Constantemente vivimos en la mente, queriendo cambiar el pasado, intentado controlar el futuro, creando historias en las mentes de las personas y nos separamos de la realidad y el momento presente. Inventamos realidades que cobran vida de una manera tan fácil y tangible que a veces puede ser difícil desligarnos de eso que la mente quiere creer que creamos.
Hay quien dice que no somos lo que creemos que somos, no somos lo que el otro cree que somos, sino que somos lo que creemos que el otro cree que somos. Se me hace una idea fuerte e interesante. Ligado a que la percepción es realidad, qué duro que busquemos ser lo que creemos que el otro desea que seamos. Todo ello nos aleja de ser nosotras mismas y brillar por nuestra autenticidad, amor y felicidad.
Adicional, está vivir en los asuntos de los demás y del universo y alejarnos de nuestros asuntos. Queremos arreglar la vida del otro, de la cual nosotras tenemos una idea de cómo debe ser y también controlar los asuntos del universo para que sean como creemos que deben ser. La palabra, creo, se repite constantemente. ¿Por qué? Porque lo que buscamos es el control y la certidumbre.
Y, ¿cómo hacemos para vivir nuestra vida, ser nosotras, disfrutarla y salirnos de esa mente creadora de realidades imaginarias? Primero, empezamos a conocernos a nosotras mismas.
Esto es clave para ser “yo misma”: saber qué me gusta, en dónde me siento cómoda, cuáles son mis sueños, qué me pertenece a mí y no a los demás.
Segundo, hay que reconocer que mi mente no es mi realidad, que las historias que me cuento no son la verdad absoluta y que está en mí cambiar esa mente a un enfoque que me permita crecer y ser yo, liberándome de ser rehén de la mente de otros y buscar complacer al otro para encajar en su molde ideal.
Tercero, dejar de meternos en los asuntos de los demás. Liberar mi mente de lo que el otro debe hacer y sacarlos de mi molde ideal. Ello nos permite concentrarnos en nosotras mismas, regresando mi energía a mí y no al otro.
Para ponerlo en práctica y manos a la obra:
- Cuando te caches con un pensamiento de una creencia, pregúntate: ¿a quién le pertenece esto? ¿Quién me compartió esto por primera vez?
- Cuando te caches creando la vida de otra persona en tu mente, pausa y repite: “Yo soy yo y hoy me permito estar aquí y ahora”. Esto, para cambiar tu enfoque
- Pregunta en tu mente contantemente de quién es este asunto, para reflexionar si es tuyo, de alguien más o del universo; de ser de uno de los dos últimos, entonces “lo suelto y regreso a mí”.
- Al despertar repite tres veces: “hoy me enfoco en mí, en el presente, y me permito disfrutar ser yo”. Esto es para poner una intención en enfocarme en mí y alejarme de una mente hacia los demás.
Mi mente es mía, es mi aliada para soñar y crear mis sueños, mi aliada para vivir una vida del momento presente. Mi mente no es tu vida, no está diseñada para ser un director de cine de cada persona que me rodea. En cuanto más me enfoco en mí, en quien sí soy, en crear mis sueños y transformar mi realidad, más disfruto el momento y permito a otros ser ellos y no la imagen que yo quiero que sean.
Te invito a intentarlo, a convertirlo en una práctica y acercarte poco a poco a ser tú, porque ese es el mejor regalo que puedes darte a ti.
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