Les voy a contar una historia. Si me conocen de tiempo saben que el clan Kardashian no es mi tema favorito ni nada que tenga que ver con ellas, desde el reality hasta sus múltiples negocios.
Dicho esto, hace unas semanas una buena amiga en cuyas opiniones confío me contó que había comprado unas prendas de Skims (marca de lencería y ropa de Kim Kardashian) y que estaba encantada con la calidad, textura y funcionalidad (porque comprimían y ajustaban perfectamente al cuerpo).
Así mi experiencia con Skims
Long story short, me metí a sus redes a chismear y luego el algoritmo de Instagram hizo lo suyo. Diario me aparecía publicidad para comprar Skims y, finalmente caí después de que me informaran que había descuentos máximos. La experiencia de compra en el sitio fue muy buena y la verdad me encantó que no me cobraron impuestos extras, el paquete llegó bastante rápido y, aunque pedí varias prendas, era pequeño.
Al abrirlo tuve mi primer gran sorpresa: el empaque y etiquetas eran todos de productos reciclados (cartón y cuerda), mientras la bolsa, aunque parecía plástica, era de un producto composteable. Las prendas en general me gustaron y, si bien su precio es relativamente alto, me pareció un buen esquema costo beneficio.
Ahora bien ¿por qué hablo de todo esto? Porque estamos en un momento crucial y determinante en donde la moda y el consumo de la misma está dirigiéndose hacia un lugar de respeto y sostenibilidad.
Lo que pensé tras mi compra
Recién leía un artículo de Business of Fashion en donde se establecía con datos duros cómo lo que la industria de pronto presume como sustentable y responsable no lo es tanto. Ponía el ejemplo de las prendas hechas a base de botellas de plástico recicladas y establecía que no era tan ‘eco friendly’ su generación; también hablaba de cómo una “buena acción de reciclar” ropa podría promover a su vez el consumismo de más ropa al “intercambiar” una “buena acción” para promocionar el comprar más sin culpa.
Esta misma semana, la marca francesa Chloé anunció que a partir de la colección SS23 las prendas de la ‘maison’ podrán ser rastreables desde su creación hasta su venta. Es decir, cada prenda tendrá un código adjunto en donde tú como cliente y consumidora final podrás rastrear para saber desde dónde y quién hizo la manufactura.
Posteriormente Chloé tendrá un sitio desarrollado y gestionado por la misma marca para vender las prendas de manera segura; de esta forma el sitio tomará la prenda y te pagará en anticipado por la misma, incluso antes de que se venda a alguien mas. Así, Chloé se adelanta a lo que seguro más marcas de lujo harán para mover la moda hacia lo vertical.
¿Será que lo lograremos?
Con cariño,
Gina