El cáncer es una enfermedad genética en la que diversas células del cuerpo se multiplican y ocasionan cambios en los genes encargados de su funcionamiento. La definición del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos indica que se trata de un padecimiento en el que dichas células se multiplican y diseminan en el cuerpo.
Hasta 2020, la International Agency for Research on Cancer contabilizó un estimado de 18.1 millones de diagnósticos positivos a esta enfermedad en el mundo, cifra que pudo haber fluctuado si se toma en cuenta el contexto de la pandemia por COVID-19 que atravesó el mundo.
Existen cerca de 100 tipos de cáncer contabilizados, de acuerdo con datos recopilados por el Hospital Clinic de Barcelona. Para cada uno de ellos, se requiere de un tratamiento específico valorado por un experto, siendo los procedimientos de quimioterapia y radiación los más recurrentes.
Hay otros casos, en los que además de estos tratamientos, el paciente debe ser intervenido quirúrgicamente para realizar una extirpación, total o parcial, de la parte del cuerpo en donde la enfermedad se alojó. Esta es una medida recurrente en el cáncer de mama, el tipo con mayor cantidad de pacientes diagnosticados, mismo que afecta en su mayoría a mujeres mayores de 30 años con antecedentes de familiares directos que sufran o hayan atravesado el padecimiento.
Todos estos procedimientos implican un desgaste físico y emocional para el paciente y sus allegados, pudiendo influir también en la calidad de sus relaciones laborales, personales y de pareja. Entre los estragos de esta magnitud que el cáncer ocasiona en quienes lo padecen, se encuentran afectaciones en la vida sexual derivadas en parte del estado anímico por el pronóstico.
El cáncer puede afectar la sexualidad de los pacientes
Cuando una persona recibe un diagnóstico positivo de cáncer, son muchos los pensamientos que rondan por su mente. Preocupaciones económicas, preguntas sin respuestas certeras y miedo son algunos de ellos.
Sin embargo, otro aspecto al que no se le suele dar tanta importancia, es al hecho de cómo los pacientes vivirán este proceso en lo personal, específicamente en la vida sexual y cómo ésta puede verse influida por la enfermedad.
El sexo, indica el Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad de San Sebastian, es una necesidad humana con relevancia en la intimidad de una pareja al reforzar el vínculo existente en la relación. Además, las relaciones sexuales aportan beneficios directamente en la salud, puesto que se liberan hormonas que tienen que ver con el alivio, la relajación y la felicidad.
Para las personas con cáncer, esto no es muy distinto. Y si bien podrían alterarse algunos aspectos de la vida sexual, no existen razones para que dejen este aspecto totalmente de lado ya que, por el contrario, un artículo publicado por la American Cancer Society afirma que la intimidad y la sexualidad podrían ayudar a los pacientes a sobrellevar los sentimientos de angustia y hacer más llevaderos los tratamientos.
Pese a ello, es un hecho que el deseo sexual puede ser interferido por el tratamiento; asimismo, factores del estado emocional y la autopercepción también implican afectaciones en la vida íntima.
Cáncer y su relación con la sexualidad
Lidiar con un diagnóstico de cáncer no es un proceso sencillo en lo absoluto, ya que además del tratamiento médico impuesto por el especialista, los pacientes requieren de acompañamiento físico y emocional para lidiar con la enfermedad satisfactoriamente.
Además, es común que se desarrollen problemas sexuales como efecto secundario a nivel físico y psicológico. No hay un parámetro para estimar las posibilidades de que estas situaciones se presenten ni el impacto que tendrán, puesto que cada persona y organismo tienen una respuesta distinta.
Radiación y quimioterapia
Dichos problemas se derivan, en ocasiones, por ciertos tipos de tratamientos, como la radiación y quimioterapia, los cuales provocan náuseas, fatiga, dolor, problemas intestinales o cambios en la apariencia del cuerpo, sugiere American Cancer Society.
Tampoco es posible definir cuánto tiempo estarán presentes los síntomas que interfieren en la vida sexual de los pacientes, considerando que algunos pueden durar un par de meses, mientras que otros podrían presentarse durante toda la vida, ya sea de forma recurrente o intermitente.
Una investigación de la International Federation of Gynecology and Obstetrics explica que la quimioterapia funciona “matando” las células que se dividen de manera rápida y son responsables de que persista el cáncer. No obstante, también existe la posibilidad de que este procedimiento cause afectación en órganos reproductores como los ovarios.
La manera en que se relaciona con la vida sexual se debe a que éstos son los encargados de producir estrógeno, alterando el ciclo menstrual. Fue así como se llegó a la observación del fenómeno llamado “menopausia química”, que hace referencia a periodos temporales o permanentes sin la presencia de la menstruación a una edad temprana.
En el caso de la radioterapia, la International Federation of Gynecology and Obstetrics advierte que el riesgo de que el daño en los ovarios sea irreversible es mayor. Otro efecto de este tratamiento es que la radiación llega a ocasionar cicatrices en los órganos sexuales, propiciando relaciones íntimas dolorosas.
Estado anímico, otro factor a considerar
Tanto la enfermedad como los tratamientos tienen estragos en la apariencia física, ya sea por la intensidad o por el método; así como las intervenciones quirúrgicas. Es así como se crea una dinámica en la que los pacientes se sienten ajenos a su cuerpo, lo que trae como consecuencia que se nieguen, consciente o inconscientemente, a mantener relaciones sexuales.
Aquí radica la importancia del acompañamiento psicológico profesional y de contar con una red de apoyo para las crisis. También es de vital importancia no sentir ni ejercer presión en los pacientes que muestren señales de estar padeciendo problemas con su sexualidad.
Finalmente, una publicación de Yale Medicine aborda la importancia de que el cuerpo médico preste atención a estos temas, haciendo hincapié en la relevancia de que los pacientes continúen con su vida normal a la par de un tratamiento exitoso. Y no se le deje de lado a las demás necesidades que tienen por sí mismos.
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