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Pensé que era heterosexual hasta que me besó mi mejor amiga

Hoy en 1, 2, 3 X NOSOTRAS te contaré la historia de Mariana, quien nunca dudó de sus preferencias sexuales hasta que su mejor amiga la besó y le confesó que estaba enamorada de ella. 

Todo esto sucedió cuando ambas tenían 27 años. Anteriormente las dos habían tenido solamente relaciones heterosexuales, una porque nunca dudó de sus gustos y la otra porque tenía miedo a perder a su familia. 

La historia de Mariana y de Alejandra es un testimonio más de lo difícil que sigue siendo llevar con normalidad la orientación sexual. Falta mucho para erradicar el odio, los prejuicios y la discriminación.

Soy Mariana, soy alegre, amiguera, fiestera, me encanta bailar y suelo tener relaciones amorosas largas. Tuve pocos novios antes de declararme bisexual, solamente 3 pero con cada uno duré varios años. 

Nunca sentí atracción o excitación por las mujeres. Sí había besado a alguna en juegos de retos que hacía con mis amigos de la secundaria, pero no sentí ni asco ni emoción. 

A Ale la conocí en la prepa y se convirtió en mi mejor amiga, hacíamos pijamadas en su casa o en la mía, viajábamos, nos íbamos de fiesta cada fin de semana, todo lo hacíamos juntas y nunca hubo secretos entre NOSOTRAS.  

Ella tuvo un novio en la secundaria que terminó porque se enamoró de otro chico en la prepa, pero era un patán y prácticamente estaba sola, yo no entendía por qué seguía con él; lo hice cuando me confesó su amor. 

Yo tenía un novio con el que llevaba 2 años, era una relación formal y planeábamos casarnos y tener hijos, hasta hablábamos de los nombres que les pondríamos. Y cuando Ale se peleaba con su patán, se iba con nosotros de fiesta, éramos los 3. 

Un día nos fuimos de fiesta con una amiga de la secundaria de Ale, pero como la casa era hasta Satélite, nos llevamos las pijamas para quedarnos. Ese día mi novio no pudo ir con nosotras porque fue la celebración de cumpleaños de su mamá. 

Como en toda fiesta, nos pusimos borrachas, estábamos disfrutando mucho. Llegó la madrugada y decidimos meternos a dormir al coche de la dueña de la casa, pues ya no había camas ni sillones disponibles. 

Tomamos unas cobijas y las pusimos en las ventanas del coche como cortinas, reclinamos los asientos de adelante para quedar casi acostadas y cerramos los ojos. 

Foto: un-perfekt / Pixabay

De repente Ale me preguntó si me había dormido, le contesté que aún no, que se me había espantado el sueño al meternos al auto; ella me dijo lo mismo. 

Salió por cervezas y comenzamos a platicar. No sé cómo, en qué momento, pero ella me acarició el cachete, luego los labios y me dijo que tenía muchas ganas de besarme y ¡lo hizo! 

Primero me quedé helada, pero luego seguí el beso. Sentí muchas cosas mientras sucedía, no puedo explicarlo, pero definitivamente sí hubo emoción en ese momento. 

Luego comenzó a besarme el cuello, quise detenerla pero no pude. Quise hacerlo porque era mi mejor amiga, porque yo no era lesbiana, pero estaba disfrutando mucho, estaba muy excitada. 

Esa noche tuve sexo por primera vez con una mujer y no con cualquiera, sino con mi mejor amiga, casi mi hermana; además las 2 teníamos novio. 

Al terminar, Ale me confesó que estaba enamorada de mí, que ella quiso ser “normal” (heterosexual), pero no le gustaban los hombres, que tenía novios por aparentar, por miedo a salir del clóset, de ser rechazada por sus papás y por mí. 

Como estábamos muy borrachas le dije que mejor durmiéramos. Al día siguiente yo no podía verla a la cara, sentía mucha pena. 

La noche anterior habíamos planeado ir a desayunar y luego irnos a casa, pero en cuanto amaneció le dije que nos fuéramos directo porque yo tenía planes con mi novio. El camino fue incómodo, no hablábamos, ninguna se atrevió a hacerlo. 

Me sentí tan incómoda que la estuve evadiendo por las próximas semanas y ella tampoco me presionó, entendió y me dio mi espacio. 

Foto: Jiroe / Unsplash

Pero luego de pensar y pensar, supe que no quería perder su amistad, que seguramente a mí me había ganado la borrachera y solamente tenía que decirle eso, aclarar todo y seguir siendo las mejores besties. 

Le pedí que fuéramos por una chela un fin de semana y le dije eso, aunque vi que sus ojos se pusieron tristes, entendió y respetó mi decisión. 

Intentamos seguir nuestra amistad pero definitivamente algo había cambiado, se había roto, ya nada era como antes; nos comenzamos a alejar.

Luego, una madrugada me llamó para pedirme que fuera a recogerla, que estaba en la caseta a Cuernavaca en una fiesta sola y no sabía qué hacer. 

Mi novio tenía coche, así que le dije que fuéramos a recogerla. Ese día se quedó a dormir en mi casa pues estaba en estado inconveniente. 

La metí a bañar, le hice un café y nos subimos a acostar. En la mañana desperté sintiendo sus manos en mi cuerpo, sus caricias, y en vez de pararla, me levanté a ponerle seguro a la puerta y volvió a pasar, tuvimos sexo otra vez. 

Foto: Maria Vlasova / Unsplash

Esa vez yo estaba completamente sobria, así que lo disfruté mucho más que la primera, incluso me atrevo a decir que ha sido mi mejor sesión de sexo en la vida, algo que nunca he experimentado con hombres. 

No podía negarlo, me gustaban las mujeres, estaba en shock porque no me esperaba ser lesbiana o bisexual, sentí miedo y confusión, sentí que tenía problemas de identidad a los 27 años. ¡Fue horrible!

Además me di cuenta que yo también sentía amor por Ale, no sólo como amiga, sino que sí quería estar con ella como pareja. 

Decidimos comenzar una relación en secreto, le pedí tiempo para aceptarme y reordenar mi vida. 

Eventualmente ambas terminamos a nuestros respectivos novios y ante todo el mundo seguíamos siendo Ale y Mariana, las mejores amigas, pero en la cama, en la soledad, éramos novias. 

Fue una relación hermosa, me sentía feliz y completa, por ella me hubiera atrevido a pelear contra todos para defender nuestro amor y nuestras preferencias sexuales. 

Con el tiempo la relación comenzó a desgastarse, como sucede con todas, y creo que a mí eso me hace huir de mis parejas y en esa etapa, conocí a un chico que me movió todo, desde que lo vi supe que quería todo con él y se fueron dando las cosas. 

Fui yo la que terminó con Ale porque no aceptó que estuviera con ella y con este chico, la entendí y la respeté. Lamenté que perdiéramos nuestra amistad, pero yo quería volver a vivir una relación con magia y no con pleitos. 

Unos años sí nos dejamos de hablar, pero ahora ya somos amigas otra vez, ya no las mejores y ya no nos vemos tan seguido. Ella sigue ocultándole a todos que es lesbiana, pero ya no usa a los hombres de “tapaderas”, al menos. 

Foto: Monika Kozub / Unsplash

Yo no he vuelto a tener una relación con una mujer, pero sé que soy bisexual y estoy bien con eso, no me causa inseguridades ni conflictos. 

Definitivamente mi noviazgo con Ale es el más intenso que he tenido y con ella tuve el mejor sexo de mi vida, pero yo no podía quedarme sólo con ella. 

Yo no he salido del clóset porque no creo que nadie tenga que salir de ningún lado, cuando eres heterosexual no andas anunciándolo, así que no tengo por qué anunciar que soy bisexual. 

El amor no debería tener género, es amor y ya, a nadie se le lastima ni se le hace daño. 

No creo que Ale lea esto, esperaría que sí para que sepa que gracias a ella yo me quité los prejuicios sexuales y aprendí a amar realmente. 

Siempre que hablo de ella digo que es mi mejor amiga y mi mejor amor y cada vez me convenzo más que nadie podrá sustituirla en mi vida. 

No te pierdas nuestro podcast X Nosotras, que cuenta historias de mujeres que como Nosotras están en el proceso de alcanzar su mejor versión. Disponible en YouTube y Spotify.

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Vanessa Pérez Vanessa Pérez

Subdirectora digital y experta en periodismo rosa, apasionada de contar historias, del futbol y del cine de terror. Durante los años que ha ejercido el oficio periodístico, ha coleccionado historias tuyas, suyas y NUESTRAS. Ahora... llegó el momento de contarlas. 

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