Desde nuestras primeras clases escolares de reproducción humana, se nos ha dado cierta narrativa sobre lo que sucede cuando una persona con aparato reproductor femenino y otra con masculino tienen relaciones sexuales y ocurre la fecundación. Nos han dicho que los espermatozoides emprenden una carrera en la que solo uno será el “ganador” y logrará fecundar al óvulo. Pues bien, esto no es necesariamente así de acuerdo con un estudio realizado por universidades europeas. En la actualidad se dan pasos para conocer más sobre el mito del “espermatozoide más rápido”.
Desde hace tiempo, en la comunidad científica han surgido dudas de cómo la ideología y el contexto social intervienen en la manera que se estudian ciertos fenómenos. En este sentido, hay quienes creen que no es una casualidad que en el proceso de la fecundación se da ciertos roles a las células reproductoras: los espermatozoides son fuertes, veloces y persiguen el objetivo que solo uno conseguirá, mientras los óvulos son pasivos y esperan pacientemente al “ganador”.
El mito del ‘espermatozoide más rápido’
Desde hace tiempo han surgido hallazgos sobre el mito del “espermatozoide más rápido”. En 2009, un biólogo dio una charla con el objetivo de desmentir esta creencia. Scott Gilbert, autor de Biología del Desarrollo (1985), opinó que toda esta narrativa era más bien, ciencia ficción. Además, sostuvo que esto perpetuaba los roles de género tradicionales, en donde el hombre es activo y a la mujer se le da un papel pasivo.
El especialista dio a conocer que los primeros espermatozoides en llegar al óvulo no son los vencedores. La fertilización puede ocurrir sólo después de que el tracto reproductivo femenino madure los espermatozoides, cambiando su membrana celular para hacerlo.
“La noción de que los espermatozoides son corredores agresivos y el óvulo es un premio pasivo, es una historia”, dijo ese mismo año el profesor de biología Howard A. Schneiderman en Swarthmore College.
Un artículo publicado por la Universidad de Manchester explica que una investigación demostró que los óvulos humanos utilizan señales químicas para atraer los espermatozoides. Este estudio se hizo en colaboración de la Universidad de Estocolmo y la Universidad de Manchester; llegaron a la conclusión de que los óvulos utilizan señales químicas para “elegir” entre los espermatozoides.
Los investigadores examinaron cómo responden los espermatozoides al líquido folicular, que rodea los óvulos y contiene quimioatrayentes, con el propósito de descubrir si los fluidos foliculares atraían espermatozoides de algunos hombres más que de otros.
¿El óvulo elige el esperma? Esto dice un estudio
“Los óvulos humanos liberan sustancias químicas llamadas quimioatrayentes que atraen los espermatozoides hacia los óvulos no fertilizados. Queríamos saber si los óvulos utilizan estas señales químicas para elegir qué espermatozoides atraen”, explicó John Fitzpatrick, profesor de la Universidad de Estocolmo.
Llegaron al resultado esperado al descubrir que el líquido folicular de un óvulo de una mujer atraía mejor el esperma de un hombre, mientras que el líquido folicular de otra mujer atraía mejor el esperma de un hombre diferente.
De acuerdo con palabras del profesor Fitzpatrick, esto demuestra que las interacciones entre los óvulos y los espermatozoides humanos dependen de la identidad específica de las personas involucradas.
La Universidad de Manchester explicó que el óvulo no siempre concuerda con la elección de pareja de la mujer. Ya que durante la investigación se descubrió que los óvulos no siempre atraían más espermatozoides de su pareja en comparación con los espermatozoides de otra persona.
Pero aparte de desmentir al mito de que el espermatozoide más rápido fecunda al óvulo, ¿de qué serviría este descubrimiento? Pues el artículo hace hincapié en que logrará avances significativos en tratamientos de fertilidad.
Roles de género hasta en la ciencia
El proceso todavía se estudia en la actualidad y es posible que existan más cambios de paradigmas en un futuro. Sin embargo, diversos especialistas han puesto el foco en lo importante que resulta cambiar la narrativa de los procesos naturales a nivel académico y científico.
Por ejemplo, la antropóloga Emily Martin publicó mediante University of Chicago Press el estudio “El óvulo y el esperma. Cómo la ciencia ha construido un romance basado en roles estereotípicos masculinos y femeninos”.
En su trabajo, Martin hace un análisis del lenguaje que se emplea en textos académicos y científicos respecto a los aparatos reproductores femenino y masculino, además de sus funciones. Ella habla sobre cómo las diferencias en el lenguaje para referirse a ellos son muy marcadas y cómo la investigación científica no solamente habla de un tema central, sino de la sociedad en que vivimos.
En una parte de su investigación, Martin relata que “es destacable la manera tan ‘femenina’ en que el óvulo se comporta y lo ‘masculino’ que es el espermatozoide. El óvulo es visto como grande y pasivo. Es ‘transportado’, ‘arrastrado’ o incluso va ‘a la deriva’ a lo largo de la trompa de Falopio”. Mientras tanto, el espermatozoide es “rápido e invariablemente activo. ‘Entrega’ sus genes al óvulo y tiene una ‘velocidad’ que a menudo se resalta. Sus colas son ‘fuertes’ y eficientes”.
Leer más:
Mitos y verdades sobre el himen que debes conocer
4 palabras sexistas o clasistas que debemos quitar de nuestro vocabulario