“Esas morras sí me representan”, “La revolución será feminista”, “Somos malas, podemos ser peores”, “Se mata a las mujeres en la cara de la gente” y “Vivas nos queremos” fueron las consignas más gritadas en la marcha del 8M en la CDMX que unió a generaciones para exigir una vida digna y segura para nuestro género.
Desde aquella mega marcha feminista que fue histórica, que se realizó en marzo del 2019, yo he sido parte del movimiento y este año también estuve allí alzando la voz acompañada de tres amigas, una de ellas marchó por primera vez. Porque todas nos volvemos feministas con nuestra propia historia, AQUÍ te cuento la mía.
Este año no pudimos unirnos al contingente de mujeres periodistas porque yo salí más tarde del trabajo, pero en punto de las 3 de la tarde partimos de la Esquina de la Información (ubicada a unos metros del Monumento a la Revolución) hacia el Zócalo, una de mis amigas venía acompañada de sus hijas y una amiguita de ellas. Así es que nuestro pequeño contingente feminista de 7 mujeres estaba conformado por 3 generaciones: x, millennials y centennials.
Y no importa sí éramos 7 conocidas, en realidad al unirnos a la marcha fuimos cientas, fuimos todas. Incluso he pensado que si algún día tengo que ir sola a la marcha, en realidad no me sentiría así, ya que al unirte eres parte de esa sororidad. Ojalá que eso durara cada día del año y deberíamos trabajar todas porque así sea.
Son muchas emociones que se viven en esta marcha feminista, pero sin duda, lo mejor es la energía tan poderosa que creamos todas juntas; aunque también hay rabia y dolor y ese es el momento para expresarlo y hacerle saber al mundo lo que sentimos.
Caminamos a paso lento por la cantidad de mujeres que éramos, íbamos cantando, gritando y aplaudiendo, rodeadas de abuelitas, pero también de niñas y bebés o de perritos que acompañaron a sus humanas. Familias enteras fueron parte de la ola morada.
Los sonidos de la marcha representaron para mí todas esas emociones que se generan en el día más poderoso para NOSOTRAS, hubo música que transmitió alegría, gritos que emanaron esperanza, silencio que nos recordó el dolor y el duelo por las mujeres que nos arrebataron, pero también hubo ruidos estruendosos producidos por los mazos que algunas llevaron y azotaron sobre las mamparas de metal que colocaron para tapar los edificios, que representaron la rabia, la furia y el hartazgo.
A un lado del antimonumento feminista, que se encuentra frente al Palacio de Bellas Artes, estaba Don José Luis portando la manta con la foto de su hija Esmeralda Castillo Rincón, quien desapareció en mayo de 2009 en Ciudad Juárez, aventando diamantina y gritando que falta su niña. Y, como cada año, verlo allí me partió el corazón e hizo que mis lágrimas se desbordaran.
Al igual que cuando abrimos paso para que siguiera el contingente de las mamás de las mujeres víctimas de feminicidio, en ese momento todas nos callamos por unos segundos para después comenzar a gritarles: “¡no están solas!”; la piel se me puso de gallina y el corazón sintió rabia y tristeza.
No fui la única que lloró en este momento tan emotivo, fuimos varias incluidas mis amigas. Pero luego los gritos continuaron más fuertes para sacar toda la furia y exigir en cada segundo un cambio real, histórico y necesario para NOSOTRAS las mujeres.
Cuando marcho siempre tengo en la mente a mis sobrinas, a mis niñas que quiero que nadie toque, por eso exijo que crezcan seguras, felices y con las mismas condiciones que un hombre y deseo que ellas no tengan que vivir un episodio de violencia de género como nuestras generaciones.
Fueron años de callar, pero se acabó, ya no nos pararán de ninguna manera, ya no estamos dispuestas a no luchar, a no pelear, a no exigir lo que merecemos porque hoy seguimos viviendo desigualdad de género en todos los rubros, en todos.
El 8M es el día en que nos arrancamos la mordaza, en el que nos volvemos una misma y en el que nos empoderamos. Gracias mujer por despertar y unirte a esta lucha que no es más que la exigencia de tus derechos. Tu voz es mi voz y la de TODAS las que somos, las que fuimos y las que seremos.
El movimiento feminista está vivo y cada día hay que recordarlo.
Mujeres:
- Merecemos ser libres.
- Merecemos estar seguras.
- Merecemos ser poderosas.
- Merecemos ser reconocidas.
- Merecemos hacer historia.
Durante la marcha una chica llevaba un cartel que decía: “Nos quitaste historia… aquí te va una NUEVA”; seamos parte de esta nueva historia feminista.
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