En la vorágine de la vida moderna, la consciencia y ser conscientes se han convertido en herramientas esenciales para la transformación personal. La consciencia es más que simplemente estar despierta; es una presencia plena en cada momento, un reconocimiento de nuestras acciones y pensamientos. Que al hacerlos tangibles y reconocerlos nos es posible transformarlos.
¿Cómo puedo cambiar algo de lo que no soy consciente? Para lograr el cambio primero hay que tener claro qué es lo que deseo cambiar y para qué.
La importancia de ser consciente para mejorar tu vida
Cada una de nosotras está regida por patrones de comportamiento y pensamiento que, a menudo, operan de manera automática. Estos patrones, adquiridos a lo largo de la vida, heredados por generaciones anteriores y convivencia social, pueden limitar nuestro crecimiento y bienestar. Muchos los adquirimos sin ni siquiera cuestionarlos y vamos en piloto automático sin realizar cambios que nos permitan analizar su importancia, trascendencia y relevancia en nuestra vida. Al ser conscientes, podemos identificar y cuestionar estos patrones, abriendo la puerta a nuevas formas de ser.
Practicar la consciencia no requiere retiros espirituales o cambios drásticos. Puede comenzar con pequeños actos: ser consciente de la respiración, prestar atención plena a las actividades cotidianas o meditar unos minutos al día. Estos momentos de presencia nos permiten desconectar del piloto automático y reconectar con nosotras mismas.
También empieza con observar nuestro día, preguntarnos por qué “X” lo hago de cierta manera y si vale la pena hacerlo diferente. Por ejemplo, tu rutina de sueño, tu trabajo, la razón por la que escogiste ese trabajo. Cuestionarte por qué te enseñaron en la escuela o universidad a hacer algo de tal manera y si el hacerlo así te contribuye a algo hoy o lo podrías modificar.
La consciencia nos brinda claridad, permitiéndonos ver nuestras vidas desde una perspectiva fresca. Esta claridad nos ayuda a tomar decisiones más alineadas con nuestros verdaderos deseos y valores, en lugar de seguir patrones establecidos que los limiten. Al ser más conscientes, podemos transformar el estrés en calma, la confusión en claridad, y la reactividad en respuesta.
Hace poco me cayó la toma de conciencia sobre cómo es que dejamos que las personas abusen de nosotras de muchas maneras. Una de ellas es por esta idea colectiva de complacer a todos y dejarnos a nosotras al final, y de la falta de limites que existe en la sociedad. Cuando me di cuenta, fue por especial una persona que sentía yo que abusaba de mi responsabilidad hacia las cosas. Lo que me llevó a poner un límite durísimo, incómodo y que hizo que todo fluyera increíblemente en mi entorno.
Otro ejemplo es la alimentación consciente. En lugar de comer rápidamente frente a una pantalla, podemos saborear cada bocado, notando las texturas y sabores, y también nos permite darnos cuenta de qué estoamos comiendo, si nos nutre o no, o si comemos lo primero que vemos por falta de tiempo o interés.
Mi favorita es la consciencia emocional. En lugar de reprimir o ignorar nuestras emociones, podemos observarlas sin juicio, entendiendo sus causas y efectos. Este acto de reconocimiento nos permite procesar y liberar emociones de manera saludable. Aquí podemos también tomar en cuenta emociones del pasado que por alguna razón tenemos todavía atoradas o sin trabajar, y como es que nos desencadenan una serie de sentimientos en el presente que no nos dejan avanzar, como heridas de la infancia.
Ser consciente es un viaje continuo, una práctica que requiere paciencia y dedicación. Sin embargo, los beneficios son inmensos. Al integrar la consciencia en nuestra vida diaria, podemos transformar nuestros patrones, encontrar una mayor paz interior y vivir una vida más auténtica y plena. La clave está en comenzar, un momento a la vez. Te invito a que hagas consciente tu día y empieces pequeñas transformaciones que en poco tiempo verás como hacen que tu vida sea diferente.
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