Invertimos muchísimos años (y dinero) en maquillaje y productos que hicieran que nuestra piel se viera tersa, uniforme, más joven e hidratada, y lo que desconocíamos es que no importaba el maquillaje, corrector o base que utilizáramos: si la piel no estaba sana de adentro hacia afuera, nada valdría la pena.
El furor del skincare empezó a revolucionar la industria de la belleza y salud, pero también la del maquillaje, entendiendo que una no podría funcionar sin la otras: veníamos de consumir imágenes y videos en donde el maquillaje era evidente y la producción más, el retoque en medios era súper notorio y, de pronto, las influencers en distintos medios empezaron a promover la ausencia de filtros y la piel libre de maquillaje.
Así es, ‘glowy skin´, pero real. ¡Qué locura! Pero es que de ahí tomamos todo, sobre todo aquellas que nos preocupa hacer drásticos en rutinas, alimentación, hábitos, skincare… Se prevé que para el 2028, la industria del skincare tendrá ventas estimadas por arriba de 207 billones de dólares.
¿Cuál es el santo grial del skincare?
El “colágeno” es una de las palabras que más escuchamos. Se volvió el santo grial de la piel y, entonces, la mayoría de los tratamientos se inclinaron por incluir el colágeno en nuestra vida.
Muchos tratamientos promueven la generación natural de colágeno, mientras otros optan por medios alternos como inyectables para restaurar los volúmenes “naturales” del rostro: hombres y mujeres al borde de la desesperación para generar colágeno cuya producción natural en nuestro organismo disminuye con la edad.
Yo, por ejemplo, siendo una junkie del skincare tengo mis rutinas mensuales y diarias que me llevan a mis (casi 40) tener la mejor piel de mi existencia. Mi rutina personal consiste en una visita mensual al dermatólogo en donde me hacen luz pulsada y, obviamente, cada seis meses mi retoque de bótox. De ahí, cada mes me realizo una limpieza de hydrafacial y en cada cita me sugieren un ‘booster’ dependiendo de las necesidades puntuales de mi piel en ese momento. También, una vez al mes, un masaje facial que me ayuda a drenar e hidratar.
A diario tomo agua para mantener hidratado mi cuerpo, hago ejercicio, no fumo, no bebo alcohol y, además, aplico mi rutina de cremas (recetadas por el dermatólogo). Por supuesto, el protector solar no puede fallar. Incluso leerlo está largo, ejecutarlo también lo es, pero no saben la alegría y paz que siento al ver mi piel más sana que nunca… y no soy la única que se siente así.
Las tendencias de belleza seguirán migrando hacia lo holístico, hacia la conexión de cuerpo, mente y espíritu, hacia lo integral. Los tratamientos apelarán hacia lo bidimensional y tridimensional, hacia la transformación.
Prevenir antes que solucionar
Otra de las corrientes que se están generando y que me parecen una maravilla es la prevención más que la cura. Es decir, los millennials y la gen Z estamos en búsqueda de prácticas, tratamientos y productos que prevengan antes de tener un problema.
Prevención y preservación son las constantes para el cuidado de la piel, al ser el órgano más grande de nuestro cuerpo; pero también es un espejo de cómo están los otros órganos de nuestro sistema, nos puede ayudar a ver posibles enfermedades o situaciones.
Es impresionante cómo la piel está intrínsecamente conectada a nuestro sistema nervioso y otros. Por ejemplo, ¿a cuántas de nosotras no nos brotan alergias cuando estamos nerviosas o estresadas?
Y ahora les pregunto: ¿cómo está la salud de su piel?
Con cariño,
Gina
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