La pobreza tiene cara de mujer 

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Es triste pero hoy la pobreza tiene género y es femenino, esto debido a la desigualdad de oportunidades laborales, sociales, económicas, políticas y culturales, lo cual conlleva a un abuso y todo solamente por ser mujer

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) afirma que la pobreza no sólo depende de los ingresos económicos, sino de que una persona no tenga garantizado el acceso a los servicios de salud, a la seguridad social, a la educación, a la calidad y a los servicios básicos de la vivienda; así como al alimento.

Tomando en cuenta esto, El Coneval reportó en 2021 que en México se registraron 29.1 millones de mujeres que viven en situación de pobreza, es decir, el 44.4% de la población, mientras que hombres fueron 26.6 millones (43.4%).

Foto: PublicDomainPictures para Pixabay

Entre 2018 y 2020 el número de mujeres mexicanas en pobreza aumentó de 27.1 a 29.1 millones, es decir, 4 de cada 10 mujeres del país se encuentran en esta condición, específicamente, en el caso de las mujeres indígenas es 7 de cada 10.

Mientras que a nivel mundial, el 70% de las personas pobres son mujeres, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), lo que representa que 1 de cada 5 niñas viven en esta condición. 

Pero estos datos se contrastan con lo que las mujeres producimos y trabajamos, pues el 66% del trabajo en el mundo es realizado por el género femenino; sin embargo, por ello solamente reciben el 10% de los ingresos. Esta desigualdad es marcada por una violencia de género en la que se considera que el hombre es el que merece tener los puestos más altos y sueldos superiores. 

Además en varios países, africanos y asiáticos principalmente, se les prohíbe a las mujeres asistir a la escuela, tener una profesión y, por lo tanto, lograr una independencia económica. Pero sí trabajan en casa sin recibir ningún sueldo por hacerlo.   

Foto: FotografieLink

Piensa en ti, en tu experiencia, mira a tu alrededor, te aseguro que en tu empresa los puestos más altos todavía los tienen los hombres, que pese a tener los mismos cargos, las mujeres ganan menos, que a ti te ha costado el doble obtener reconocimiento económico y laboral frente a tus compañeros. En esta columna les cuento mi historia sobre el acoso que viví por parte de mi jefe.

Abrirnos la brecha a la igualdad económica y laboral no está siendo sencillo pero cada vez que una mujer obtiene un puesto de poder, que tiene acceso a los derechos de la salud, que tiene un sueldo digno y que es reconocida igual que un hombre, podemos decir que ¡ganamos todas!

Deben entender que esta lucha no es por ser mujeres, es porque se den cuenta que somos personas y como tal debemos tener los mismos derechos. Seamos la punta de lanza para que en el futuro seamos no sólo la fuerza laboral, sino también con remuneración igualitaria y reconocimiento digno y justo. 

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