De nuestras familias heredamos características físicas, costumbres, tradiciones… y sí, las heridas también. Se trata del trauma transgeneracional, que se transmite de una generación a otra sin resolución y que, aunque puede parecer invisible, nos provoca malestar físico, psicológico y emocional.
Y es que, si analizas algunos de los patrones que te afectan negativamente en tu día a día, seguramente encontrarás semejanzas con más de un miembro de tu árbol genealógico. Tal vez cómo reaccionas a ciertas situaciones, quizás el miedo o la tristeza que te invaden siempre que algo específico sucede o incluso las coincidencias entre las personas que eliges como pareja.
Esto es lo que plantea la doctora Mariel Buqué, especialista en trauma y autora del bestseller “Esta herida no me pertenece”, publicado por Editorial Diana, con quien platicamos para entender cómo repetimos ciclos iniciados por nuestros antepasados y la importancia de romperlos para vivir mejor.
Sanar el trauma transgeneracional de manera holística
Desde sus primeros años de formación en psicología en la Universidad de Columbia, Buqué notó la prevalencia del impacto generacional en su entorno y eso eventualmente la llevó a ver sus propias secuelas provenientes de un pasado familiar de carencia económica en República Dominicana, antes de emigrar junto a su madre a Estados Unidos a los 5 años.
Para Buqué el trauma transgeneracional es un fenómeno de particular complejidad, pues “transciende generaciones y puede integrar la experiencia de varios miembros de una familia”.
Además, se manifiesta a través de la biología y las expresiones genéticas heredadas: “Si uno de nuestros padres o los dos o nuestros abuelos han experimentado un trauma, éste podría haber sido tan profundo que ha influido profundamente el código genético de estas personas”, explica.
Luego de trabajar en el abordaje del trauma con decenas de pacientes, su comprensión del tema se transformó por completo cuando obtuvo una beca que le permitió formarse en salud mental holística, tras lo cual desarrolló un método que combina investigación científica y la psicología tradicional con prácticas holísticas como respiración consciente, reiki y aromaterapia.
Para la autora, cuyo libro fue incluso recomendado por Oprah Winfrey en su club de lectura, si las heridas transgeneracionales nos pueden afectar de tantas maneras, resulta lógico que para sanarlas necesitemos una combinación de recursos.
Cerrar heridas individuales y colectivas
Cuando trabajamos en nosotras mismas, no siempre es fácil saber si vamos por buen camino, por lo que Buqué sugiere observar cambios en las reacciones emocionales ante situaciones similares a lo largo del tiempo.
“Si el próximo año ves que puedes ver que esa persona que siempre te afecta y está diciendo exactamente lo mismo de siempre no ha cambiado, pero ahora no lo sientes igual y no te perturba, ahí podemos ver un cambio”.
Pero las diferencias no se limitan a la sanación individual, pues “es crucial abordar las normas culturales que perpetúan el trauma. Obviamente, tenemos que hacer el trabajo interno, así como un trabajo colectivo para disminuir las cosas que mantienen este trauma dentro de nuestra cultura”, indica.
Por su parte, la psicóloga finaliza afirmando que cuando trabajamos el trauma se transforman en consecuencia las dinámicas de la familia, de la comunidad y sociedad en general. “Es un aspecto de la salud mental que influye no solamente en una forma lateral, sino también hacia la próxima generación, nuestros hijos, los hijos de nuestros hijos”.
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