¿Te has preguntado por qué la mayoría de sobrecargos son mujeres? En el imaginario colectivo, típicamente es una mujer quien te da las indicaciones de emergencia y está al pendiente de los pasajeros de un vuelo. Esta figura también es la de una mujer elegante y pulcra, que viste un uniforme glamoroso.
Al igual que sucede con otro tipo de trabajos, el puesto de sobrecargo ha sido influenciado por los estereotipos de género. La historia de la incursión de las mujeres en este trabajo se remonta a 1930, cuando Ellen Church logró ser aceptada en el puesto de auxiliar dentro de Boeing Air Transport.
Por qué la mayoría de sobrecargos son mujeres
Aunque no lo creas, cuando empezaron los vuelos comerciales todos los sobrecargos eran hombres. Sin embargo, la llegada de Ellen Church a Boeing Air Transport cambió el panorama. Ella fue la primera mujer en formar parte de una tripulación; su objetivo no era ser una sobrecargo, sino deseaba convertirse en piloto.
Ella logró convencer a sus empleadores de que era necesario tener a una mujer para tranquilizar a los pasajeros, ¿qué mejor que una enfermera calificada? Sin embargo, eventualmente los ejecutivos de aerolíneas se dieron cuenta de que contratar a una mujer para el puesto de sobrecargo reducía los costos, porque podían pagarle salarios más bajos que a sus compañeros hombres.
“Las sobrecargos fueron contratadas principalmente por su juventud, su atractivo y por trabajar largas jornadas por una paga reducida”, explica el sindicato Association of Flight Attendants-CWA en su sitio web oficial.
Este empleo también se comenzó a relacionar con las mujeres por los roles tradicionales de género y la creencia sexista de que las mujeres son “naturalmente” mejores con el servicio al cliente.
Un ‘objeto de deseo’ en el aire
Las aerolíneas comenzaron a buscar activamente mujeres que fueran estereotípicamente bonitas para que fueran sobrecargos, de manera que fueran atractivas a la vista de sus clientes (en su mayoría hombres). Incluso hubo una época en que las aerolíneas impusieron reglas estrictas sobre el peso, la edad y el estado civil de las sobrecargos. “La idea era capitalizar la sexualidad de las mujeres”, indica el sitio web especializado en aviación Simple Flying.
Lo que buscaban era tener miembros de la tripulación que fueran llamativas para sus clientes masculinos. Algunas empresas incluso cambiaron uniformes para hacerlos más ceñidos. “No quería ponerme el uniforme y, cuando finalmente fui forzada a hacerlo, me sentí mal, como un objeto”, así fue como una sobrecargo se expresó con respecto a uno de los uniformes reveladores, de acuerdo con el Museo Nacional del Aire y el Espacio de Estados Unidos.
Quienes tomaban principalmente vuelos en esos años eran hombres que se dirigían a juntas de negocios. Y quienes principalmente les atendían eran mujeres, que en muchas de las ocasiones eran forzadas a vestir uniformes que incitaban a sexualizar sus cuerpos.
El trabajo de sobrecargo va más allá de servir alimentos y dar indicaciones. Las personas que se dedican a esto tienen capacitación para responder ante emergencias, dar primeros auxilios, manejar equipo clave en la cabina del avión y practicar la comunicación efectiva; su labor puede hacer la diferencia en una situación extrema.
En distintos países han surgido organizaciones y sindicatos que abogan por pagos más justos, terminar con prácticas discriminatorias o sexistas y, en años recientes, luchar contra el acoso sexual o la violencia de género. Todavía falta trabajo por hacer, pero es importante visibilizar las malas prácticas para evolucionar como sociedad.
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