Gabriela está viviendo dos duelos simultáneos: uno causado por un embarazo no deseado y otro por el término de su relación con el novio que pensó era el bueno y con el que iba a envejecer.
Le llegó el amor cuando menos lo esperaba y le “pegó” con todo. En una fiesta conoció a Ramón, habían estudiado en la misma universidad pero nunca se habían hablado.
Su conexión fue poderosa desde el inicio, a la tercera cita ya habían hecho su primera escapada de fin de semana y al mes y medio ya eran novios.
Cuando cumplieron un año de noviazgo decidieron irse a vivir juntos. Gaby cree que es la mejor relación de pareja que ha tenido, pesé al final catastrófico; para ella Ramón era el mejor novio del mundo, lo amó con devoción.
Juntos pasaron varias crisis económicas, la más cruda fue cuando los despidieron de sus trabajos al mismo tiempo, por lo que las cuentas los rebasaron y tuvieron que regresar a vivir a casa de sus respectivos padres; sin embargo, superaron esa mala racha y en cuanto volvieron a estabilizarse, nuevamente se mudaron juntos.
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Su novio era su mejor amigo, su inspiración y su ejemplo de perseverancia, pues había podido terminar la carrera con muchos sacrificios económicos.
Ramón trabaja desde los 11 años, así que era movido y le entraba a todo, un hombre que resuelve. Mientras que a Gaby le costaba enfrentar los problemas sola, por eso sentía que se complementaban perfecto.
En sus planes no estaba ser papás jóvenes, pues antes querían sacar una hipoteca para comprar un departamento, comprarse un auto y viajar a algunos países que soñaban conocer juntos.
Por lo que siempre se cuidaron para no ser sorprendidos con un embarazo. Todo lo hablaban con naturalidad y confianza, nunca hubo malos entendidos entre ellos.
Cumplieron 5 años de novios, celebraron su aniversario con una escapada a un pueblito mágico, como era su tradición. En ese viaje, sin que lo imaginaran, concibieron a su primer bebé.
Un mes después de ese viaje, Gaby comenzó a sentir un dolor estomacal muy fuerte, incluso le dio fiebre. Fue al médico sola porque Ramón se había ido a trabajar.
Le hicieron estudios y allí se dieron cuenta que además de tener una fuerte infección de estómago, estaba embarazada. No esperaba que le dijeran eso, sabía que una noticia así debía causarle felicidad, pero sentía todo menos eso.
Ella tenía puesto el implante anticonceptivo, así que no se explicaba cómo había pasado, pero le recordaron que ningún método tiene 100% de efectividad y a ella le había tocado la ruleta de la falla.
Le llamó a Ramón al salir del médico para darle la noticia, él muy impresionado le preguntó más de 10 veces si estaba segura.
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Ya estando en casa los dos, más tranquilos, pudieron platicar sobre el embarazo sorpresa que estaban enfrentando. Al final de esa larga noche decidieron recurrir al aborto legal.
Antes investigaron opciones, visitaron algunas clínicas hasta que decidieron dónde y cuándo sería. Gaby quiso que fuera un viernes por la tarde, ya que así Ramón podía cuidarla y quedarse con ella todo el fin de semana.
Llegó el día, Ramón se fue al trabajo pero había pedido permiso de salir temprano y encontrar a Gaby una hora antes de la cita.
Ella salió de su casa nerviosa, tenía miedo, pero estaba segura que era lo mejor. En el camino le escribió a su novio, pero él no le respondió.
Se le hizo raro que Ramón no le contestara y cuando llegó a la clínica, él no estaba. Le llamó y no le respondió; le volvió a escribir para preguntarle qué pasaba.
Unos 20 minutos después, Ramón le regresó la llamada para decirle que no iba a poder acompañarla, que su jefe no lo había dejado salir y que tenía que cuidar el trabajo, pues necesitaban el dinero y el seguro médico.
Ella lo comprendió, aunque le dijo que no quería vivir eso sola, además que él tenía el dinero para pagar. Él le indicó que un compañero de trabajo estaba por llegar para dárselo, que le había pedido el favor.
Cuando llegaron a entregarle el dinero a Gaby, se metió a la clínica y lo primero que hicieron fue cobrarle. Había decidido hacer el procedimiento con anestesia local.
Le indicaron el precio y al contar el dinero se dio cuenta que le faltaban unos 700 pesos, Ramón no le había mandado la cantidad acordada.
Le llamó para decirle que no le alcanzaba, pero él le dijo que era todo lo que tenía en ese momento, que eligiera un método más barato.
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Había 3 tipos de procedimientos en esa clínica: uno sin anestesia, otro con anestesia por pastillas sublinguales y otro con anestesia local.
Le alcanzaba para el segundo. Ella no quería pero su novio le insistía que ya lo hiciera, que ya estaba allí. Antes de colgar le dijo que la amaba.
Pagó el método de las pastillas sublinguales. Posteriormente le dieron un cuestionario para llenar en el que básicamente tenía que colocar sus datos más importantes y firmar que no reclamaría reembolso si se arrepentía o salía algo mal.
Luego la condujeron al área de vestidores, le asignaron un locker donde tenía que dejar todas sus pertenencias y colocarse una bata. Mientras se quitaba la ropa, Gaby comenzó a llorar, se sintió sola, más sola que nunca en su vida.
Ni sus papás ni sus amigos sabían que estaba allí, solamente sabía su novio, pues habían acordado no contarle a nadie para no ser juzgados.
Le dio miedo que algo saliera mal y que en la clínica no le avisaran a Ramón. De pronto un frío la invadió, pensó que era porque estaba desnuda, empezó a temblar sin poder controlarlo.
Llegó una enfermera para llevarla al quirófano, donde ya la esperaba un doctor y dos enfermeras más, quienes se presentaron y le pidieron que se recostara en la cama ginecológica mientras le daban un par de pastillas para que se las colocara debajo de la lengua.
Lo hizo, sintió un sabor amargo, sentía aún más frío y su temblorina en vez de disminuir, aumentó. La trataron de calmar explicándole que el procedimiento sería por aspiración y duraría 20 minutos, que iba a sentir un cólico fuerte y que sólo tenía que respirar profundo.
Comenzó a llorar más fuerte sin poder parar, se levantó de golpe y les dijo que se había arrepentido, que quería irse.
La trataron de calmar y le dijeron que estaba bien, pero que le recordaban que no había reembolsos.
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Caminó a los vestidores para cambiarse y salir de allí. Comenzó a caminar hasta que encontró un parque donde se sentó a llorar y cuando estuvo más tranquila se fue a casa.
Llegó a recostarse y se quedó dormida de tanto llorar, Ramón llegó a despertarla. Le preguntó cómo le había ido y ella le dijo que no había podido, que tenía mucho miedo y no quería hacerlo sola.
Al inicio él se molestó, pero luego se tranquilizó y le dijo que no pasaba nada, que conseguirían más dinero y que él estaría con ella en todo momento.
Al día siguiente Ramón se fue a trabajar sin despedirse pero dejando una nota de despedida, le decía a Gaby que él no estaba de acuerdo con el embarazo, que era una decisión de los dos y lo estaba dejando fuera, además que un hijo frenaba los planes que tenían.
Agrego que se iba a regresar a casa de sus papás y que cuando consiguiera el dinero se lo depositaría pues no quería volver a verla porque creía que se había embarazado a propósito y por eso no había querido hacerse el procedimiento.
Gaby estaba en shock, no podía creer que su novio la estaba culpando de embarazarse y además la estaba abandonando en un momento tan importante.
El mundo se le vino encima y ahora estaba embarazada y sola, sin saber qué hacer, aunque tenía claro que no quería tener un bebé porque no estaba financieramente estable. En ese momento tenía un trabajo temporal en el que ganaba poco y le pagaban cada bimestre.
Sin decirle nada a Ramón, consiguió dinero prestado y regresó a hacerse el procedimiento a la clínica. Fue sola porque no quiso contarle ni a su familia ni a sus amigos.
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No era por pena que no lo quiso contar, sino porque le costaba trabajo poder decir que Ramón la había dejado sola por estar embarazada sin importar los 5 años de relación.
Ramón buscó a Gaby tres semanas después de haberse ido de la casa para informarle que ya tenía el dinero y ella le respondió que no era necesario, que ya no estaba embarazada.
Él le dijo que era lo mejor porque ninguno de los dos estaba listo para traer al mundo a un hijo; no le preguntó detalles sobre el procedimiento ni sobre su estado de salud y de ánimo.
Volvió a despedirse de Gaby agradeciéndole los años de relación que vivieron. Ella guardó silencio porque la decepción que le causó la hacía sentir un dolor tan grande en el pecho que incluso le dolía hasta respirar.
Gaby sigue trabajando en superar ambos duelos, porque aunque ella decidió que lo mejor era interrumpir su embarazo, está enfrentando esa pérdida que llegó acompañada de culpa, además de la pena por el abandono de su novio.
Su lema es ir un día a la vez y aunque en su momento prefirió guardar silencio, hoy hablarlo le ha servido para liberar su alma del peso que cargaba y que ya la estaba enfermando.
Gaby, gracias por compartir con la comunidad de 1, 2, 3 X NOSOTRAS tu historia. Eres un ejemplo de valentía y resiliencia para TODAS y aunque puedes con todo sola, como ya lo demostraste, sanar lo que viviste acompañada de las personas que amas, será más liviano.
A veces sólo necesitamos que nos recuerden que NO ESTAMOS SOLAS y tú tampoco lo estás.
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