Y tú, ¿conoces la copa menstrual?, ¿la usas?, ¿la usarías? Una de cada 10 mujeres mexicanas la utilizan, según mencionó la doctora Zarela Chinolla Arellano, especialista en ginecología y obstetricia de la UNAM, al sitio UNAM GLOBAL, en agosto del 2020.
La razón por la que la especialista considera que se usa por pocas mujeres es por la falta de información, de conocimiento del cuerpo y la renuencia a experimentar nuevas opciones en la higiene menstrual.
Yo comencé a usarla hace más de 10 años y casi me volví una vocera del producto de lo encantada que me tenía; aunque me di cuenta que las mujeres que me rodeaban estaban llenas de tabúes y por ello ni consideraban ponerse una copa menstrual.
Es increíble que existan mujeres que sientan asco y aberración por su sangre. El hecho de que la menstruación no sea visto como un proceso natural del cuerpo femenino es causado también por el machismo.
Tan contradictorio es que en plena era de los metaversos y las criptomonedas, un gran número de mujeres en el mundo sigan sintiendo vergüenza por menstruar y más aún, que en ciertas culturas (mediterráneas, principalmente), sigan encerrándolas durante su periodo y no tengan los recursos para comprar los productos de higiene que se necesitan.
La menstruación digna también debe ser un derecho, pero dejar de estigmatizarla empieza por cada una de NOSOTRAS. Es nuestro cuerpo, nuestra sangre; no es sucia, no es mala, no es aberrante; al contrario, representa la vida.
La primera vez que escuché hablar de la copa menstrual fue cuando tenía 24 años y lo hice por medio de Facebook, ya que una ex compañera de la universidad la había conocido, probado y estaba encantada, así que decidió comenzar a comercializarlas entre las mujeres que conocía.
Me interesé en adquirir una porque tengo la piel muy delicada y las toallas me sacaban un sarpullido muy molesto y los tampones no son recomendables para usarlos todo el tiempo, menos en las noches, así que sonaban ser una gran opción para mí.
Recuerdo que mi ex compañera me invitó a una charla en la que me contaron cómo funcionaba la copa y pude resolver todas mis dudas: si el material podía causarme alguna infección, cómo se limpiaba, cuántos años duraba, cómo se colocaba y qué cuidados se debía tener con ella.
Se trataba de una marca española que, en ese momento, estaba certificada para venderlas en México y tenía dos tallas: mediana (recomendada para mujeres menores de 30 años sin partos vaginales) y grande (ideal para mujeres de más de 30 y que ya hubieran tenido hijos vía natural). Compré la mediana esperando que fuera suficiente para la cantidad de flujo que me bajaba.
Resolvieron todas mis dudas y lo que me convenció es que era un producto que no causaba infecciones o enfermedades, amigable con el medio ambiente y reutilizable. Me sugirieron hervirla antes de estrenarla y que cada que la vaciara, la lavara bajo el chorro del agua solamente con mis manos, nada de jabones.
Una de las cosas que me impactaron es que nos dijeron que íbamos a descubrir que en realidad la menstruación no es tanta como pensábamos, hablando de mililitros, y que los flujos muy abundantes iban a tenerla que cambiar 3 veces al día, pero los moderados y bajos, solamente una vez.
Al terminar de usarla te recomendaban volver a hervirla y guardarla en la bolsa de tela en la que venía. Obviamente antes de ponerla o quitarla se tenían que tener las manos bien lavadas y limpias y la sangre se vacía directo en la taza del baño.
Recalcaron mucho que la copa menstrual era una maravilla porque además de que la sangre no olía, se evitaban el 98% de los accidentes y no se generaba la basura de las toallas y los tampones, que al año representa toneladas.
Su costo era de 500 pesos y era un pago único de por vida, al menos en ese momento me dijeron que esa copa me iba a durar para siempre.
Al principio me costó trabajo ponérmela, ya que tienes que doblarla de una punta para que entre y al soltarla, se acomoda en la entrada del cérvix. En un par de meses ya tenía dominada la técnica para meterla y sacarla.
Para mí nunca fue para una incomodidad sacarla, vaciarla, lavarla y volverla a meter. Es un mito que te ensucias toda y parece escena del crimen. Y cuando me tocó cambiarme en baños donde no había lavabo adentro, como en mi trabajo, metía una botella de agua y en la taza se la vaciaba para dejarla limpia.
Era verdad que en las toallas ves cantidades abundantes de sangre y piensas que llenarás la copa cada hora, pero no es así. En mis primeros dos días del periodo me la cambiaba dos veces al día y en los demás, solamente una. Es decir, me la ponía en la mañana y hasta que regresaba a casa en la noche la volvía a limpiar. Una maravilla.
Realmente estaba encantada con la copa menstrual, era maravilloso ya no gastar cada mes 300 pesos en toallas y tampones, en ya no tener las infecciones de piel, olvidar el olor a sangre y los accidentes, nunca tuve uno.
Y así estuve por unos 6 o 7 años hasta que de repente me dio una infección de vías urinarias, la primera que tenía en la vida. Sané a la semana con la medicina y llegó el siguiente periodo, noté que la copa me estaba causando mucha comezón por dentro, cosa que no había pasado antes, al punto que un día tuve que sacármela y regresar a los tampones. Luego de eso vino una infección vaginal.
Visité al ginecólogo y me dijo que era la copa menstrual la que me estaba causando esas infecciones, resulta que sí tienen una caducidad, pues los hoyitos por los que entra el aire para que no se quede atorada en la vagina acumulan residuos de la menstruación, por ello el tiempo de vida que le daban los expertos era de 5 años.
Me recomendó dejar de usarla durante 3 meses y luego comprar una nueva. Eso hice pero la mala noticia era que la marca española había sido prohibida por el tipo de plástico con el que estaba hecha. Estamos hablando que ellos fueron los primeros en comercializarla en México; luego de eso vino un boom de marcas que lo hicieron y se mejoró el material y, por lo tanto, se establecieron estándares de calidad más altos.
Así que probé otra marca, que no me gustó porque el plástico era muy suave y tenía fugas. Así estuve probando unas 3 marcas más y pasaba lo mismo, el material era demasiado maleable y por más que intentaba, no se abría dentro de mí y terminaba escurriéndome.
Hasta el día de hoy no he encontrado el mismo material de mi primera copa, que era un plástico firme, que tal vez costaba más introducirlo que los de las copas de ahora, pero que se abría a la primera y se acomodaba perfecto.
Actualmente ya no uso la copa, volví a los tampones y ahora estoy probando la ropa interior menstrual, que es muy práctica y funcional, aunque esa la uso en los días moderados, todavía me da miedo aventarme a los primeros días de mi periodo, quiero hacer la prueba pero cuando tenga menos actividades, porque generalmente ando muy activa de un lado a otro.
Así que en mi experiencia, la recomendaría totalmente, pese al problema que tuve por no saber que sí tenían una fecha de caducidad. No es cierto que haces un batidero, tampoco que es molesto meterla y sacarla, ni mucho menos que no es práctica. Es uno de los mejores inventos para las mujeres.
Sabías que las primeras copas menstruales empezaron a verse a finales del siglo XIX, pero fue hasta 1932 que se patentó por Lester J. Goddard y en 1937 Leona Chalmers comercializó la primera, a la que llamó “receptor catamenial”.
Se inventaron por una necesidad de darle mayor higiene a la mujer durante su menstruación, pero su boom mundial fue varias décadas después y teniendo también como propósito el reducir la basura menstrual.
Actualmente encontramos copas de todos los colores; además que ya se venden cepillos para los hoyitos, shampoos especiales para lavarlas y otros accesorios.
La precariedad menstrual:
- Actualmente, 500 millones de mujeres en todo el mundo no pueden pagar productos de higiene íntima ni tienen acceso a baños funcionales para asearse.
- Solamente el 16% de las niñas y mujeres del mundo cuentan con información precisa sobre la menstruación, según datos dados por la UNICEF en 2020.
- En México, Morena presentó ante el Congreso de la CDMX una serie de iniciativas en pro de la menstruación digna, la cual propone la gratuidad de productos de gestión menstrual, así como programas de promoción e información para mujeres y personas menstruantes, la cual sigue en proceso de aprobación.
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