Hace unas semanas publiqué una columna sobre los mitos del sexo que nos hicieron creer por ser mujeres; sin embargo, esa represión de género no sólo ha sido en nuestra vida sexual, sino en todos y cada uno de los demás rubros… Eso incluye también nuestra imagen, nuestro cuerpo.
Los estándares de belleza misóginos establecidos durante siglos aseguraban que para que el cuerpo de una mujer fuera atractivo debía ser delgado pero con curvas, sin celulitis, estrías, granitos ni vello y con firmeza en los músculos.
Nos hicieron creer que había que tener medidas para ser perfectas, las cuales eran: 90-60-90 (busto-cintura-cadera) y modelos de todo el mundo tuvieron que apegarse a esta descripción durante años para ganarse un lugar en la industria de la moda y la belleza.
Además, por medio de la televisión, a través de la imagen de las actrices y conductoras, es que también nos “vendieron” este concepto del cuerpo ideal de la mujer que solamente creó frustraciones, enfermedades físicas y mentales e incluso el odio propio.
Me atrevo a generalizar que todas las mujeres nos hemos sentido -o nos sentimos- inseguras con nuestro cuerpo por no encajar en estos estándares misóginos y algunas hasta pudieron desarrollar dismorfia corporal.
¿Qué es la dismorfia corporal?
Se trata de un trastorno mental en el que se piensa en exceso en uno o más aspectos corporales, concebidos como defectos o imperfecciones, que generan vergüenza, ansiedad, intimidación o desvalorización.
Cuando padeces este trastorno odias tu cuerpo, te odias a ti misma por no sentirte perfecta, guapa y estética como las demás.
Según Mayo Clinic, los síntomas para identificar la dismorfia corporal son:
- Estar extremadamente preocupada por un defecto percibido en la apariencia propia pero que los demás no ven.
- Estar convencida que se tiene un defecto en la apariencia y sentirse fea o deforme.
- Estar convencida que los demás se burlan de la apariencia o defecto percibido.
- Tener comportamientos obsesivos para arreglar u ocultar el defecto percibido.
- Mirarse frecuentemente al espejo para juzgarse.
- Comparar constantemente la apariencia propia con la de las demás mujeres.
- Buscar constantemente la aprobación de la apariencia por parte de los demás.
- Tener tendencias perfeccionistas y obsesivas con la imagen o aspecto físico propio.
- Evitar situaciones sociales.
¿Cuántas de ustedes se negaron a ponerse un bikini por miedo o por pena? Porque no tienen el abdomen plano, por los kilos de más, por tener cicatrices, por tener celulitis, por el qué dirán, por no llenar los estándares que violentan nuestro género.
Para poder lucir un bikini lo único que necesitan es comprar uno.
La obsesión por no tener un cuerpo 90-60-90 también ha causado otras enfermedades mentales y físicas, las más comunes, según el National Institute of Mental Health, son:
- Anemia
- Gastritis
- Reflujo esofágico y otros problemas gástricos
- Hipotensión
- Osteoporosis
- Falla renal
- Infertilidad
- Daño cerebral
- Daño a la estructura y función del corazón
- Falla multiorgánica
- Depresión
- Ansiedad
- Trastornos alimenticios como anorexia y bulimia nerviosa
En casos más avanzados incluso puede causar la muerte. La dismorfia corporal es una agonía lenta causada por un ideal de belleza absurdo y enfermo.
En la época actual, ser una mujer revolucionaría es amar tu cuerpo tal como es y cuidar tu salud mental y, por lo tanto, también la física porque mente sana es sinónimo de cuerpo sano.
Deseo que te reconcilies con tu cuerpo, que cada día lo ames, lo respetes y lo honres, pues gracias a él es que puedes sentir, disfrutar, experimentar, descubrir y amar.
Porque amar tu cuerpo es el acto de amor propio más grande que puede existir.