Bien. ¿Bien? La respuesta viene en automático. Es natural que no le demos demasiadas explicaciones al que nos pregunta cómo estamos por simple cortesía, pero tener un poco más de honestidad con nosotras mismas y atrevernos a sentir con conciencia cada una de las sensaciones de nuestro cuerpo o nuestras emociones es una forma de practicar mindfulness.
Se trata de una herramienta para buscar estar absolutamente presentes en este momento, de volvernos conscientes de lo que podemos sentir, sin emitir juicios ni tratar de interpretarlo o incluso entenderlo.
Está comprobado que practicar mindfulness a través de diversas herramientas nos ayuda a disminuir significativamente nuestros niveles de estrés. Un estudio realizado por la American Psychological Association estudió los niveles de estrés de pacientes que fueron expuestos a técnicas de mindfulness durante 8 días. Los resultados indicaron que, al final del ejercicio, la mayoría de los pacientes mostraron una gran disminución en los niveles de cortisol, y dijeron sentir menos estrés y ansiedad.
Para el mismo estudio se tomaron resonancias de la actividad cerebral de las personas mientras veían una película antes y después del ejercicio de mindfulness. Las imágenes mostraron que, luego de la meditación, los sujetos mostraban menos reactividad natural a la misma película. Esto podría ser un indicador de que esta práctica de meditación nos ayuda a regular la manera en la que reaccionamos y gestionamos nuestras emociones.
El mindfulness es una herramienta que nos ayuda a procesar la información que recibimos de cientos de estímulos diarios desde un estado mental y emocional más sereno. A consecuencia, nos resulta más fácil empatizar con una situación ajena o sobrellevar mejor aquello que nos podría resultar amenazador.
Cómo practicar mindfulness
1. La respiración
Realizar ‘Pranayama’ o ejercicios de respiración nos ayuda a calmar la mente y conectar con nuestras sensaciones. ¿Qué sientes cuando aguantas la respiración? Quizás simplemente concentrarnos en que cada inhalación dure lo mismo que cada exhalación es suficiente para calmar la mente.
Trata de conectar con tu respiración durante al menos cinco minutos al día, visualiza cómo el aire que entra purifica lo que hay dentro de ti y cómo en cada exhalación eres capaz de liberar todo aquello que te resulta agotador.
2. Terapia de sonido
Permítete sumergirte por completo en el sonido. Buscar estar completamente presente durante una terapia de ‘sound healing’ es una forma de mindfulness; concéntrate en lo que escuchas y en cómo eso vibra en distintas partes de tu cuerpo físico y emocional.
¿Qué te hace sentir el sonido? ¿En qué parte del cuerpo sientes su eco? El sonido es una frecuencia sanadora con la que podemos conectar casi de manera instintiva. Relájate y siente tu cuerpo, observa tus pensamientos sin juicio y date cuenta de cómo, poco a poco, tu respiración se comienza a fusionar con el sonido.
3. Vuélvete observadora en la cotidianidad
En la rutina diaria es muy fácil que caigamos en actuar casi de manera inmediata. Practicar el mindfulness en acciones pequeñas nos brinda la oportunidad de cambiar de perspectiva.
Vuélvete absolutamente consciente de las sensaciones al comer tu fruta favorita, de los colores, aromas y sensaciones que quizás ignoras si comes frente a la televisión. Toma un baño y permítete concentrarte solo en lo que estás haciendo en ese momento.
Atrévete a volverte consciente del momento presente, de cómo te relacionas con él y observa tus maneras de reaccionar. La conciencia de nuestro entorno es un primer paso para observar cómo es que nos relacionamos con él.
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