Y entonces, después de días de no dormir, de confirmar y reconfirmar que no me puedo aprender las cosas por mucho que lo intente, subí al escenario a dar mi Ted Talk en la Anáhuac, apoyada de una pantallita donde aparecían mis textos, pero iban muy rápido.
Los nervios, la emoción y remover el duelo me llenaron de miedo, pero ¡LO HICE! Y me di cuenta de algo muy valioso: yo necesitaba decir todo lo que dije en voz alta para soltar un equipaje emocional que llevaba cargando durante muchos años, un duelo postergado. No podía creer que lo había hecho. Cuando junté mis manos en modo de gratitud para cerrar mi plática y decir GRACIAS, solté por completo mi cuerpo.
Horas más tarde recibí una llamada de mi amigo psiquiatra, y no cualquiera, el mejor que he conocido en mi vida, para preguntarme: ¿Cómo te fue? Y contesté: “Lo pude haber hecho mejor”.
Qué duro, ¿no? Así nos volvemos de exigentes con nosotras mismas. Mi amigo me metió una regañiza que ni les cuento; me la merecía, porque la sobreexigencia acaba hasta con los sueños más bonitos y las metas más grandes, y dejas de aplaudirte por tener ese ojo tan clínico y perfeccionista que acaba haciendo daño.
Así que además del reto enorme que logré en mi vida, cerré con broche de oro: una enorme llamada de atención por RECONOCERTE, DISFRUTAR, APLAUDIRTE Y DEJAR DE EXIGIRTE A GRANEL EN ESTA VIDA, porque solo hay una y de verdad que pasa volando. Siento que fue ayer cuando estábamos poniendo el árbol de Navidad y ya está acabando febrero. Así se nos van los primeros pasos de nuestros hijos, su primer partido de futbol, nuestros aniversarios, los cumpleaños y mucho más.
Y quería compartírselos porque esto fue parte de mi cierre en mi plática. Dejemos ese discurso tan de moda y tan absurdo de que podemos con todo y más. No siempre podemos, haz una pausa, dedícate ese tiempo que te quedaste debiendo tantas veces y disfruta ese libro, ese café con tu amiga, esa novela que te hace llorar, la veinteava temporada de “Grey´s Anatomy” o el documental que quedó pendiente… VAMOS A DISFRUTAR MÁS.
Nos va a dar miedo la vida, los retos, las pruebas, pero que sea ese miedo del bueno; del que aun con miedo, te avientas, lo logras y te pegas esa estrellita en la frente, sin esperar el ‘like’ o el reconocimiento de los demás. Cuida siempre antes lo PROPIO que lo AJENO. De este modo, seremos cada día más humanas y felices.
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