La idea puede sonarte un tanto morbosa. La muerte suele ser un tema delicado para muchas personas, y muchas veces tendemos a evitar el tema de forma involuntaria porque la pérdida puede ser difícil. Por eso, el hecho de que un profesor de Harvard dice que pensar en la muerte nos puede hacer más felices, resulta increíblemente extraña.
Se han hecho experimentos y, al menos en 2019, la revista NeuroImage describió un experimento científico en el que las personas evitaban asociar la muerte en torno a sí mismas, desatando la curiosidad en el tema.
El profesor de Harvard que habla de la mortalidad y su relación con la felicidad
Arthur C. Brooks, profesor de Harvard y autor de bestsellers, en varias ocasiones ha apoyado esta idea. Por ejemplo, publicó una columna en The Atlantic donde menciona que tener pensamientos sobre la mortalidad resulta ser una clave para la felicidad en la que pocas personas se ponen a pensar.
En una entrevista que publicó Harvard Business Review, el profesor menciona que la felicidad comenzó a sufrir cierto malestar desde hace unas décadas y que este problema aumentó con la presencia de las redes sociales.
“Hay mucha neurociencia detrás de esto, pero todo el mundo sabe que cuando estás aburrido o solo y empiezas a mirar tus dispositivos y tu teléfono, en realidad te aburres más y te sientes más solo. Este es un gran problema, especialmente para los adultos jóvenes“, dice Brooks.
El profesor entonces comenzó a cuestionarse la felicidad y como ésta llega a la vida. Él cree que el primer error respecto a la felicidad, es pensar que se trata de un sentimiento. La felicidad, según Arthur, es una combinación de tres fenómenos generales: el disfrute, la satisfacción y el sentido. De manera que para aumentar la felicidad se deben construir experiencias con base en estos tres pilares.
¿Pensar en la muerte nos puede hacer más felices?
¿Cómo es posible aumentar la felicidad con la ayuda de esos tres pilares? Brooks afirma que un ejercicio para motivarse es pensar en la muerte. Concretamente, el propósito es pensar en todo lo que nos perderíamos y que no podríamos lograr si morimos.
Ya sea que nos estemos perdiendo cosas por el trabajo, porque postergamos un detalle hacia nosotras mismas, que pensemos en que no tenemos lo que queremos o que nos comparemos a través de las pantallas; para fomentar la felicidad, se recomienda enfocarse en lo que estamos perdiendo.
“Convierte esta consideración en una rutina. Trata de comenzar cada día pensando: ‘sé que en unos años estaré muerto, y unos años después de eso, nadie recordará mi nombre. Pero estoy vivo hoy, y no lo desperdiciaré’. Con la práctica, lo sentirás cada vez menos antinatural”, explica.
Una de las ideas que propone es plantearse qué consejo te darías o de que te arrepentirías de no hacer si solo tuvieras unos meses de vida. Pensar también en qué perdurará más allá de tu muerte puede sumar en lugar de restar.
Arthur explica que la idea de pensar en cómo tus esfuerzos mejorarían la vida de los demás enriquecerán a las generaciones futuras es importante. Más allá de crear un legado para la posteridad, es pensar en las acciones que realizas y que éstas le estén proporcionando algo a alguien.
“Cuando evitamos pensamientos sobre la muerte, inconscientemente asumimos que el mañana se parecerá mucho al hoy. Pero cuando nos concentramos en la muerte, se aumenta lo que está en juego en el presente y aclara lo que debemos hacer con nuestro tiempo”, escribe Arthur C. Brooks.
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