Quise dedicar mi columna para hablar sobre el bullying corporal y la gordofobia porque estoy impresionada con dos casos mediáticos que acaban de ocurrir hace unas semanas. La actriz, cantante y comediante Michelle Rodríguez fue criticada severamente tras aparecer en la portada de Marie Claire México por su cuerpo, por ser una mujer plus size.
Y hace unos días, la cantante Yuridia volvió a levantar la voz para poner un alto al equipo de Ventaneando por haberla criticado y acosado a lo largo de su carrera solamente por no ser talla cero.
Tanto Michelle como Yuridia han sido juzgadas por sus cuerpos y, por lo tanto, han sido delimitadas a no merecer reconocimiento, respeto, empatía y admiración sólo por no ser flacas. ¿En serio? No puedo creer que en la era de los robots y la inteligencia artificial se siga impulsando un canon de belleza tan dañino.
A lo largo de la historia se ha demostrado que exigir a las mujeres tener “medidas perfectas” de 90-60-90 solamente conllevó a incrementar los trastornos alimenticios y los problemas mentales y emocionales. Tratar de encajar en un estándar tan alejado de la realidad se paga caro: con la infelicidad, la frustración y a veces hasta con la vida.
Además quise tratar este tema porque yo también soy una mujer curvy, con un cuerpo que no es perfecto pero que es hermoso y que siempre ha creído que en esas imperfecciones está mi autenticidad y mi encanto. Pero tal vez esto sea porque yo no nací siendo gorda, no sé cómo es crecer siendo acosada por ello, debe ser terrible. Yo fui una niña flaca, pero soy una adulta gorda.
Obviamente he sido criticada por mi sobrepeso por compañeras de escuela o gente que me he topado en la calle. Sé lo que es ser bulleada, aunque en mi caso comenzó cuando ya tenía más de 20 años, por ello esas “balas” no me han herido pues crecí muy segura de mí y de cómo me veo y eso se lo debo a mi familia, quienes jamás me han invalidado o juzgado por dejar de ser flaca.
He dado justamente en el punto clave, desde nuestro primer lugar seguro que es el hogar, conformado por la familia, es que debemos cambiar el chip y hablar sobre el body positive y la empatía por el cuerpo propio y por los ajenos. No somos máquinas, no estamos hechos en producción en serie, cada persona es única y auténtica.
Por lo tanto, cada cuerpo tiene sus características y es absurdo querer que todos encajen en las mismas medidas, además de obsesionarse con que no tengan cicatrices, celulitis, venitas o granitos. Nuestro cuerpo es nuestro hogar, por eso hay que aprender a amarlo y a honrarlo. Sin él no podríamos disfrutar los placeres de la vida como comer, dormir, caminar, sentir, apreciar…
Uno de los argumentos más comunes que dan las personas que critican los cuerpos ajenos es que piensan en la salud, en que un cuerpo gordo es sinónimo de cualquier enfermedad y me atrevo a decir que no sólo de cualquier enfermedad, sino de cualquier estigma. A lo largo de mi vida adulta, cuando me convertí en una mujer curvy, el mundo me ha repetido que todo lo malo que me pasa es por ser gorda.
Y, al contrario, yo lo que he tratado de expresarle al mundo es que mi talla, mi peso, mi celulitis y mis curvas no me dan menos valor como persona. Que así como soy puedo tener todo cuanto deseo, puedo cumplir sueños, puedo conquistar lo que quiera y puedo ponerme lo que se me antoje. Sí, lo que sea: ropa diminuta o ropa apretada y me veo bien porque me siento bien al lucirlo; es mi cuerpo, es mi decisión.
La salud por supuesto que es importante, de igual manera la física que la emocional, incluso hay que poner más cuidado en la segunda porque los suicidios se han incrementado en las últimas décadas por depresiones causadas por acoso, bullying o abuso.
“El acoso y bullying son de los factores de riesgo más importantes para la conducta suicida y multiplica por 2.55 las probabilidades de suicidio entre los menores de edad”, según Save the Children. No es un juego criticar los cuerpos, tampoco lo es meterle a las personas en la cabeza que deben verse delgadas para estar sanas y ser felices.
Tengo amigas que hoy, a sus más de 30 años siguen con las ganas de lucir un bikini en la playa simplemente porque no se sienten merecedoras de poder hacerlo porque no tienen vientre plano o cintura de menos de 60 centímetros. Pero también tengo otras que viven cuidando cada chícharo que se comen para no engordar bajo el falso argumento que lo hacen porque se aman y se cuidan pero, ¿y qué hay de su salud mental?… de su obsesión por no subir ni un gramo.
Lo que daría porque derribaran todas estas ideas dañinas que el mundo que las rodea les ha metido tan profundo para evitar amarse tal cual son, para no exigirse ser de cierta talla o cierto peso. Que dejaran de sentirse atrapadas dentro de sus cuerpos y se liberaran.
Como sociedad debemos de trabajar en educar a niños seguros, que se amen y se acepten, que no pretendan perseguir estándares en nada, que sean libres de mente. Y como adultos debemos fomentar la empatía, el respeto y la aceptación. Amemos nuestros cuerpos, cuidemos nuestros cuerpos y respetemos los cuerpos de los demás.
Yo me considero una rebelde corporal y tengo bien puestos mis 100-85-95 de puro amor propio y de salud física y mental. Pero sé que no es fácil lidiar con ese bullying, así que si vives algo así, escríbeme, no estás sola.
Aplaudo mucho a mujeres como Michelle Rodríguez y Yuridia que se cansaron de aguantar el acoso y las burlas de los demás y que están uniéndose al cambio que han comenzado mujeres activistas desde hace algunos años con movimientos como el body positive.
No creas que por ser mujer debes verte como una Barbie, quedarte callada, sentarte con las piernas cerradas o moldearte a ser la mejor ama de casa y mamá. Tú eres mujer y lo único que debes hacer en esta vida es ser feliz y respetada.
- La gordofobia es la discriminación que viven las personas gordas por el hecho de serlo.
- En la CDMX, el 27.6% de los ciudadanos reconocieron haber sufrido discriminación por su peso, según la encuesta sobre discriminación en la Ciudad de México (EDIS, 2017)
- La gordofobia atenta contra la salud mental, genera repulsión y rechazo social, pero también hace que las personas discriminadas odien su cuerpo.
- Los desórdenes alimenticios como la anorexia y la bulimia son consecuencias alarmantes de la gordofobia.
- De cada 10 casos de personas con anorexia y bulimia en 2018, 9 fueron mujeres. La gordofobia en México es un problema que ataca mayormente a las mujeres, según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).