A causa del frío, la calefacción y la baja humedad en el ambiente, la piel tiende a resecarse durante el invierno, principalmente la del rostro. Según datos de la compañía Pond’s, ésta pierde hasta un 25% de su capacidad para retener la humedad cuando llegan los meses más fríos del año (de diciembre a febrero).
Otros factores como una menor exposición solar, la genética de cada persona y una serie de malos hábitos de cuidado agravan esta condición de la epidermis, la cual se presenta con mayor frecuencia en mujeres y hombres arriba de los 40 años, debido a que las funciones de este órgano disminuyen con la edad.
“Las temperaturas bajas ocasionan que los capilares de la piel se contraigan. Por lo tanto, se reduce el flujo sanguíneo y, a su vez, la oxigenación y todos los nutrientes que ésta necesita para mantenerse sana. Es por ello que los cambios bruscos la resecan”, señala Yuvisela Méndez Aguilar, directora de la clínica SKINteligencia Dermatológica.
El frío provoca también un retraso en el ciclo de recambio celular. En comparación con la primavera o el verano, en el invierno se acumula una mayor cantidad de células muertas, lo que provoca que la epidermis luzca con un tono apagado y se sienta áspera.
Atiende las señales
Entre los síntomas de una piel seca se encuentran sensación de tirantez (acartonamiento), picazón, comezón, aspecto agrietado, descamación, enrojecimiento, presencia de granitos y, en casos severos, ardor o dolor. Por ello, si se detectan dos o más de estas señales (que no mejoran con el paso de los días), será necesario acudir con un especialista.
“Al ser mucho más sensible, debido a los cambios climáticos, es común que ésta se irrite con mayor facilidad”, advierte la colaboradora en el Centro Dermatológico “Dr. Ladislao de la Pascua”. Y es que no atender oportunamente alguno de estos indicadores puede devenir en una condición más grave.
De acuerdo con expertos de la Clínica Mayo, cuando no se le da tratamiento a la piel seca pueden surgir problemas como dermatitis atópica, que provoca sarpullido y agrietamiento, así como diferentes infecciones en este órgano a causa de la entrada de bacterias por medio de estas fisuras.
Cómo cuidar tu piel en invierno
Las atenciones a la piel durante el invierno no solo se reducen a cambiar los productos de belleza que se utilizan comúnmente, sino también a leer de manera cuidadosa las etiquetas de los mismos y a poner en práctica una serie de hábitos en vez de otros que, sin saberlo, la resecan y afectan todos los días.
El primer paso de toda rutina de cuidado facial comienza con la limpieza. Es indispensable buscar fórmulas suaves (espumas cremosas o leches) que no alteren la barrera natural de la piel. Actualmente, hay opciones protectoras sin jabón, alcohol ni fragancias que brindan una sensación de confort después de la higiene.
Quienes sufren de piel seca deben complementar su aseo acostumbrado con una loción tonificante, ya que brinda equilibro e hidratación. Existen productos a base de aloe vera que ayudan a reducir la sensación de tirantez, así como la sensibilidad. Otro ingrediente efectivo es la caléndula, que calma, refresca y alivia signos como enrojecimiento.
“Es importante ajustar nuestra rutina de cuidado facial, sobre todo en invierno, para incorporar cremas que aporten mayor humectación. Hay que buscar activos como el ácido hialurónico, las ceramidas y el escualeno, y preferir vehículos como cremas espesas o ungüentos para garantizar una mejor acción”, aconseja la dermatóloga Yuvisela Méndez Aguilar.
Durante esta época también es indispensable el uso de bloqueador solar ya que, de acuerdo con la Academia Estadounidense de Dermatología (AAD, por sus siglas en inglés), la radiación ultravioleta penetra en el suelo y se refleja en superficies como pisos, ventanas, parabrisas y, por si viajas a un destino invernal, la nieve.
Todo hábito cuenta
Aunado a los productos de cuidado diario, se deben poner en práctica una serie de medidas adicionales para mantener la humectación y buena salud de la epidermis. En invierno, se aconseja tomar baños de menos de 10 minutos y siempre con agua tibia, no caliente. Hay que procurar, asimismo, no entrar a la ducha más de una vez al día.
Las inclemencias del tiempo (principalmente, el viento) pueden resecar la piel, por lo que es recomendable protegerla con la mayor cantidad de ropa. Además de un buen abrigo, hay que utilizar gorros, bufandas, guantes y calcetines, sobre todo cuando las personas se encuentren al aire libre.
“También se deben evitar las exfoliaciones agresivas o estar cerca de calentadores o sistemas de calefacción, ya que agravan esta condición. Todas las pieles son diferentes y no responden de la misma manera a las agresiones ni a los tratamientos. Por eso, se debe encontrar una rutina ideal para cada persona de la mano de un dermatólogo”, menciona la directora de la clínica SKINteligencia Dermatológica