Las letras chiquitas de este regalo son que CÓMO CUESTA CAERTE BIEN cuando está de moda ser cada vez más duras con nosotras mismas. Y lo permitimos, que es la peor parte.
Pero esta columna no se trata de un “qué difícil es ser nosotras”. Se trata de que una de las metas más importantes y grandes en la vida debe ser eso: caerte bien de verdad. Y, ¿qué significa eso? Es saber estar en un sillón con un gran libro agradeciendo el silencio y la calma, pues dedicarte tiempo a ti misma también es ser productiva.
Cada cabeza es un mundo, y eso trae dificultades
Mi esposo y yo somos agua y aceite en ese sentido. Por ejemplo, yo amo estar sola: mi tiempo, mi música, pasar horas en mi celular viendo Pinterest o entrevistas en YouTube, descansar, comer papas preparadas en mi cama y un muy largo etcétera, así como también amo salir con amigas, cenas de parejas y las sobremesas eternas. Pero la maternidad te hace valorar INFINITAMENTE el tiempo a solas.
En cambio, el señor de mi casa pone películas y series de balazos para lograr “arrullarse” y dormir a la 1:00 am diario. Eso nos ha hecho dormir separados, literalmente.
Yo, a las 10:00 pm alejo mi celular de mi cama, agradezco mi día, intenciono el siguiente y a las 10:05 pm estoy profundamente dormida. No puedo ver ni una luz en mi cuarto ni ruido, lo que más necesito en la vida es dormir bien para ser creativa, ser buena mamá, buena jefa, buena esposa y buen ser humano en general.
Mientras tanto mi esposo se acuesta en la sala feliz de la vida, ve sus series de balazos sin parar y, en algún momento de la noche (cuando se despierta, porque nunca duerme bien), entra a mi cama y despertamos juntos todas las mañanas.
Además, estuvimos a punto del divorcio por sus ronquidos. Me parecía absolutamente injusto que yo me despertara pensando que entró un león a mi cama, asustada y ansiosa, que me costara muchísimo volverme a dormir y el señor roncara a gusto en volumen máximo.
Así que se hizo un examen de sueño porque él me decía que exageraba y que no era para tanto, pero al final le diagnosticaron APNEA DEL SUEÑO, que es un tema serio; va más allá del ruido al roncar, al no respirar bien podría tener un infarto. Y NI ASÍ se asustó el señor, pasaron cerca de dos años en que se asustara de verdad y comprara el aparato CPAP para dormir oxigenando bien y evitarse un susto espantoso.
Ahí me di cuenta de que somos agua y aceite en más cosas: a mí me dices “riesgo de infarto” y dejo lo que sea, empiezo a hacer lo que me digas, vendo lo que sea por comprar lo que necesitara comprar para evitarlo. Cada cabeza es un mundo, es impresionante.
Una de las metas más importantes en el matrimonio debería ser: DEJAR SER AL OTRO Y RECORDAR QUE EL AMOR ES INCONDICIONAL. Ajá, suena bonito; no es nada fácil lograrlo, pero se puede.
Cada vez que les subo algo en Instagram sobre temas para escribir, me piden que lo haga sobre consejos de matrimonio. No me considero una experta ni creo que exista el matrimonio perfecto, nadie es perfecto, no somos princesas ni ellos príncipes, pero este último ejemplo puede ser una metáfora del matrimonio. Se trata de encontrar acuerdos que te funcionen, te den paz y que puedas seguir con tu vida sin mentar madres ni sacrificar tu sueño. Se trata de ceder, negociar, comunicar, no hay más.
Por qué el mejor regalo es caerte bien
Volviendo al tema principal, cuando estás bien contigo te comunicas mejor, quieres más bonito y hasta las cosas que te hacen explotar te afectan distinto porque valoras tanto tu paz que no se la regalas a nadie tan fácil.
De verdad que es un privilegio caerte bien y hablarte bonito, desde que sales de la regadera y ves tu cuerpo sin nada, sin filtros ni poses, hasta cuando te baja, lloras y te sientes incomprendida.
Muy poca gente lo sabe hacer, hablarse bonito es algo que jamás habían pensado. Yo aprendí hace pocos años.
Ríete de ti misma cuando necesites, baila, quédate en cama a llorar si es necesario cuando la vida se ponga complicada, pero que tu prioridad sea caerte mejor a ti misma que caerle bien a los demás; si logras eso, estás del otro lado, porque nos llenamos de propósitos cada año y listas interminables de lo que queremos. Pero, para mí, eso es cerrar el año como campeona. ¿Tú ya lo haces?
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