Hoy en día, pensar en mujeres al frente de motocicletas sigue siendo, para muchas personas, algo inusual, pues los prejuicios y estereotipos de género han influenciado durante mucho tiempo la percepción de que las motos son cosa, exclusivamente, de hombres. Por eso es tan importante destacar la labor de grupos como She Can Ride, el primer club de mujeres motociclistas en México.
Cada vez más mujeres eligen este medio de transporte, al punto de ser responsables del 30% de las compras de motocicletas en 2021, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
She Can Ride (SCR) es una comunidad fundada en 2019 en CDMX que se dedica a empoderar a las mujeres, proporcionando un espacio seguro y de apoyo donde pueden aprender, compartir experiencias y disfrutar esta pasión sin distinción de edad, tipo de moto o experiencia.
She Can Ride, el primer club de mujeres motociclistas en México
Cuando su fundadora Cló Ovalle, líder del grupo que hoy tiene casi 400 integrantes, empezó a transitar en moto a los 19 años, no imaginó hasta dónde llegaría.
“Este era solo mi transporte. Fue casi ocho años después que empecé a viajar en moto, a conocer otras personas y ver a algunas mujeres, pero pocas. Entonces yo decía, pues, ‘¿dónde están las mujeres?’ Porque esto es algo que quiero compartir y sé hoy con certeza que pude haber avanzado más rápido y con más seguridad, teniendo acompañamiento y amigas con quien rodar, que me dijeran qué tipo de moto usar, la chamarra, las botas”, recuerda.
Con el tiempo, su necesidad de conectar con más congéneres creció, por lo que formó She Can Ride y empezó a dar tarjetas de invitación en los semáforos “y a la fecha las sigo dando, pero ahora ya no soy solo yo sino que las da toda la comunidad”.
Cuentan con cursos para aprender a manejar, ganar seguridad al conducir, mantenimiento de motocicletas y más. “Desarrollamos una metodología en donde trabajamos el empoderamiento, la mentalidad y la técnica en nuestras capacitaciones”, explica. Además, llevan a cabo encuentros mensuales para conocerse y compartir diversas actividades, desde comer tacos hasta salir a bailar y, por supuesto, organizan un calendario de rodadas a distintos destinos y con diferentes distancias.
Para Cló el motociclismo no solo se ha convertido en un importante eje en su vida, sino que la ha llevado a traspasar fronteras, llegando a ser la única latinoamericana en ser incluida para rodar por la cordillera del Himalaya con una moto Royal Enfield.
Rompiendo estereotipos
Todavía “hay prejuicios y machismo, que van desde comentarios hasta cuando vas a agencias de motos: vas tú sola y no te atienden bien, dando por hecho que tú no puedes ser un cliente. Y si vas con un amigo o tu marido, el vendedor se dirige a él y no a ti”, explica Cló. Además, la sexualización de la mujer en el mundo de las motos.
Es por eso que la activista señala que el siguiente paso es dar talleres de equidad de género a las marcas de motocicleta para avanzar en la inclusión y equidad de género. Pero, también ha avanzado: “El curso de motociclismo que más se vende es el de iniciación”, lo que demuestra que somos más y vamos a lograr mayor notoriedad y hacernos escuchar”, explica la fundadora de SCR.
Ser parte del cambio
Para muchas es inspirador saber que van rompiendo barreras. “Cada vez que me bajo y me quito el casco piensan que voy a ser un hombre, pero cuando me ven ponen una cara de cómo es posible”, dice Érika Domínguez, miembro de SCR. “Y pienso: ‘¿por qué se sorprenden si nosotras también podemos andar en moto, andar en visión montaña, podemos hacer un iron man, podemos hacer todo lo que nos propongamos”.
Y para quienes sienten curiosidad por el mundo del motociclismo, pero no se atreven: “Hazlo con todo y miedo”, sin dejar de lado la importancia de capacitarse, en la seguridad al conducir y buscar apoyo.
Historias diferentes, un mismo punto de encuentro
Esto es lo que nos dijeron algunas de las integrantes de She Can Ride.
1. Itzel Reyes, consultora comercial
Luego de un cambio de trabajo y la necesidad de tener un medio de transporte, compró su primera moto, motivada por su novio, quien también le diría de la existencia de She Can Ride.
Comenta haber encontrado una red de apoyo y empatía: “Desde que llegué me gustó mucho porque es un grupo muy cálido. No solo busca empoderar, también te acoge desde el primer momento”.
2. Érika Domínguez, chef
Empezó a manejar moto de manera terapéutica, tras presentar episodios de ansiedad y buscar algo que la mantuviera concentrada. “Toda mi vida me ha gustado la aventura. He hecho bici de montaña, triatlón, kayak y una constante ha sido que generalmente soy la única mujer. Yo no conocía a ninguna mujer que anduviera en moto. Tomé un curso con ellas y formé parte de la comunidad”.
3. Beatriz Luque, analista digital
Su esposo fue el primer interesado en tener una moto para ahorrar tiempo en el traslado del trabajo a casa y pasar más tiempo con su bebé. Un día lo acompañó a un rally de resistencia y lo supo: “Quiero hacer esto”.
En esa rodada conoció a una integrante de She Can Ride y hoy participa activamente en el grupo; sirve de enlace para muchas que buscan algún contacto o información sobre algo.
4. Edith Baena, dermografista
Cuando en un cumpleaños su esposo e hijos le regalaron la moto de sus sueños su mundo cambió.
“Empecé a buscar clubes en las redes y conocí a un chico que me dijo ‘para ser prospecto tienes que venir y lavarnos las motos’. No me gustó, y es común en algunos clubes hacer estas iniciaciones. Luego alguien me recomendó a SCR. Asistí a una rodada de principiantes y conocí a gente increíble”, cuenta.
5. Linda Villa, psicóloga
Encontró en el grupo una especie de salvavidas en momentos duros. “No tengo moto aún, pero amo el tema y es una meta comprarme una”, algo en lo que recibe constantemente ánimo por parte del resto de las integrantes. “A un año de mi incapacidad, después de un intento de suicidio, celebro que estoy viva gracias a She Can Ride, porque esta tribu estuvo conmigo en ese momento difícil”.
Puedes seguir a She Can Ride en Instagram: @shecan.ride
Leer más:
Comentarios.-