Hace unos días nuestro (medio odiado) Kanye West y su nueva esposa, Bianca Censori, estuvieron en el ojo del huracán por ir vestidos medio (bastante) extravagantes a la misa dominical. El look de Kanye era como un híbrido de “misa a las 9:00am y clase surf a las 10:00am” y el de Censori pues un poco más extraño, al vestir toda de negro con un cuello volumétrico y un velo negro que cubría todo el torso hasta las manos, como un capullo… de que ni se podía mover ni usar las manos, cero cómodo y cero funcional para una misa dominical (o para la vida).
Estilo personal, ¿cuánto es ‘too much’?
En este espacio siempre hemos defendido el estilo personal, la expresión, el uso de la moda para comunicarnos, etc. Pero siento que, como todo en la vida, debe haber límites. No es la primera vez que Kanye estira la liga y lejos de imponer moda se ve… pues sí, ridículo.
En Twitter e Instagram se dejaron venir los comentarios sobre si justo era una nueva tendencia o una ridiculez de su parte. Opiniones divididas, algunas argumentando que Kanye es un artista que, literal, usa las calles como su pasarela. Pero, ¿qué tanto es ‘too much’?
O sea, no es que le estemos pidiendo que se vista “normal” pero ya también esta pisando la línea de ser ridículo, solo hacerlo para llamar la atención y que se hable de el. Lo peor es que, ¿saben qué? Lo logra.
Últimamente me he cuestionado mucho el tipo de contenido que consumimos, revise mis stats de Instagram y vi el tiempo que paso en dicha red social consumiendo muchas veces contenido basura (excepto los memes que me ponen de buenas). Dije “wow, con el tiempo que destino a eso podría aprender un nuevo idioma o alguna habilidad más… incluso hacer más cardio o pasar más tiempo con mi hija”.
Me gustaría que de esta columna se lleven una reflexión profunda ya que llegaron hasta aquí y los hice leer sobre el look inmundo de Kanye y Bianca. Pregúntense ¿qué tipo de contenido consumen en redes? ¿Les aporta valor? ¿Les suma? ¿Están aprendiendo algo valioso que les hace crecer como personas? Las invito a reflexionar sobre a quiénes estamos haciendo famosos y cuál es el mensaje de trasfondo.
Con cariño,
Gina