A pesar de que cada vez hay más apertura sobre los temas referentes al sexo y la sexualidad femenina, siguen existiendo muchos mitos o errores en torno a ella. Uno de ellos, es llamar a los juguetes u objetos sexuales de manera incorrecta, como por ejemplo el término “consolador”. A lo mejor has escuchado o visto sobre él pero, ¿te has puesto a pensar por qué se les llama así? Nosotras te lo contamos.
Diferencia entre un dildo y un consolador
Un dildo, erróneamente conocido como consolador, es un juguete sexual que se utiliza como sustituto del pene para aumentar el placer sexual durante las relaciones sexuales, o bien, durante la autoexploración o masturbación. Se caracteriza por ser un objeto que NO vibra.
Mientras que algunos están diseñados para la penetración vaginal (con cierta inclinación), otros están pensados para la penetración anal. También, existen de todos los tamaños, colores, formas, texturas y grosor. Puedes encontrarlos de silicona, plástico, vidrio resistente o metal.
Ahora bien, un consolador, como su nombre lo indica, es algo o alguien que brinda consuelo. La Real Academia Española lo define como la “persona o cosa que consuela y alivia”. Por lo tanto, la razón del por qué se le llama así es comprensible, sin embargo, es incorrecta.
Supuestamente, el “consolador” fue creado para aliviar los males o “histeria” de las mujeres, misma que estaba estrechamente relacionada a la falta de relaciones sexuales. Es decir, el comportamiento femenino dependía de un hombre y su órgano sexual, o bien, de un objeto que lo representara.
Por qué NO se le debe llamar ‘consolador’ al dildo
Siguiendo la línea de que un juguete sexual “alivia o consuela la pena o molestia que nos aflige”, estaríamos limitando nuestra sexualidad.
Un dildo no se utiliza solo cuando estamos tristes y las mujeres no usamos un juguete sexual en busca de consuelo ni para sustituir a una pareja. Al contrario, lo utilizamos para el enriquecimiento sexual, para acercarnos a nuestra sexualidad y disfrutar de nuestro placer. Además, la mujer no busca el placer o consuelo en ningún hombre, mucho menos en un objeto sexual con forma fálica.
Por otra parte, ¿por qué el “consuelo” tiene que venir únicamente de las relaciones sexuales? El consuelo proviene de muchas formas; puede venir de una persona, palabra o abrazo y no se debe encasillar un aparato con forma fálica.
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