Para que cualquier acto de índole sexual se consume, es estrictamente necesario que exista consentimiento por parte de la o las personas que participen, mismo que debe ser completamente autónomo y no estar influenciado por terceros; si no se cumple esto último, no se trata de algo consentido, sino de coerción sexual.
¿En qué consiste la coerción sexual, qué es el consentimiento y por qué es tan importante tener claras las diferencias que existen entre ambos términos?
Qué es la coerción sexual
De acuerdo con la definición de la Oficina para la Salud de la Mujer de Estados Unidos, la coerción sexual es la actividad sexual que se produce bajo presión, chantaje, engaños, insistencia o manipulación, todas con el propósito de que una persona (la víctima) “acceda” a mantener o realizar actos que no desea.
Cualquier episodio de coerción representa un tipo de trasgresión directa a los límites de una persona respecto a su vida sexual, además de que atenta contra su integridad física y emocional. El portal de la National Domestic Violence Hotline refiere que la coerción sexual llega a ser verbal y emocional, mediante comentarios que generan culpa, vergüenza, arrepentimiento o presión. Otra manifestación de coerción sexual son acciones demasiado persuasivas o insistentes, aludiendo a chantajes.
Este tipo de acciones coercitivas pueden provenir de cualquier persona del entorno, llámese amigos, parejas, esposos, concubinos; en todos los casos, se trata de una conducta equivocada e impermisible.
Qué es el consentimiento
El consentimiento, en referencia a la sexualidad, es una elección voluntaria que indica la respuesta afirmativa de una persona a participar en actos sexuales o íntimos. Planned Parenthood explica que se trata de una decisión entusiasta, motivada por el deseo; es libre, sin la influencia de sustancias; es autónoma, sin persuasión o manipulación de por medio; con límites, determinando a qué se está accediendo; y reversible, por lo que puede retirarse en cualquier momento.
El consentimiento se trabaja mediante la comunicación, estableciendo límites que permitan tener una experiencia placentera y satisfactoria para ambas partes. No obstante, la organización no gubernamental RAINN detalla que no se trata de un acuerdo permanente ni aplica para futuras ocasiones, ya que cualquiera de las personas involucradas tiene el derecho de remover su consentimiento en el momento que así lo decida, sin importar que anteriormente haya accedido, ya sea en encuentros anteriores o en los instantes previos a que se consume cualquier otro acto.
Asimismo, aceptar hacer algo no implica un compromiso para ir más allá o probar cosas que no te llaman del todo la atención. Por ejemplo, besar a alguien no quiere decir que se está dispuesta a mantener relaciones o contactos sexuales; tampoco tener relaciones obliga a la otra persona a cumplir con prácticas que no le apetecen.
Cuál es la diferencia entre coerción sexual y consentimiento
Hablando en términos prácticos, la diferencia entre coerción sexual y consentimiento, radica primordialmente en la libertad de elegir que posee cada una. Decir que sí, sin ninguna influencia de por medio, es la única manera de aceptar participar en dinámicas sexuales; “no sé”, “no estoy segura”, “creo que no”, “quizá después”, no se traducen como respuestas afirmativas.
El consentimiento es siempre explícito. Lo que significa que la otra persona accedió a realizar actos o mantener relaciones de forma consciente. Es importante recordar que siempre está la opción de retractarse, cambiar de opinión o decidir que no se quiere continuar. Si primero accediste a hacer algo pero antes de iniciar ya no quieres, estás en tu derecho absoluto de revocar tu consentimiento.
En tanto, la coerción sexual es una forma de trasgredir la autonomía sexual de alguien más. De modo que quien lleva a cabo este tipo de engaños o manipulaciones coercitivas, prioriza únicamente su placer y satisfacción. No le debes sexo ni intimidad a nadie, ni siquiera a tu pareja de toda la vida.
Las decisiones sobre cualquier ámbito de la intimidad y sexualidad son cuestiones individuales. Nadie tiene derecho a pretender influir en ellas, ni siquiera si existe un vínculo sexoafectivo.
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