¿Es posible que el orden en que nacieron tú y tus hermanos afecte su personalidad? Muchas personas creen que sí, por eso se han popularizado términos como el “síndrome de la hija mayor”. Por si no habías escuchado de él, hoy NOSOTRAS te diremos cómo reconocerlo.
Si tienes una hermana que acostumbra responsabilizarse y preocuparse de más por la familia, o si tú eres esa hermana, definitivamente tienes que seguir leyendo.
Qué es el síndrome de la hija mayor
El síndrome de la hija mayor es un término coloquial que se utiliza para describir una situación que se presenta en muchas familias, de acuerdo con la plataforma Verywell Mind. Ocurre cuando desde edad temprana recae en la hermana mayor una gran responsabilidad de cuidados, ayuda en el hogar y apoyo.
No se trata de una condición diagnosticable, como aclara Northeastern Global News, aunque refleja una realidad con la que muchas mujeres se identifican. Tampoco implica que automáticamente por ser mujer o por haber nacido primero te va a pasar a ti. Sin embargo, debido a las normas sociales y roles de género tradicionales, ocurre comúnmente.
Debido a la presión extra, las primogénitas son más propensas a cuidar de otros, complacer a los demás o vivir con ansiedad, indica el sitio web Health. También puede generar resentimiento entre hermanos o hacia los padres.
En muchas ocasiones, las hijas mayores que reciben una gran cantidad de responsabilidad continúan con ese comportamiento de adultas, ya sea hacia sus hermanos, padres o familia en general; incluso puede reflejarse en su personalidad y relaciones afectivas fuera de la familia, explica la profesora de psicología Laurie Kramer para Northeastern Global News.
Cómo saber que puedes tenerlo
La terapeuta y consejera matrimonial Kati Morton se hizo viral en TikTok al hablar del síndrome de la hija mayor. Ella reunió algunas de las señales más comunes entre las personas que lo viven.
- Tienes un intenso sentido de responsabilidad.
- Eres el tipo de persona que acumula logros desde su infancia y todavía les da mucho valor.
- Te preocupas muy fácilmente.
- Vives con ansiedad.
- Te consideras complaciente hacia las otras personas. A menudo pones tus necesidades en segundo plano.
- Te cuesta mucho trabajo poner límites saludables.
- Experimentas culpa.
- Has tenido problemas en tus relaciones afectivas, ya como adulta.
Recuerda que, si bien no se trata de una enfermedad o condición diagnosticable, si te sientes identificada no dudes en buscar ayuda. Una terapia profesional puede brindarte herramientas para mejorar tus relaciones interpersonales.