‘A pesar de que te ames, no te dejan de discriminar’; Priscila Arias, La Fatshionista
A casi una década de iniciar su trayectoria en redes sociales Priscila Arias, La Fatshionista, se ha convertido en una de las voces más importantes en México en cuanto a la lucha contra la violencia estética. Al mismo tiempo, es una creadora de contenido sumamente exitosa que hace reír a más de un millón de personas.
“Empecé siendo una chavita de 25 años tratando de hacerse un espacio en redes sociales para encontrar moda para su tipo de cuerpo, y acabé siendo activista que grita en las marchas del 8M”, dijo Priscila en una entrevista con NOSOTRAS.
Entrevista con Priscila Arias, La Fatshionista
La activista y creadora de contenido platicó con NOSOTRAS sobre los mitos del ‘body positivity’, su camino de deconstrucción y su concepto del amor propio.
¿Cómo ha cambiado Priscila desde que comenzó a crear contenido hasta la fecha?
Pues imagínate, gracias a que empecé a crear contenido empecé a conectar con muchas mujeres y hacer una comunidad muy grande. Empecé pensando que las cosas me pasaban por mi cuerpo, que las limitaciones en la moda y demás eran por un problema individual. Después me di cuenta de que muchas mujeres vivían lo mismo, empecé a crear una comunidad y hablar sobre ‘body positivity’, y abrir un poco más la conversación hacia empoderarnos.
Después de eso conocí que, a pesar de que te ames y te respetes y te aplaudas, no te dejan de discriminar.
Arrancando de esa problemática que parecía no tener solución o no tenía una solución individual, me di cuenta de que había un problema de un sistema de discriminación como es la gordofobia, y no se puede hablar sobre eso sin tener en cuenta una perspectiva feminista. Entonces empezar a abrirme al feminismo también me cambió la perspectiva.
¿Cómo ha sido tu camino de deconstrucción, al involucrarte con el ‘body positivity’ y feminismo?
Creo que el ‘body positive’ es un movimiento muy bonito que plantea que todos los cuerpos merecen respeto, visibilización, amor, que todos son bellos, etc. Además está el ‘body neutrality’, que plantea algo un poco más realista: no necesitas amarte y ser la más visibilizada para poder respetarte.
Esos movimientos sí son importantes, son súper importantes, pero se fueron prostituyendo con el tiempo. Eso es lo que ya no estuvo chido, porque no eran lo suficientemente incómodos. O sea, como que todos tenían al final una perspectiva muy bonita de ver un problema social que es el rechazo, el bullying, el acoso, la violencia hacia ciertos tipos de cuerpos, de personas racializadas, a personas con una discapacidad.
Plantea algo muy bonito, muy utópico, ¿no? Y es muy cómodo para una marca moverse en ese campo, porque es como ‘ven, con mi marca te vas a empoderar’. ‘Este producto es para las mujeres que se aman’. ‘No importa cómo te veas, eres bella, compra este shampoo’.
Claro, todos tenemos problemas con nuestra imagen, con cómo nos vemos. Que si desearíamos cambiar de rostro, de cabello, de altura, de la característica que quieras. Pero siento que hay una diferencia abismal entre lo que quiere cambiar una persona a lo mejor delgada, blanca y privilegiada, que lo que quiere cambiar una persona gorda, negra y que además es trans y vive en una situación difícil económicamente.
Cuando empiezas a notar más esas diferencias, que es lo que me dio a mí el feminismo, ya dije ‘ah ok, no es tan lindo’. Porque me molestaba, yo decía ‘por qué me molesta tanto que lleguen las marcas y me digan ‘eres una persona súper empoderada y curvy, irías súper bien con el mensaje’. Me molesta que queramos pretender que todos los años que he estado batallando con personas señalando mi cuerpo con una connotación negativa, se resuma a algo tan banal, tan frívolo.
Me di cuenta de que con el ‘body positive’ no resuelvo nada. Te hace sentir un poquito mejor y te das como un apapacho, pero el problema sigue igual. Además es muy individualista, le echa la culpa al indiduo, como que si no te empoderas es por ti. Lo cual es una falacia. Por más que te quieras y te ames, si tu papá, tu mamá, tus abuelos y todos te siguen regalando fajas en Navidad y señalando que te ves mal, que nadie te va a querer, aunque una sea la más empoderada llega un punto en que no puedes.
Cuando vemos el odio en redes sociales es fácil pensar que las cosas no van a cambiar. Siendo activista, ¿cómo lidias con ese sentimiento?
Creo que los comentarios de odio han tenido diferentes facetas. Antes pensaba que eran un poco personales y ya después me di cuenta que eran como algo del sistema.
Tengo un podcast en el que somos 6 amigas, 2 de ellas son gordas y el resto son de tallas regulares. Entonces es muy interesante ver el tipo de odio que tenemos cada una y la cantidad. Y yo siento que, a más gorda, más violentos se ponen. Yo soy la más gorda, entonces sí se ha puesto más denso. Además soy la más confrontativa y la que más cuestiona y rechaza. Como ya soy más conocida por eso, como que eso abriera una licencia en las mentes de personas que se dedican a tirar odio.
Más allá de sentirme como que es algo personal o de que tengan razón, por más violentos que se pongan, no es algo que me toque directamente. Pero me da una tristeza de desesperanza, de que no se puede cambiar nada. Lo que siento es que por más que remes y por más que digas y compruebes con testimonios, con ejemplos, que las ideas de odio y rechazo están mal y deberían cambiarse, son tan arraigadas que les hace invisible toda explicación contraria, entonces es muy frustrante.
Pero últimamente lo que he pensado es que la equivocación más común que cometemos las personas que tenemos mensajes para abrir conciencia sobre ciertos temas, es que creemos que tenemos que cambiar al violentador. Y no. El valiente vive hasta que el cobarde quiere. En realidad es empoderar con razonamiento y cuestionamiento a las personas que están siendo oprimidas en sus entornos. Yo al final bloqueo los comentarios y ya, a llorar a la ‘llorería’, van a seguir haciendo su pancho y todo pero ya no los voy a tener que ver. Ya con eso yo no sufro.
La gente que está en el entorno de cada violentador sigue padeciendo. Mi misión es empoderar a esas personas para que los paren en seco y les digan ‘no, no más. No más violencia, no acepto tu humor, tu violencia disfrazada de amor, de bullying cariñoso donde todo es siempre a costa de mí, mi salud mental y mi cuerpo’.
Donde se le permite al hombre ser parte del estereotipo de que no tiene que cuidar su físico por temor a que por eso le rechacen. Sí hay hombres víctimas de la gordofobia, por supuesto, pero es en menor medida.
Hace unas semanas un par de comediantes, gordos ambos, hicieron comentarios humillantes hacia mí diciendo que parecía una ballena, que tenían que traer un arpón y no sé qué. Esa es la diferencia. El hombre puede reírse y violentar a los demás aun viviendo la gordofobia y una mujer no se puede defender porque es una loca, ‘feminazi’, histérica, floja, que solo busca pretextos.
En ‘Seis de copas’ hemos visto una faceta más vulnerable de ti. ¿Cómo ha sido para ti dejar que el mundo la vea?
La verdad, el éxito de “Seis de copas” me sigue impresionando. Porque la verdad es que no estamos haciendo nada especial, estamos hablando 6 amigas sobre cosas que les gustan, les dan risa y les duelen. Pero creo que es esa conversación donde bajas la guardia, que creo que es lo que les llama la atención a las personas.
No sé si suena un poco raro o egocéntrico esto, soy un poco un alma ayudadora. Entonces si esto le puede funcionar a alguien, que yo me vulnere y me eche mis lágrimas de ‘Remi’, si le puede ayudar a una persona a entender que no está sola, que los problemas que tiene son los que también tenemos las figuras públicas, por mí es fantástico.
Al crear contenido, ¿cómo lidias con los altibajos en tu carrera? ¿Has tenido veces en que quisiste abandonarlo todo?
Sí he tenido veces en que quiero abandonarlo todo. Creo que el tema de crear contenido es que es muy demandante, no puedes encontrar vacación. Porque el producto eres tú, entonces es diferente que a lo mejor estoy llegando a la oficina o al trabajo y ese día no estoy de humor, si no me quiero involucrar emocionalmente en lo que estoy haciendo, puedo poner un poco de distanciamiento. En el caso del creador de contenido, no tanto. Y cualquier paso en falso es suficiente para destruir tu imagen, lo que la gente concibe de ti.
Vivimos de lo que la gente piensa de nosotros. Entonces es complicado encontrar un equilibrio entre el ‘no me importa y voy a seguir haciendo lo que yo quiera’, pero a la vez sí me tiene que importar porque necesito las vistas, los likes y los comentarios para seguir teniendo un trabajo. Creo que es muy desgastante eso y me ha llevado de pronto a decir ‘quiero dejar todo esto’, y regresar a maquillar, porque afortunadamente tengo conocimientos en muchas cosas, puedo hacer otras actividades.
Pero lo que me dolería dejar creo que es el activismo. Siento que se necesitan cuentas grandes para poder ver más el mensaje y a veces las cuentas que solo hacen activismo se quedan muy chiquitas, y creo que seguir impulsando el mensaje entre otros creadores y a lo mejor hasta servir de ejemplo para creadores más chiquitos y que mientras van creciendo vean estos temas y se sientan más libres.
¿Recuerdas cuál fue el momento en que te diste cuenta el alcance que tienes en redes sociales?
Creo que hay varios momentos, uno de los más densos fue que cuando denuncié que había un grupo en Facebook, que se llama Doctoras apoyando doctoras, donde agarraron un clip mío en una entrevista con Jessica Fernández para despedazar lo que estaba yo diciendo.
A pesar de que una vez más estaba explicándolo desde un lado super vulnerable y desde el fondo de mi corazón lo doloroso y lo difícil que es no ser una persona delgada y que la gente lo único que espera de ti es que bajes de peso, y lo difícil que es darse cuenta de que si tienes un punto en el que no puedes bajar más de peso y ya estás cansada y harta después de tanto tiempo, la gente y los médicos no te dejan de ver como este problema estadístico de obesidad y se olvidan de que eres una persona.
Explicando todo eso y agarraron un clip mío y me empezaron a despedazar. De que ‘solo se justifica’, no sé qué. Me duele más porque eran puras mujeres médicas, dije ‘no manches, cómo crees’.
Se metieron algunas médicas que me conocen a pelearse en los comentarios, que han visto aparte mis análisis, me conocen físicamente. Yo publiqué algunos de los screenshots de esos comentarios. A una la despidieron del hospital donde trabajaja. Y dije ‘ah, sí hay alcance’.
La médica me escribió furiosa, que me iba a demandar por difamación. Pues lo único que saqué fue el comentario que había dejado, o sea no dije nada. Ni inventé nada. Obviamente no iba a demandar pero como que quiso aplicar ésa, de que yo la había dejado en la calle, y yo dije ‘no, más bien tu comentario te dejó en la calle’.
Si tuvieras la oportunidad de hablar con la Pris adolescente, ¿qué le dirías?
Como que en ese momento nunca le di forma y nombre a lo que me hacía sentir mal, como que era algo que solo me pasaba a mí. Entonces le diría que es parte de un sistema más grande, y que ahora de grandes estamos haciendo algo para derrocarlo y que nadie más tenga que volver a experimentar lo que yo. Que le dé satisfacción que cada catorrazo tendrá su porqué al final y podrá hacer algo para evitar que a los demás les sigan cayendo los golpes.
¿Cómo te encuentras actualmente en ese proceso de autoaceptación y amor propio?
Estoy en una era muy ‘es lo que hay’. O sea, ando así porque tampoco puedo decir que todos los días me despierto amándome a mí misma como si yo fuera una novela o una película utópica de positivismo.
La verdad es que no, además me voy encontrando con más capas de la violencia estética. Cuando veo que me salen muchas canas o que tengo ya marcadas líneas de expresión. Voy sacando nuevas capas y va a pasar si llego a embarazarme, voy a seguir viendo cosas que a lo mejor son aspectos con los que no había estado reconciliada porque no los había siquiera visto o experimentado.
Siempre hay una nueva etapa para seguir deconstruyéndome. Siento que si ahorita me doy cuenta de algo que no me gusta también digo ‘mira, tu cuerpo es un vehículo que te hace vivir, experimentar, amar y no puedo pretender que sea perfecto o que no envejezca, que no le pase el tiempo, que no se desgaste o le duela algo’.
Lo único que puedo hacer ahorita es agarrarme de mis médicas para procurar el bienestar de mi cuerpo pero también el paso del tiempo hará lo suyo y trataré de llegar lo más digna pero también sin forzarme a seguir pretendiendo que puedo aferrarme a la juventud, a una talla o característica como si no fuera a cambiar.
Es amarte por quien eres como persona completa, no nada más como te ves. Es una guerra que nadie gana.
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