoanálisis juega un papel clave, ya que mediante éste somos capaces de cuestionar y analizar lo que hacemos, la forma en la que expresamos y no; así como nuestros sentimientos y el comportamiento que tomamos ante las relaciones que tenemos.
Entre los distintos temas de los cuales debemos hacer preguntas y examinar una y otra vez está el de la responsabilidad afectiva. Un factor recíproco que nos permite que cualquier tipo de relación fluya de manera sana.
Si tienes problemas para distinguir qué es responsabilidad afectiva, el término te parece poco familiar o tienes una pequeña noción de lo que significa y te interesa saber en qué consiste, así como su importancia, entonces estás en el lugar correcto. Juntas aprenderemos el valor de cuidar nuestras relaciones con los demás.
Entonces, ¿qué es responsabilidad afectiva?
De acuerdo con la académica Almadelia Cerda Luna, licenciada en Psicología y terapeuta, la responsabilidad afectiva es un concepto que tiene como bases el respeto, comunicación asertiva, empatía y el cuidado mutuo, ya que tiene como objetivo procesar los vínculos afectivos de forma sana y madura.
La responsabilidad afectiva se puede llevar a cabo en nuestras relaciones con amigos, familia y en pareja. Consiste en hacerse cargo de nuestras palabras y actos; a la par trata de ser conscientes que éstos pueden tener un impacto emocional en aquellos que nos rodean.
La clave para ejercer la responsabilidad afectiva reside en entender que las relaciones están compuestas por dos personas y requieren de comunicación y entendimiento para prosperar.
Por otro lado, también es importante identificar lo que no es la responsabilidad afectiva, ya que en ocasiones podemos llegar a responsabilizarnos de cosas que no nos corresponden o de herir los sentimientos de otras personas sin siquiera saberlo.
De entrada, ser una persona empática y consciente no significa responsabilizarnos de las acciones de los otros.
La falta de responsabilidad afectiva puede presentarse al invalidar los sentimientos de terceros, así como en prácticas que implican el ghosting (cortar de tajo la comunicación con personas con las que solíamos relacionarnos) o el gaslighting (que consiste en ejercer presión o abuso emocional donde la víctima es manipulada para dudar de sí misma).
Es nuestra tarea autoanalizarnos y entender que en ocasiones es necesario tener conversaciones incómodas para construir relaciones fuertes y duraderas.
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