Soy una escéptica de los temas paranormales y de Tinder, pues considero que nada se compara a la magia de conocer a alguien sin esperarlo, pero aclaremos que soy de otra generación y me encanta ligar a la antigüita.
Y estas apps me parecen catálogos de personas en las que no vives esa chispa del primer encuentro. Además las veces que las usé fue para divertirme con alguien de one night stands.
También a mi experiencia hay que añadirle que encontré a más de una pareja de mis amigas o conocidas, es decir, que les estaban poniendo el cuerno.
Pero en esta comunidad de ligue virtual también hay personas que no solamente están allí por el desmadre, sino que buscan a alguien con ganas de tener una relación padre y me tocó conocer a una de estas parejas triunfadoras.
Ella llevaba un rato en Tinder, abierta a lo que pudiera pasar, aunque estaba preparada para tener una relación de pareja y lo deseaba mucho. Él tenía poco de haberse unido a la comunidad y lo hizo porque tenía poco tiempo para socializar y conocer a alguien.
El match sucedió una noche de fin de semana, ambos estaban en casa viendo Netflix y su primera charla los hizo desvelarse hasta las 2 de la mañana, desde allí sintieron el “flechazo”.
Después de Tinder se pasaron a WhatsApp y durante 3 semanas siguieron chateando para seguirse conociendo, hasta que él la invitó a salir.
Quisieron comenzar lento porque realmente ambos buscaban conocer a alguien que deseara tener un noviazgo. Como decía el gran Cerati. “vamos despacio para encontrarnos”.
Su primer date fue en un bar casual donde cenaron y se echaron unas cervezas. En la plática terminaron hablando de cine, así que decidieron terminar la noche viendo una película en la Cineteca Nacional.
Después de esa cita vinieron otras, pero siguieron con calma conociéndose, descubriéndose y encantándose hasta que se dieron cuenta que estaba por cumplirse un año de su match en Tinder.
Para celebrarlo, él le propuso hacer su primer viaje juntos. Nada formal, rentaron una cabaña en el Estado de México.
Él pidió que adornaran la habitación mintiendo que era su pedida de matrimonio, solamente para que todo se viera más romántico, pero no tenía nada planeado, al menos no hasta ese momento.
Cuando entraron, ella se asustó pues pensó que le iba a pedir matrimonio. Él le contó que le mintió a la recepcionista para que les adecuara un ambiente romántico pero no se esperaba que le echara tantas ganas.
El momento los hizo reír, como solían hacerlo siempre y justamente eso es lo que los había hecho permanecer juntos por todo ese año y seguros de que querían seguir construyendo memorias.
Pidieron de cenar, luego prendieron la chimenea y se recostaron a ver una película en Netflix, pusieron una chick flick que a ella la hizo llorar y fue en ese momento, mientras estaban empiernados, que él supo que quería que fuera su novia, así que se lo pidió.
A partir de ese momento quitaron el freno y a los 3 meses ya estaban buscando depa para irse a vivir juntos. Para celebrar su primer año de concubinato decidieron viajar al Caribe y allí fue donde yo los conocí.
Nos hospedamos en el mismo hotel y una noche en el bar me pidieron que les tomara una foto, luego me preguntaron si viajaba sola y comenzamos a platicar, pues vivíamos en la CDMX.
Su plan del día siguiente, ir a Xcaret todo el día, me invitaron a irme con ellos como su “hija adoptiva”. En realidad ellos querían a alguien que les cuidara las cosas, ya que querían nadar todo el río y yo solamente quería irme a tirar a la playa, así que hicimos el match perfecto vacacional.
Me contaron su hermosa historia y entonces comencé a creer que el tío Tinder sí puede darte sorpresas de esas que se sienten como mariposas en el estómago.
Al regresar de ese viaje comenzamos a seguirnos en Instagram y tiempo después les pedí una recomendación de trabajo y entonces me hicieron llegar al hombre del cual hoy estoy enamorada.
No sé si crean en el destino pero por historias como esta es que yo sí lo hago. Ellos llegaron a mi vida para que yo conociera el amor.
Luego de que cumplieron su primer año viviendo juntos decidieron adoptar un perrito para completar su familia y sí, ellos vivieron felices para siempre.
Su historia es de esas que te hacen volver a creer en el amor de pareja, en las relaciones formales.
Así que mis padrinos de Tinder son el ejemplo de cómo un match puede terminar en una familia hermosa.