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Actualmente la ansiedad se ha disparado a nivel mundial y las mujeres somos más propensas a padecerla en comparación con los hombres.
Se trata de “un estado emocional en el que se presentan cambios somáticos (cuando una persona expresa tener un síntoma que en realidad no tiene) y psíquicos. Se considera patológica cuando se presenta de manera excesiva y su duración es prolongada, lo que genera disfuncionalidad en la persona que lo padece”, según la Secretaría de Salud de México.
Las mujeres en edad reproductiva son más vulnerables a sufrirla, aproximadamente entre 2 o 3 veces más que los hombres, según datos dados por la Unidad de la Mujer de España.
La ansiedad afecta al 23% de las mujeres adultas y al 14% de los hombres adultos, cifras dadas en 2017 por el National Institute of Mental Health (NIMH).
La ansiedad se manifiesta física y psicológicamente:
Los síntomas físicos de la ansiedad son: mareos, taquicardia, sudoración, palpitaciones, temblores, insomnio, dolores de estómago e irregularidades en el periodo menstrual.
Y los síntomas psicológicos son: inquietud, sensación de huir, fatiga, irritabilidad, nerviosismo, miedo y angustia.
¿Cuáles son las enfermedades que puede causar la ansiedad?
La intensidad de la ansiedad se vive distinto en cada persona y los síntomas pueden llegar a incapacitar, además de desencadenar las siguientes enfermedades o trastornos graves, según el (NIMH):
Enfermedades coronarias (del corazón)
Diabetes
Hipertiroidismo o hipotiroidismo
Enfermedades respiratorias como enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfisema o asma
Enfermedades digestivas como síndrome del intestino irritable (SII) y úlceras
Cefaleas o migrañas
Depresión u otros trastornos de salud mental
Suicidio
La ansiedad es un problema de salud pública a nivel mundial y no respeta la edad, pues lo mismo se puede padecer desde la infancia y la adolescencia que en la vida adulta o en la vejez.
Medicamentos contra la ansiedad
Existe medicina especializada que debe recetarse por un profesional de la salud, algunos de ellos son: ansiolíticos, inhibidores y antidepresivos.
La dosis indicada a ingerir debe respetarse porque es peligroso excederse.
Además de los medicamentos, también existe la terapia psicológica para ayudar a combatir la ansiedad; así como otros tratamientos alternativos como: meditación, ejercicio, técnicas de relajación, técnicas de respiración, acupuntura y dieta.
Algunos de los alimentos que no se recomienda ingerir cuando se padece son: azúcar en exceso, cafeína, alcohol y bebidas energéticas.
Antes de hacer cambios o automedicarte debes consultar a un médico.
De todas las citas que he tenido, la única que me ha dado miedo es la que viví con un hombre que padecía ansiedad y ataques de pánico y se le ocurrió la peor forma para hacérmelo saber: aventarse del auto en nuestra primera salida.
Durante un desfile de la Semana de la Moda en México, realizado por la mañana en el Bosque de Chapultepec, justo en la calzada que va de la puerta de los leones al Monumento a los Niños Héroes, conocí a un hombre que trabajaba como realizador de video para un canal de televisión de la CDMX.
Llegué al desfile y saludé a los colegas conocidos y uno de ellos me presentó al protagonista de esta historia, con quien me quedé echando chisme hasta que empezó el evento. Al terminar, yo iba a salir corriendo rumbo al periódico donde trabajo para subir la crónica, pero él me alcanzó para invitarme a salir esa misma noche.
Quedó de pasar por mí al salir de trabajar. Llegó puntualísimo, yo estaba dándome una manita de gato en el baño y me abrumó su insistencia de que ya saliera, me tardé 5 minutos solamente, tampoco fue tanto. Cuando me subí a su auto, lo noté ansioso, pero los periodistas vivimos así, por lo que no fue una alarma para mí.
El plan era estacionar el auto, comprar un café y caminar por Reforma, ya que él me había dicho que no le gustaban los lugares cerrados. Eso hicimos, pero cada que avanzaba el tiempo yo lo sentía desesperado, como si quisiera hacer pipí, hasta sudaba. Le preguntaba constantemente si quería ir al baño, si estaba todo bien.
De repente me dijo que si podíamos ir a mi casa, que no se sentía a gusto con tanta gente; realmente lo veía ansioso y no tuve inconveniente en que nos fuéramos a mi departamento. Nos subimos a su auto, eran máximo 7 minutos de camino porque yo vivo muy cerca y Reforma fluía en el tráfico, eso sí, nos parábamos en los semáforos.
En uno de los altos comenzó a sudar más y mover las manos y los pies y me dijo que necesitaba aire, yo juré que le iba a dar un infarto, me asusté mucho y en ese momento abrió la puerta y saltó, al caer comenzó a correr en plena avenida. Yo fui la que vivió un “micro infarto” del susto, me había dejado allí botada, yo no sé manejar y no entendía qué pasaba.
Estaba por llamar a la ambulancia, pero entre los nervios comencé a buscar en Google el número de emergencias (todavía no existía el 911) y lo vi regresar corriendo y bañado en sudor, se subió y arrancó el auto, los coches de atrás ya nos estaban tocando el claxon. Sé que parece sacado de una película pero no lo fue.
Le pregunté qué tenía, si se sentía mal, le dije que estaba por llamar una ambulancia, me respondió que mejor llegáramos a mi casa. Llegamos y al estacionarse se salió de inmediato, jalaba aire muy fuerte y ponía sus manos en sus rodillas, al parecer eso lo tranquilizaba, el hombre era una fuente de sudor.
Yo estaba muy alterada, con la boca seca porque pensaba que tenía síntomas de un ataque al corazón. Me dijo que tenía mucha sed, así que entramos a mi departamento y mágicamente al acabarse casi de un trago el vaso de agua que le di, se sentó en el sillón y comenzó a calmarse. Solamente me pidió que abriera todas las ventanas.
Y fue justo en ese momento que me confesó que tenía ansiedad y ataques de pánico y que estaba tan nervioso por nuestra cita que se le había detonado un episodio, ya que tenía años sin salir con alguien, precisamente porque le habían diagnosticado este trastorno.
Estaba medicado e iba periódicamente con un psiquiatra ya que no nació así, me contó que luego de la muerte de su abuelo, con quien vivía, es que se le había detonado esto. Me trató de explicar lo que sentía y que solamente una ocasión anterior había saltado ya del auto para correr y tomar aire.
Y les pregunto: ¿ustedes qué hubieran hecho? Yo estaba asombrada escuchándolo y bajándole a mi adrenalina que se me había ido al pico porque pensé que el hombre se me iba a desmayar. Le pregunté cómo es que podía seguir ejerciendo y haciendo televisión, si era demasiado estrés, pero me dijo que a él lo mandaban a hacer cápsulas y eso le había funcionado.
En su momento sí tuvo que renunciar a su trabajo un tiempo, hasta que encontró el actual que le ofrecía las mejores condiciones para él, además de que su productor lo cuidaba lo más que podía para que no se le detonaran sus episodios de pánico.
Ya calmado, porque ya estábamos en mi casa, en un espacio seguro, como él decía, tomó su celular y comenzó a ordenar comida; obvio yo ni hambre, seguía muy desconcertada con todo porque cuando platicamos esa mañana, no noté que fuera ansioso y menos a ese grado.
No sabía qué hacer pero quería terminar esa cita, aunque no me atreví a echarlo de mi casa. Llegó la comida, él probó lo que ordenó, yo solamente tomé agua. El ambiente era tenso, incómodo y él comenzó a decirme que se sentía nervioso porque todo lo que quería era besarme.
No había terminado de decirme eso cuando se me aventó encima y me besó con todo, pero tosco, casi comiéndome. Lo aparté y le dije que se calmara, que así no eran las formas. Me pidió disculpas, me dijo que tenía años que no besaba a nadie porque su novia lo había dejado tiempo después que lo diagnosticaron.
Nuevamente comenzó a sudar y a inquietarse y se salió diciéndome que iba a subir a la azotea, corrí detrás de él, iba subiendo de 2 o 3 escalones. Arriba le expliqué que lo mejor era que se fuera a casa a descansar, que yo no podía continuar con la cita porque me estaba contagiando la ansiedad.
Me pidió disculpas muchas veces, le hice entender que no era su culpa padecer un trastorno. Obviamente esa cita fue debut y despedida, no quise volver a verlo porque no iba a poder con tanto. Lamentablemente él no lo tomó bien y terminó bloquéandome y hasta el momento no lo he vuelto a encontrar en otro evento o cobertura. No sé cómo esté, si sigue en el mismo canal.
Me sentí mal por no ser más empática con él pero no estaba lista para comenzar a salir con alguien que tuviera esos ataquesde pánico, sentí mucha responsabilidad y antes de que empezara, fui sincera y no me subí a ese “avión”. Tener un trastorno es pesado tanto para la persona que lo vive como para sus seres queridos y hay que ser un acompañante incondicional y no cualquiera decide serlo.
Se estima que 264 millones de adultos en todo el mundo padecen ansiedad. (OMS, 2017).
De estos adultos: 179 millones eran mujeres (63%) y 105 millones, hombres (37%)