¿Cómo es tu día a día? ¿A qué le dedicas tu energía? Trata de responder a estas preguntas enumerando las actividades que realizas cotidianamente y anótalas en papel si es necesario. Toma en cuenta tus responsabilidades en casa, en el trabajo, con tus seres queridos y contigo misma.
Ahora, ¿cuántas de esas actividades te están haciendo crecer y convertirte en una persona más consciente? ¿Lo que “debes” hacer cada día te está ayudando a construir la vida que quieres?
Cada día es un gran momento para observarnos y analizar qué podemos cambiar, transformar o hacer mejor para seguir expandiéndonos. Céntrate en observar cuánta energía le dedicas a lo que le aporta un significado a tu vida que vaya más allá de lo tangible. Actuar para ser quien queremos ser, esa versión de nosotras nos acerca a que sea realidad.
Vale la pena experimentar para tener una vida con significado
¿Cuántas nuevas experiencias viviste en el día, mes o último año? Retarnos, atrevernos a hacer cosas que quizás nos incomoden, aprender, leer más libros, viajar a nuevos lugares o conocer y compartir con nuevas personas nos permite expandirnos y conocernos a nosotras mismas a través de distintas perspectivas.
Es solo saliendo de nuestra “zona segura” o de aquello que reconocemos como familiar que nos encontraremos con los retos que nos harán enfrentarnos a nuestras diversas formas de actuar, reaccionar, pensar y sentir. Date la oportunidad de vivir una nueva vida cada vez que lo sientas necesario.
Vivir en el presente
¿Te has puesto a pensar cuál es el motivo por el que a veces sientes ansiedad? Haz este ejercicio: observa tu entorno en este momento, lo tangible que te rodea y observa cómo te sientes. Ahora, piensa ¿qué cambiarías de este momento presente? ¿Te das cuenta de que tienes la posibilidad de hacerlo?
Si pensamos en el pasado, sentiremos cosas relacionadas a ese tiempo, y engancharnos a ellas no tiene mucho uso, ya que no podemos regresar ahí para actuar diferente. Ahora, si pensamos en el futuro, podemos sentir ansiedad por la incertidumbre, pero si nos quedamos en el presente, tenemos la posibilidad de actuar para sentirnos en calma, cambiando lo que se puede cambiar y construyendo sobre lo que es una realidad tangible.
Suena trillado, pero es real que lo único que tenemos es el hoy. Si bien vivimos en una sociedad que nos exige estar planeando a futuro, siempre podemos hacerlo enfocándonos en cómo ese trabajo por “un mejor futuro” nos hace sentir el día de hoy.
Si vives en una situación que no te hace feliz, y te mantienes ahí por la promesa de que en un futuro te dará lo que deseas, cuestiónate qué tanto vale la pena sacrificar tu presente por aquello que es incierto.
Abrirte a vivir un final
Todo en esta vida es cíclico, y seguramente si haces un recuento de tu vida, te darás cuenta de que está marcada por etapas. Algunos finales son mucho más notorios que otros, así como cada uno de ellos trae impresas emociones diferentes.
Entender que todo en la vida tiene un final nos permite abrirnos a la posibilidad de que haya un comienzo. Si nos enganchamos a lo que ya hemos vivido y no nos damos la oportunidad de reconocer su final, nos quedaremos estancadas sintiendo y vibrando en la monotonía de lo que ya fue, limitándonos tanto a las nuevas experiencias, sensaciones y el crecimiento que esto conlleva.
Observarte y ser honesta contigo misma es un acto de amor propio, pues te permite analizar qué vale la pena cambiar para construir la vida de tus sueños, una vida con significado. ¿Qué harás diferente en este momento para acercarte a tu mejor versión?
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