Si te gustan los spas, muy probablemente te has encontrado con un hammam o baño turco. Pero, ¿por qué se les llama así? ¿De verdad son turcos? ¿En realidad qué es un baño turco?
Si tienes curiosidad de saber qué son estos baños de vapor de origen antiguo, los cuales tradicionalmente se caracterizan por una decoración llamativa y colorida, te dejamos un resumen con información de Jumeirah y del Museo MET.
¿Qué es un baño turco y de dónde proviene?
Su origen se encuentra en la tradición de los baños romanos y bizantinos, pero el baño turco o también llamado hammam, como tal, nació y evolucionó en la cultura árabe como un lugar para purificarse y prepararse para rezar. Se popularizó a finales del 1400.
Los baños romanos se dividían en tres etapas: Apodyteria, lugar en el que se desvestían; Caldarium era la habitación con mayor temperatura; y finalmente Frigidarium, dónde la temperatura era fría. El cambio de temperaturas entre salas estimulaba el flujo de la sangre y limpiaba las impurezas por medio del sudor.
Del origen romano y bizantino, se conservaron algunas cosas como la decoración con mosaicos, pero se perdieron otras como el uso de piscinas.
En Medio Oriente, el hammam se desarrolló como una parte esencial de la vida. A grandes rasgos no cambiaba de un país a otro, pero sí existían variaciones en cuanto a distribución del lugar y protocolo.
Debemos recordar que el baño no siempre fue una actividad que llevabas a cabo en tu propia casa y en soledad, por lo que el hammam nació como una actividad social. También se construían cerca de mezquitas para purificar cuerpo y alma antes de orar.
Algunos de los baños turcos se dividen por sexo, pero también existen mixtos.
El camino por cualquier hammam comienza por pasillos climatizados que llevan a una habitación con una temperatura media para que tu cuerpo comience a entrar en calor.
Posteriormente entras a una sala principal que tiene temperatura mayor (entre 30° C y 50° C). Aquí se usa el kessa, un guante que exfolia la piel haciendo que pierdas toda la piel muerta; normalmente la exfoliación es hecha por otra persona, mientras te relajas sobre una superficie lisa de mármol.
Finalizas con un baño de agua fría, hidratándote con productos como jabón de aceite de oliva.
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El hammam hoy en día
Los hammams modernos en Medio Oriente ya no tienen como objetivo principal la higiene, pero todavía existen y se usan por motivos ceremoniales (por ejemplo, antes de una boda) o para tratamientos de bienestar.
En la actualidad se ha adaptado el concepto del hammam para los spas contemporáneos, donde existen diversas variaciones para este baño de vapor.
Es posible que te den un masaje mientras estás en el cuarto de vapor, por ejemplo, utilizando aceites que optimizan los beneficios de los baños turcos.
También puede mezclarse la experiencia con un baño en tina de hidromasaje o alberca de terapia.
Su expansión a lo largo del mundo no ha sido solo por arte de magia, pues la lista de beneficios a la salud es lo que los hace tan populares.
Usar el baño turco puede mejorar el sistema cardiorrespiratorio, estimular el sistema nervioso, exfoliar la piel y ayudar a bajar los niveles de estrés. Y estéticamente, los baños turcos hacen que te sientas en otra época.
En México hay spas que incluyen terapias directamente inspiradas en el hammam. Por ejemplo, el Hotel Matilda de San Miguel de Allende.
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