Desde el principio de la humanidad se han creado historias y mitos alrededor del amor, pero entre los más populares está el de la famosa “media naranja” u “otra mitad”. Tanto así que aquí estamos en 2022, escuchando ese tipo de términos con frecuencia e ignorando que se originaron miles de años atrás. De hecho, del mito de la media naranja es bastante curioso.
Te dejamos un resumen que encontramos con información de la BBC y Bustle.
Todo se remonta alrededor del 416 a.C., en la Acrópolis griega. Específicamente, a una reunión en que se juntó un grupo de filósofos para beber, comer y hablar de temas de interés. Tal vez hayas escuchado antes de ella, pues de aquí nació “El Simposio” de Platón y la idea del famoso amor platónico.
El inicio del mito de la media naranja
El tema de esta reunión fue el amor y en ella participaron varios filósofos cómo Sócrates, Erixímaco y también Aristófanes; cuando llegó el turno de Aristófanes para hablar, nació el mito de las mitades o lo que miles de años después conoceríamos como “encontrar tu media naranja”.
La historia de Aristófanes comienza explicando que la forma que tenemos ahora no era nuestra anatomía original, pues antes los humanos formaban un círculo con cuatro piernas, cuatro brazos y una cabeza con dos caras que no se veían entre sí. Por su naturaleza eran más rápidos, más fuertes y más inteligentes.
Podían ser solo mujeres, solo hombres y andróginos, el último era la unión entre una mujer y un hombre.
El precio de la ambición
El problema fue que conspiraron contra los dioses. Todo parecía estar bien hasta que Zeus se percató de su poder y temió que llegaran a ser una amenaza para los dioses del Olimpo. Exterminarlos no era opción, pero ideó el plan perfecto: dividirlos.
Le dio la orden a Apolo de, literalmente, cortarlos por la mitad de forma vertical pero antes debía hacer voltear sus caras, haciendo que miraran cómo eran divididos.
Cuando Apolo los cortó por la mitad, los humanos se abrazaban intensamente para intentar ser otra vez uno mismo, pero nunca lo lograron.
Zeus, después de todo, trasladó sus genitales hacía la parte delantera, haciendo que el género andrógino (hombre con mujer) pudiera reproducirse y que los otros dos sexos encontraran placer cuando sus cuerpos se juntaran.
Para dar más detalles a su historia, Aristófanes explicó el porqué del ombligo, que era la costura donde Apolo juntaba toda la piel suelta.
Las criaturas se sentían incompletas y el deseo de estar con su otra mitad se volvió en amor. Cuando se encontraban eran los seres más felices y volvían a tener la fuerza que Zeus les arrebató.
La casamentera profesional Mary Balfour le dijo a la BBC que la creación de Aristófanes era muy moderna en cierto modo porque incorpora diferentes aspectos de la sexualidad actual.
Sin embargo, “no deberías estar buscando a tu otra mitad para completarte sino ser autosuficiente, y no deberías entrar en una relación hasta que seas una persona completa y feliz porque son las personas felices las que hacen relaciones felices”.
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¿Existen las almas gemelas?
Pero no solo la mitología griega es quién usa el término, a veces también la ciencia tiene que hablar sobre el mito de la media naranja.
Matemáticamente, las probabilidades de encontrar a tu alma gemela son bastante bajas, de acuerdo con información recopilada por el sitio web Bustle. Según el cálculo de Randall Muroe, antiguo especialista en robótica de la NASA, tienes aproximadamente 500 millones de candidatos en el mundo (considerando personas en tu rango de edad)… Aquí sí aplica la aguja en el pajar.
Por otro lado, la búsqueda constante podría no ayudarte con tus relaciones. Existe un estudio titulado “Cuando duele pensar que fuimos hechos el uno para el otro”, en el que se descubrió que la gente que creía en almas gemelas tendía a estar menos satisfecha al pensar en los conflictos de sus relaciones, a comparación de quienes no creían en eso.
Finalmente, psicológicamente hablando, la doctora Shauna H Springer expresa que, si bien no cree en la idea de encontrar a tu media naranja, sí hay evidencia de que nos podemos volver el alma gemela de alguien.
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