Naturalmente, nuestro sistema inmune envejece con el paso del tiempo, pero podría ser que los altos niveles de estrés aceleren este proceso natural.
Existen dos tipos de estrés, el físico y el psicológico. El físico se ve reflejado en todo lo relacionado al cuerpo, a nuestros hábitos alimenticios, el bienestar o la enfermedad e incluso las lesiones físicas. Mientras tanto, el estrés psicológico se relaciona con factores menos tangibles, como lo son los desafíos naturales de la cotidianidad, la manera en que gestionamos nuestras reacciones y emociones o su relación con la salud mental.
Tu sistema inmune puede envejecer más rápido por estrés
Nuestro sistema inmune está compuesto por un ejército de células T, que se forman a partir de las células madre presentes en nuestra médula ósea. Las células T nacen “sin información” y, mientras nos desarrollamos, esperan a ser activadas por diversos estímulos que registramos en el cuerpo. Precisamente, lo que las activa es su iniciativa de respuesta al adherirse a un virus o cualquier infección que esté enfermándonos. Entonces, las células T obtienen “memoria” y se alistan para luchar contra estas infecciones cada vez que sea necesario.
Sin embargo, estas células también pueden madurar para convertirse en células T “terminalmente diferenciadas”, que pueden impactar negativamente a otras células.
Un estudio publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences mostró que, aunque al envejecer naturalmente comenzamos a tener más células diferenciadas, el estrés puede acelerar ese proceso. Esto nos deja con un sistema inmune menos “preparado” para luchar contra los virus que provoquen enfermedades en nuestro cuerpo.
En realidad la solución no se trata de buscar eliminar todos los agentes que provocan el estrés, sino de encontrar un balance. El estrés es aquello que nos lleva a la acción, es el motivador que le manda señales a nuestro cuerpo y cerebro para motivarnos a actuar.
Entonces, necesitamos la cantidad adecuada de estrés: no demasiado, pero no muy poco.
Durante el estudio, especialistas señalaron que desarrollar las herramientas necesarias para mostrarnos resilientes frente al estrés y lidiar con lo que éste nos provoca, podría ser en realidad lo que nos ayude a retrasar el envejecimiento inmunológico.
Entonces, cuando hablamos de estrés físico, podría ser que las herramientas que nos ayuden a lidiar con él consistan en procurar una rutina de sueño estable y sana que realmente resulte restauradora. Por otro lado, podría representar hacer cambios en nuestra dieta, evitar el exceso de azúcares y los alimentos demasiado procesados. Y por supuesto, mover nuestro cuerpo con regularidad, y de preferencia, en alguna actividad que disfrutes y que la simple idea de ejecutarla no te genere más estrés o resistencia.
Todo está en la resiliencia
En cuanto al estrés emocional o mental, puedes comenzar por tratar de identificar qué es lo que te provoca estrés: si es tener “demasiado trabajo” busca organizar tu semana, responsabilizarte de lo propio y delegar las tareas que te resulte imposible acreditar.
Por otro lado existen un montón de herramientas y alternativas que no necesariamente están ligadas directamente hacia una gestión racional de los factores que nos provocan estrés. Por ejemplo, meditar y buscar estar presentes, calmando la mente sin evadir o mostrar resistencia.
Dedicarle tiempo a las actividades que te emocionan y, por supuesto, escuchar música y sumergirte en las frecuencias sanadoras de un baño de sonido.
Ahora que sabes esto, esperamos que no te enfoques en evadir aquello que te provoca estrés, sino que busques las herramientas adecuadas para lidiar con él. Y tú, ¿cómo manejas el estrés cotidiano?.
RELÁJATE Y LIBERA ESTRÉS MEDITANDO. APAPACHA EL ALMA PARA CONECTAR Y SER TU VERSIÓN MÁS AUTÉNTICA.
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