Si lo vemos fríamente, todo lo que existe empezó con una idea… los productos, servicios, marcas, escuelas, estilo de crianzas, ciudades, planeaciones urbanas, incluso las religiones y partidos políticos.
Las personas somos máquinas de ideas, desde las más simples como embotellar agua hasta las más complejas como una bomba atómica; las teorías de Einstein empezaron como ideas, Einstein también era un creativo. Los creativos nos cuestionamos, desafiamos, exploramos, indagamos… y de ahí nacen las ideas.
Todo surge de las ideas
Hay ideas positivas, negativas, complejas, de todo tipo. Las ideas enaltecen o destruyen, dividen o unen. En una industria como la moda los creativos (generadores de ideas) son vitales para la preservación, evolución y avance; no solo en la parte de ejecución y creación de diseños sino en el branding, canales de distribución, logística, comercio o publicidad.
La fábrica de ideas es nuestro cerebro. En realidad no necesitamos nada más que tiempo (y una chispa) para crear algo dentro de nosotras que se pueda desarrollar. Claro, después se necesitan diferentes profesionales para ejecutar esa idea y entonces las profesiones que solemos tachar de “no creativas” terminan siendo las más elevadas. Porque, aunque la matemática y lógica entran en juego, la realidad es que una idea genera más ideas y conceptos. Los ingenieros, abogados, matemáticos, incluso los contadores resultan creativos, con su conocimiento e ingenio logran desarrollar el producto.
Crear también es un lujo
En una industria tan dinámica como la de la moda, de pronto la creatividad se ve mermada o castigada por la constante necesidad de generar más y más ideas, productos, servicios, campañas, visuales, experiencias y contenido de manera mas rápida. Los ciclos se han vuelto prácticamente inmediatos y poco duraderos, nace una idea y muere al poco tiempo por esta necesidad de siempre ofrecer algo nuevo. Pero, por sencillo que parezca, la creatividad necesita un descanso, un break, un espacio de aire para respirar y aclarar la mente.
Hoy en día no solo los creativos de las marcas sufren por estar abrumados, sino que los grandes corporativos los presionan para generar y generar, vender y vender; eso no solo se traduce en basura real sino también en basura creativa.
Apreciar los tiempos de silencio, los periodos de ocio, los espacios de claridad, de caminar, conectar con la naturaleza, dejar la tecnología de lado, regresar a los orígenes, tomar inspiración de lo básico u otras disciplinas, es lo que la fábrica de ideas necesita; al final la creatividad también viene del ocio y es importante respetar esos tiempos.
Los creativos estamos conscientes que no vendemos cosas tangibles, que vendemos ideas e innovación, que vendemos nuestros pensamientos, nuestros cuestionamientos, nuestras filosofías, vendemos intangibles que se hacen tangibles. Cada idea es como un hijo para nosotros, cada pieza, cada estilismo, cada foto, cada maquillaje, cada peinado, cada obra. Pareciera que es un lujo ahora darse ese silencio para crear.
Con cariño,
Gina